(1833-1918)
Nació en Moca y se crió en la ciudad de Santiago. Hijo de Félix Alix y maría Magdalena Rodríguez. El más acabado tipo de poeta popular dominicano, emanado del Cibao, región donde el alma nacional conserva sus caracteres autóctonos y el habla del pueblo no ha perdido el sabor añejo del claro y sonoro idioma español en su modalidad andaluza. Las manifestaciones espontáneas de la vida criolla, reflejo de virtudes, vicios, inclinaciones pasionales, tristezas y alegrías, se tamizaban por su alma, y brotaban en la simple rima de la décima, forma poética con que de preferencia expresaba sus sentimientos el tipo salido del seno anónimo del pueblo. Con la vena en un incesante manar, el lenguaje rimado era la expresión natural de su espíritu jocundo, curioso, ligero, decidor y optimista, tocado siempre del amor y entusiasmo por las cosas nativas.
Su sentimiento no se aferraba a ninguna de las tendencias pasionales ocasionadas por lo cambiante de la vida social, sino que las iba siguiendo y captando conforme a la naturaleza anónima del alma popular de suyo sensible a ciertos aspectos de la existencia. Cuando usa el lenguaje inculto del campesino, casi el mismo de las masas de la ciudad, la versificación es más fluida y más certera la fijación de costumbres y maneras. Producto del medio, tan instintivo y sin artificio como el llano vivir corriente. Por esa correspondencia, es el primer poeta eminentemente social que ha tenido el pueblo dominicano. Por doquiera aparecía el decimero como flor silvestre, y sus producciones, según el grado de interés que despertaran, corrían de boca en boca, pasando de una región a otra.
Su extensión y efecto no paraba ahí. Aparte de originar un nuevo merengue que las cantaba en el jolgorio, la agudeza, moraleja, expresión picaresca o intencional, envuelta en el estribillo o en una estrofa, quedaba asentada en el espíritu, y se repetía, con ocasión de determinado motivo, como un dicho popular, con intención de refrán. Sobresalió entre todos los decimeros, sintetizando lo mejor que cada uno poseía, Juan Antonio Alix.
Su fecundidad no fue el resultado de una satisfacción espiritual o reclamo de un ideal, sino exigencia de la vida. El sustento de la familia era un poderoso incentivo para ejercitar la aptitud especial con que la naturaleza le dotara. Y la décima de la noche, al otro día se convertiría en el dinero que llenaba los huecos del hogar. Ya su juventud había pasado. En lo más florido de ella no tomó nunca en serio el rimar, sino que vivió siguiendo el grato curso de las cosas frívolas y alegres, poniendo en sus actos un constante matiza de buen humor. Dentro de esa moral, no había sino indiferente a las guerras libertadoras. En las luchas de la Independencia fue soldado, y en la Restauración, figurando entre los patriotas que se sublevaron en Guayubín y Santiago el mes de febrero del 63.
Pareció determinado a no deponer las armas, y junto con otros dominicanos buscó refugio en Haití. Se enteró bien de las costumbres de aquel pueblo, y además estuvo al tanto de las costumbres de aquel pueblo, y además estuvo al tanto de los preparativos para la formal guerra libertadora; pero días antes del golpe de Capotillo, repasó la frontera, se acogió a las garantías de las autoridades españolas, e hizo algo peor, que fue darles informes de los planes de sus compatriotas en Haití, por lo que los militares exóticos tomaron algunas precauciones con el fin de evitar el ataque de sorpresa. Alix en lo adelante no se pudo separar de los españoles, a los cuales siguió hasta verse en la ciudad de Santo Domingo, donde le encontró la Restauración de la República, a la que se adhirió, como otros compañeros.
Su juventud bulliciosa, vivida como quiera, en contraste con el motivo que le da valor social permanente, fue la que echó las bases del acervo de experiencia, conocimiento y amor de las cosas del medio. Había sido, por otro lado, sin estorbárselo su manera regocijada de entender el vivir, un famoso pendenciero, de mano fatídica en el juego de las armas, y sin entrañas, con el contrincante que errara el golpe mortal. Un abogado que pasó la mayor parte de su vida entre el ejercicio de la profesión y la judicatura, tenía en la manquedad de un brazo la señal de un sable manejado por Juan Antonio Alix.
Sus décimas satisficieron una necesidad del espíritu colectivo. Eran solicitadas por el pueblo, que las compraba no bien estaban en circulación. Las habladurías de la calle, el escándalo social de la hora, alguna amarga queja del público, el incidente burlesco hecho comidilla de los murmuradores que lo eran casi todos los vecinos de la población, la oportunidad de un desbordamiento de júbilo público, el triunfo o fracaso de una revolución, o acaso un fusilamiento, ejecutado de manera espectacular, constituían el material preferido para las décimas, tocadas siempre de un vivo color de actualidad y salpicadas de pimienta satírica, de que tanto gusta el pueblo, por ser uno de sus íntimos fermentos.
Lo que no podía o no sabía hacer el periódico, lo proporcionaba la décima. La sátira en el decimero popular por excelencia era una de las emanaciones del alma colectiva. En las poblaciones de alma propia, con su manera personal de entender y vivir la vida, se sucedían, casi regularmente, frases populares con tonalidad de refrán, en el sentido lato de la palabra, surgidas de lo anónimo, pero acogidas y usadas en todos los planos de la sociedad como el último dicho de moda y de color festivo. Cada dicho popular se extinguía con la aparición de otro que insensiblemente lo reemplazaba. Alguna vez llegaba de fuera, como sucedió con el dicho: no te vista que no va, traído a Santiago por el payaso de un circo que hizo pasar días de muchísimo contento por el primer decenio del siglo. Alix produjo una décima sobre esta frase, del mismo modo que lo había hecho y siguió haciendo con otras tomadas de estribillo.
El elemento típicamente haitiano, en relación con su lenguaje y costumbres, es oportuno consignar, fue un particular fermento que puso a manar la cuerda burlesca del poeta Alix, mostrando lo chistoso propio del contraste de lenguas e inclinaciones en individuos y pueblos como el nuestro y el haitiano. Décimas suyas de este género tienen todas soltura y gracejo.
En general, las décimas reflejaban una de las tonalidades del ser social, no salido del primitivo y elemental existir aldeano, exento de elevadas aspiraciones y diariamente ocupado en formar con el copioso excedente de sus energías los suaves canales por donde deslizar el tiempo. Hasta los analfabetos de las hacían leer para tomarlas de coro y recitarlas en habiendo oportunidad. Entre los papeles de familia guardados en el fondo del baúl no era raro encontrar una décima de Juan Antonio Alix. Consideradas desde el punto de vista de los motivos que las inspiraban, se pueden sacar de ellas cuadros de costumbres nacionales, de esas que desterradas ya de los centros urbanos, perduran en las aldeas aisladas del progreso. Se puede, además, formar un catálogo de palabras y frases populares, cifrada expresión de maneras en el vivir y estados de pensamiento. Hasta ahora se ha publicado un volumen de las décimas pero hay material para más. La edición es del año 1927 y tiene prólogo de José Ramón López. (1833-1917).
El follon de Yamasá.
Siento mucho relatar
lo que al fin relato hoy,
porque ya dirán que soy
amigo de exagerar;
Y el que me ha de murmurar
desde ahora ya sabrá,
que tres pitos se me da
que figuren que es un cuento
lo que pasó en el convento
del pueblo de Yamasá.
Pues un día de la Asunción
estando yo en Yamasá,
vino el cura de Boyá
a celebrar la función.
A mediado del sermón
hubo allí un pelotero
que hasta vino un tal Peguero
que es el jefe del lugar,
queriendo allí disparar
un trabuco naranjero.
Un haíto que por cierto
fue a gozar de la función
se largó allí un follón
que hedía a perro muerto;
yo no diré que es incierto
que estuve al perder el tino,
pues el follón tan dañino
de aquel ahíto infeliz
me picó en la nariz
como un ají montesino.
Del púlpito descendió
de cabeza el reverendo,
y al caer iba diciendo:
«¡Qué peo se han tirado, fo!»
Y al sacristán que le dio
esa brisa tan impura,
dijo «¡fo, y es de asadura,
aquí no lo aguanto yo!»;
y en seguida se tiró
de cabeza tras del cura.
Como el campanero es ciego
al oír la corredera,
sin averiguar siquiera
comenzó a tocar a fuego.
Salió el cura sin sosiego
con la frente en un chichón
gritando más que un lechón
y preguntando igualmente:
«¿Quién ha sido el indecente
que se largó ese follón?»
A una vieja de la Jagua
le tumbaron el pañuelo,
y se vio caer al suelo
una peineta de yagua;
dejaron allí una enagua
por el maldito follino,
que, por tener palomino,
nadie la quiso tocar;
al Alcalde del lugar
le aplastaron el gallino (bombo).
Según la opinión del cura
y del sacristán también,
el follón fue de lerén
de mondongo, o de asadura.
Pronto irá a la sepultura
quien soltó ese marrano,
pues si no se hallaba sano
ese maldito cochino,
no debió en lugar divino
follonear así al cristiano.
Después que aquello pasó
y que fue calmado todo,
dijo el cura del mal modo:
«¡Ese follón me mató!
Pero ahora quiero yo,
en bien de la religión
echarle la excomunión
si no declara al momento,
el que vino a este convento
a largarse ese follón.»
Salió un viejo setentón
hinchado y descolorido,
y al cura dijo: «yo he sido
el que me tiré el follón.
No fue esa mi intención
le digo, Padre bendito,
sepa usted que estoy agito
y creo que no tengo cura,
calcule que es de asadura
que comí cuando chiquito».
El sacristán dijo al cura
saltando y con alegría:
«Mi amo, ¿no le decía
que el follón fue de asadura?»
«Tú tienes razón criatura
son buenas tus condiciones,
rogaré en mis oraciones
al Divino Sacramento,
que no salgas del convento
para que huelas follones.
Ya que el público lo manda
Diremos por la presente,
Que el día siete del corriente
Por la noche, en Otra Banda
De pilluelos una tanda
Y de armamento provista,
Después de pasar revista
A siete chivos robados,
Dieron muerte los malvados
Al pedáneo Juan Batista.
Los pillos un burro prieto
Listo de un todo ‘llevaron,
Y de carne lo cargaron
Sin desollar por completo.
Batista, bello sujeto,
Y Alcalde de la Sección,
Por cumplir su obligación
Y sus bienes defender,
Vino el pobre a perecer
A las manos de un ladrón.
Dicen que fué acompañado
De dos o tres compañeros,
Que se mandaron ligeros
Cuando Juanico ha goteado.
Y que un joven buen soldado
Lelo Marte, el muy valiente,
Quien venció a los bandidos,
Dejó allí a dos heridos
Y un prisionero igualmente.
Según cuentan los vecinos
De Otra Banda y más lugares,
Dizque pasan de millares
Los chivos y los cochinos,
Y ovejos, que esos dañinos
Por todas partes cogían,
Y los cueros no vendían
En bruto los malhechores,
Pues, como son curtidores,
Ellos mismos los curtían.
También suelen declarar
Vecinos de Rafael,
Que en todo el lugar aquel
No se oye un chivo berrear,
Ni un ovejito balar
Ni otras clases de animales,
Porque los pilluelos tales
Haciendo de carne líos,
Han dejado allí vacíos
Los chiqueros y corrales.
Hoy se encuentra en el Juzgado
De Instrucción el burro prieto,
El que vino bien repleto
De chivos muertos cargado,
Con el cuero aún pegado;
Pues dicen que los chiveros
Por querer andar ligeros
Nada más los degollaban,
Y el mondongo lo dejaban
En los mismos mataderos.
Del pueblo la mayoría
Deseaba que los malvados
Fueran todos fusilados,
Que de ejemplo serviría.
Y la Autoridad quería
Al público complacer,
Pero que por atender
A unos cuantos consejeros,
Hoy se encuentran los chiveros
De la Justicia en poder.
Esta corta relación
Con gusto he publicado,
Porque me lo ha suplicado
Entera esta población.
Para con más atención
Que obren los tribunales,
Y se empeñen los fiscales
En emplear más energía,
Para darle garantía
A la crianza de animales.
Santiago, Agosto 10 de 1903
AL GOBIERNO PROVISIONAL
DE LA REPUBLICA SANTIAGO
Como cantor nacional
Yo no puedo prescindir,
De marchar o de seguir
A La opinión ‘general.
Por eso es muy natural
Cantar lo que ella desea:
Que para evitar pelea
O no más guerra civil,
Le diga a Alejandro Gil:
Afloja la jicotea.
De Alejandro siempre he sido
Amigo particular,
Y no lo puedo negar
Que le estoy agradecido;
Y como amigo querido
Este amigo le desea,
Que en salvamento se vea;
Y si de cerca le viera
Lo abrazaría y le dijera:
Afloja la jicotea.
Si el País entero ya
Desconoce tu poder,
No hagas la sangre correr
Que hasta Dios se enojará.
Vete, que tú volverás
Cuando en paz todo se vea.
A tu Patria que desea
Que no haya más bancarrota;
Conque, si eres buen patriota:
Afloja la jicotea.
Cantando estoy como un grillo
Sin a nadie maltratar,
Sin subir ni arrempujar
A partido ni a caudillo.
Ni canto por darle brillo
Ni al Jesús de Galilea,
Canto con la buena idea,
De lo que mejor conviene,
Y decirle al que la tiene:
Afloja la jicotea.
A ninguno adularé
Con atronadores vivas,
Y ni con flores ni olivas
A nadie coronaré.
A la paz le cantare
Y a la Unión que hoy campea;
Esa es toda mi tarea,
Evitar guerra civil,
Diciéndole a Woss y Gil:
Afloja la jicotea.
El País por el momento
Poco a poco se fusiona,
Sin distinción de persona
Y sin apasionamiento.
No ha habido atropellamiento
Ni quien arriba se crea,
De la discordia la tea,
Ya no hay ni quien la nombre;
Conque Gil, si eres buen hombre:
Afloja la jicotea.
En la más completa unión
Se encuentran greñudo y bolo:
Formando un partido solo
Como hermanitos que son.
No ha habido una discusión
Ni una palabrita fea,
Pues si lo que se desea
Es en paz todos vivir,
Gil, si te quieres lucir,
Afloja la jicotea.
Formando un solo partido
Se encuentra todo el Cibao,
Desde Masacre al Bonao
Como ya es bien sabido.
El Este y Sur se han unido
Al Cibao con esa idea,
Y como la unión florea,
Con placer y gusto mil,
Amigo Alejandro Gil:
Afloja la jicotea.
De todo corazón te desea un feliz
viaje, tu siempre amigo,
Juan Antonio Alix.
Santiago, 2 de Noviembre de 1903.
LAS JUNTAS DE FOMENTO
Establecidas por el progresista Don
Eugenio Descham ps, Vicepresidente y
Delegado del Gobierno en el Cibao
Para dar conocimiento
Al público en general,
De lo que el Gobierno actual
Practica por el momento,
Como asuntos de fomento,
De riqueza y bienestar,
Debo de manifestar
Que si el Gobierno consigue
Lo que con afán persigue
El país se ha de salvar.
Sabido es, que el habitante
Del campo, que trae su fruto,
Como gato entre macuto
Se lo endosa al comerciante;
Y al momento el negociante,
Ya sea por ambición
O por la mala intención
De trancar a un tercero,
Se lo compra al cosechero,
Sea cual sea su condición.
Por eso más criminal
Es sin duda el comerciante,
Que el gitanillo habitante
Y mucho más ilegal;
Pues si el cosechero tal,
Convencido ya estuviera
Que su fruto no vendiera
En pésima condición,
Jamás a la población,
Ni de chepa lo trajera.
Pero como saben bien
Que si ellos traen basura
El comerciante se apura
En comprarla en su almacén,
Eso yo lo haría también
Si yo fuera cosechero,
Pues de casa el basurero
Al comercio le trajera
Aunque así después se hundiera
Enviándolo al extranjero.
El Gobierno superior
No tiene más ideales,
Que a los frutos nacionales
Darle crédito y valor.
Para que en el exterior
Sean siempre solicitados,
Y no tan desmeritados,
Como están a la sazón
Por su mala condición
Y tan mal clasificados.
En todo el Departamento
Del Cibao están nombradas
Por Deschamps e instaladas
Varias Juntas de Fomento.
Para darle crecimiento
De una manera segura,
A comercio, agricultura,
Y a otras cosas igualmente,
Para que el País realmente
Se coloque en grande altura.
El Gobierno ha concedido
Sin pérdida de momento,
A las Juntas de Fomento
Cuanto ellas han pedido,
Y en todo está decidido
Dichas Juntas a apoyar,
Y hacerlas bien respetar
Con la mayor energía,
Porque es la única vía
De la cosa organizar.
Ya con esto es suficiente
Para que el agricultor,
Y todo especulador
Estén lo más al corriente,
Que el Gobierno no consiente
Que salga de la Nación,
Sea cual sea la producción,
Si no está bien comprobada,
Y bastante examinada
Su exquisita condición.
Así todo agricultor
Como todo comerciante,
Ya sabrán que en lo adelante
El Gobierno superior
Castigará con rigor,
Con multas y con prisión,
Al que tenga la ocasión
De comprar o de vender
Frutos de poco valer
Y de mala condición.
Lo que pretende el Gobierno
Con esa sabia medida,
Es sacar, pero en seguida,
Al País de tanto infierno,
Y de un padecer eterno,
Pues en los tiempos actuales
La miseria y tantos males
Que afligen a la Nación,
Es la mala condición
De los frutos nacionales.
Santiago, 14 de Octubre de 1903.
UN HIJO DESOBEDIENTE
Que fué a una fiesta en contra del
gusto de su padre
A mi amigo el Gral. Pedro M.
Espaillat. Santo Domingo.
Hoy también contar me toca
Otro caso parecido,
Al del hijo maldecido
En un campo allá de Moca.
Que por una cosa poca
O es decir, por un pollito,
Ese muchacho maldito
A su madre maltrató,
Y el diablo se lo llevó
Al infierno derechito.
Pues en Jacagua ha pasado
Otro caso cuasi igual,
Que lo contaré tal cual
Como a mí me lo han contado.
“Un padre de familia honrado
A un hijo le aconsejó
Y mucho le suplicó
Que no fuera a una fiesta,
Que esa noche había propuesta
En qué parte no sé yo”
Y el hijo sin más espera
Al padre así le contesta:
“Pues sí voy a la fiesta
Aunque el demonio no quiera,
Me voy de cualquier manera
Sin que nadie me sujete,
Y el primero que se mete
En privarme de mi gusto,
Cuatro balazos le ajusto
Como cinco y dos son siete”.
Otra vez le dijo el padre:
“Tú no vayas a la fiesta
Que en tu cama hago una apuesta
Que no hay perro que te ladre.
—Por la salud de mi madre
A esa fiesta sí que voy,
Porque listo ya lo estoy
Y el que me salga al encuentro
Del pecho en el mismo centro
Cuatro balazos le doy”.
El padre quedó abismado
Contemplando largo rato,
Aquel hijo tan ingrato
Desobediente y malcriado.
Y al fin, le dijo indignado:
“Hijo mío, jamás te hablo;
Pero yo espero en San Pablo
Y en el gran Poder Divino,
Que al marcharte, en el camino,
Ojalá te lleve el diablo”.
El hijo sin atender
A más nada se marchó,
Y al festín se dirigió
Lleno de gusto y placer;
Pero pronto pudo ver
Que salía de una emboscada
Un hombre de grande alzada
Con dos cuernos en la frente,
Y los ojos puramente
De fuego una llamarada.
El joven así que vió
Aquella infernal figura,
Con muy notable bravura
Al momento se cuadró
Y el revólver lo sacó,
Sin andar con pareceres;
Y al hombre dijo: ¡quién eres!
Si en el mundo andas penando,
De parte de Dios te mando
Que me digas lo que quieres”.
“Cállate esa boca, perro:
El fantasma contestó,
Que a arreglarte vengo yo
Con estas uñas de hierro.
Yo soy el diablo que encierro
A todo el que no me cuadre,
Y al perro que a mí me ladre
Como tú, que así me gruñas,
Le enseño con estas uñas
A respetar a su padre”.
De una vez entró con él
El demonio y lo tumbó,
Y las uñas le clavó
Con una fiereza cruel;
Que si no es por San Miguel
Que de encima se lo quita
De virtud con su varita,
El joven ya estuviera
Junto con aquella fiera
Que maltrató a su mamita.
E1 hijo, de tal manera
Llegó a su casa estropeado,
Con todo el cuerpo aruñado
Y la camisa por fuera,
Gritando al padre le abriera
La puerta sin dilación,
Para pedirle perdón,
Y el padre así que lo vió
Hincado, lo perdonó
Y le echó la bendición.
Viva la paz! Viva la unión! Y abajo
los cogedores de mangos bajitos! AlIé.
AlIé, a buscar qué hacer, y dejen al
País tranquilo.
Santiago, 6 de Octubre
Diremos por la presente,
Que el día siete del corriente
Por la noche, en Otra Banda
De pilluelos una tanda
Y de armamento provista,
Después de pasar revista
A siete chivos robados,
Dieron muerte los malvados
Al pedáneo Juan Batista.
Los pillos un burro prieto
Listo de un todo ‘llevaron,
Y de carne lo cargaron
Sin desollar por completo.
Batista, bello sujeto,
Y Alcalde de la Sección,
Por cumplir su obligación
Y sus bienes defender,
Vino el pobre a perecer
A las manos de un ladrón.
Dicen que fué acompañado
De dos o tres compañeros,
Que se mandaron ligeros
Cuando Juanico ha goteado.
Y que un joven buen soldado
Lelo Marte, el muy valiente,
Quien venció a los bandidos,
Dejó allí a dos heridos
Y un prisionero igualmente.
Según cuentan los vecinos
De Otra Banda y más lugares,
Dizque pasan de millares
Los chivos y los cochinos,
Y ovejos, que esos dañinos
Por todas partes cogían,
Y los cueros no vendían
En bruto los malhechores,
Pues, como son curtidores,
Ellos mismos los curtían.
También suelen declarar
Vecinos de Rafael,
Que en todo el lugar aquel
No se oye un chivo berrear,
Ni un ovejito balar
Ni otras clases de animales,
Porque los pilluelos tales
Haciendo de carne líos,
Han dejado allí vacíos
Los chiqueros y corrales.
Hoy se encuentra en el Juzgado
De Instrucción el burro prieto,
El que vino bien repleto
De chivos muertos cargado,
Con el cuero aún pegado;
Pues dicen que los chiveros
Por querer andar ligeros
Nada más los degollaban,
Y el mondongo lo dejaban
En los mismos mataderos.
Del pueblo la mayoría
Deseaba que los malvados
Fueran todos fusilados,
Que de ejemplo serviría.
Y la Autoridad quería
Al público complacer,
Pero que por atender
A unos cuantos consejeros,
Hoy se encuentran los chiveros
De la Justicia en poder.
Esta corta relación
Con gusto he publicado,
Porque me lo ha suplicado
Entera esta población.
Para con más atención
Que obren los tribunales,
Y se empeñen los fiscales
En emplear más energía,
Para darle garantía
A la crianza de animales.
Santiago, Agosto 10 de 1903
AL GOBIERNO PROVISIONAL
DE LA REPUBLICA SANTIAGO
Como cantor nacional
Yo no puedo prescindir,
De marchar o de seguir
A La opinión ‘general.
Por eso es muy natural
Cantar lo que ella desea:
Que para evitar pelea
O no más guerra civil,
Le diga a Alejandro Gil:
Afloja la jicotea.
De Alejandro siempre he sido
Amigo particular,
Y no lo puedo negar
Que le estoy agradecido;
Y como amigo querido
Este amigo le desea,
Que en salvamento se vea;
Y si de cerca le viera
Lo abrazaría y le dijera:
Afloja la jicotea.
Si el País entero ya
Desconoce tu poder,
No hagas la sangre correr
Que hasta Dios se enojará.
Vete, que tú volverás
Cuando en paz todo se vea.
A tu Patria que desea
Que no haya más bancarrota;
Conque, si eres buen patriota:
Afloja la jicotea.
Cantando estoy como un grillo
Sin a nadie maltratar,
Sin subir ni arrempujar
A partido ni a caudillo.
Ni canto por darle brillo
Ni al Jesús de Galilea,
Canto con la buena idea,
De lo que mejor conviene,
Y decirle al que la tiene:
Afloja la jicotea.
A ninguno adularé
Con atronadores vivas,
Y ni con flores ni olivas
A nadie coronaré.
A la paz le cantare
Y a la Unión que hoy campea;
Esa es toda mi tarea,
Evitar guerra civil,
Diciéndole a Woss y Gil:
Afloja la jicotea.
El País por el momento
Poco a poco se fusiona,
Sin distinción de persona
Y sin apasionamiento.
No ha habido atropellamiento
Ni quien arriba se crea,
De la discordia la tea,
Ya no hay ni quien la nombre;
Conque Gil, si eres buen hombre:
Afloja la jicotea.
En la más completa unión
Se encuentran greñudo y bolo:
Formando un partido solo
Como hermanitos que son.
No ha habido una discusión
Ni una palabrita fea,
Pues si lo que se desea
Es en paz todos vivir,
Gil, si te quieres lucir,
Afloja la jicotea.
Formando un solo partido
Se encuentra todo el Cibao,
Desde Masacre al Bonao
Como ya es bien sabido.
El Este y Sur se han unido
Al Cibao con esa idea,
Y como la unión florea,
Con placer y gusto mil,
Amigo Alejandro Gil:
Afloja la jicotea.
De todo corazón te desea un feliz
viaje, tu siempre amigo,
Juan Antonio Alix.
Santiago, 2 de Noviembre de 1903.
LAS JUNTAS DE FOMENTO
Establecidas por el progresista Don
Eugenio Descham ps, Vicepresidente y
Delegado del Gobierno en el Cibao
Para dar conocimiento
Al público en general,
De lo que el Gobierno actual
Practica por el momento,
Como asuntos de fomento,
De riqueza y bienestar,
Debo de manifestar
Que si el Gobierno consigue
Lo que con afán persigue
El país se ha de salvar.
Sabido es, que el habitante
Del campo, que trae su fruto,
Como gato entre macuto
Se lo endosa al comerciante;
Y al momento el negociante,
Ya sea por ambición
O por la mala intención
De trancar a un tercero,
Se lo compra al cosechero,
Sea cual sea su condición.
Por eso más criminal
Es sin duda el comerciante,
Que el gitanillo habitante
Y mucho más ilegal;
Pues si el cosechero tal,
Convencido ya estuviera
Que su fruto no vendiera
En pésima condición,
Jamás a la población,
Ni de chepa lo trajera.
Pero como saben bien
Que si ellos traen basura
El comerciante se apura
En comprarla en su almacén,
Eso yo lo haría también
Si yo fuera cosechero,
Pues de casa el basurero
Al comercio le trajera
Aunque así después se hundiera
Enviándolo al extranjero.
El Gobierno superior
No tiene más ideales,
Que a los frutos nacionales
Darle crédito y valor.
Para que en el exterior
Sean siempre solicitados,
Y no tan desmeritados,
Como están a la sazón
Por su mala condición
Y tan mal clasificados.
En todo el Departamento
Del Cibao están nombradas
Por Deschamps e instaladas
Varias Juntas de Fomento.
Para darle crecimiento
De una manera segura,
A comercio, agricultura,
Y a otras cosas igualmente,
Para que el País realmente
Se coloque en grande altura.
El Gobierno ha concedido
Sin pérdida de momento,
A las Juntas de Fomento
Cuanto ellas han pedido,
Y en todo está decidido
Dichas Juntas a apoyar,
Y hacerlas bien respetar
Con la mayor energía,
Porque es la única vía
De la cosa organizar.
Ya con esto es suficiente
Para que el agricultor,
Y todo especulador
Estén lo más al corriente,
Que el Gobierno no consiente
Que salga de la Nación,
Sea cual sea la producción,
Si no está bien comprobada,
Y bastante examinada
Su exquisita condición.
Así todo agricultor
Como todo comerciante,
Ya sabrán que en lo adelante
El Gobierno superior
Castigará con rigor,
Con multas y con prisión,
Al que tenga la ocasión
De comprar o de vender
Frutos de poco valer
Y de mala condición.
Lo que pretende el Gobierno
Con esa sabia medida,
Es sacar, pero en seguida,
Al País de tanto infierno,
Y de un padecer eterno,
Pues en los tiempos actuales
La miseria y tantos males
Que afligen a la Nación,
Es la mala condición
De los frutos nacionales.
Santiago, 14 de Octubre de 1903.
UN HIJO DESOBEDIENTE
Que fué a una fiesta en contra del
gusto de su padre
A mi amigo el Gral. Pedro M.
Espaillat. Santo Domingo.
Hoy también contar me toca
Otro caso parecido,
Al del hijo maldecido
En un campo allá de Moca.
Que por una cosa poca
O es decir, por un pollito,
Ese muchacho maldito
A su madre maltrató,
Y el diablo se lo llevó
Al infierno derechito.
Pues en Jacagua ha pasado
Otro caso cuasi igual,
Que lo contaré tal cual
Como a mí me lo han contado.
“Un padre de familia honrado
A un hijo le aconsejó
Y mucho le suplicó
Que no fuera a una fiesta,
Que esa noche había propuesta
En qué parte no sé yo”
Y el hijo sin más espera
Al padre así le contesta:
“Pues sí voy a la fiesta
Aunque el demonio no quiera,
Me voy de cualquier manera
Sin que nadie me sujete,
Y el primero que se mete
En privarme de mi gusto,
Cuatro balazos le ajusto
Como cinco y dos son siete”.
Otra vez le dijo el padre:
“Tú no vayas a la fiesta
Que en tu cama hago una apuesta
Que no hay perro que te ladre.
—Por la salud de mi madre
A esa fiesta sí que voy,
Porque listo ya lo estoy
Y el que me salga al encuentro
Del pecho en el mismo centro
Cuatro balazos le doy”.
El padre quedó abismado
Contemplando largo rato,
Aquel hijo tan ingrato
Desobediente y malcriado.
Y al fin, le dijo indignado:
“Hijo mío, jamás te hablo;
Pero yo espero en San Pablo
Y en el gran Poder Divino,
Que al marcharte, en el camino,
Ojalá te lleve el diablo”.
El hijo sin atender
A más nada se marchó,
Y al festín se dirigió
Lleno de gusto y placer;
Pero pronto pudo ver
Que salía de una emboscada
Un hombre de grande alzada
Con dos cuernos en la frente,
Y los ojos puramente
De fuego una llamarada.
El joven así que vió
Aquella infernal figura,
Con muy notable bravura
Al momento se cuadró
Y el revólver lo sacó,
Sin andar con pareceres;
Y al hombre dijo: ¡quién eres!
Si en el mundo andas penando,
De parte de Dios te mando
Que me digas lo que quieres”.
“Cállate esa boca, perro:
El fantasma contestó,
Que a arreglarte vengo yo
Con estas uñas de hierro.
Yo soy el diablo que encierro
A todo el que no me cuadre,
Y al perro que a mí me ladre
Como tú, que así me gruñas,
Le enseño con estas uñas
A respetar a su padre”.
De una vez entró con él
El demonio y lo tumbó,
Y las uñas le clavó
Con una fiereza cruel;
Que si no es por San Miguel
Que de encima se lo quita
De virtud con su varita,
El joven ya estuviera
Junto con aquella fiera
Que maltrató a su mamita.
E1 hijo, de tal manera
Llegó a su casa estropeado,
Con todo el cuerpo aruñado
Y la camisa por fuera,
Gritando al padre le abriera
La puerta sin dilación,
Para pedirle perdón,
Y el padre así que lo vió
Hincado, lo perdonó
Y le echó la bendición.
Viva la paz! Viva la unión! Y abajo
los cogedores de mangos bajitos! AlIé.
AlIé, a buscar qué hacer, y dejen al
País tranquilo.
Santiago, 6 de Octubre
EL 14 DE FEBRERO
CONTINUACION DE LAS DECIMAS
Unidos los santiagueros
Con un grupo de mocanos
Valientes como espartanos
Y rabudos espueleros,
A los bolos majaderos
Tanto el dado le cargaron
Que unos cuantos ni atinaron
A salir de la ciudad,
Pidiendo hospitalidad
Donde ocultos se quedaron.
Los bolos razón tenían
En temerle tanto al foete,
Porque ya en el mismo ojete
La rabiza la sentían.
Y mucho más cuando oían
“Que atájenlos por allá”,
¡“Que atráquenlos por acá”,
Y el fun fun de las abejas
Tan cerca de las orejas,
Que el más valiente se va.
¡Pero cuánto patriotismo!
¡ Oh valientes veteranos!
Estrechen aquí sus manos!
¡Qué heroísmo! ¡qué heroísmo!
Y cuánto valor: lo mismo
Les decían los camarones,
Pero a1 verlos en pelotones
Huyendo que se mataban,
Indignados les voceaban:
¡Qué pelones, qué pelones!
No se hallaron en la acción
Varios bolos generales
Por temor que en los panales
Les picara un abejón.
Fuera de la población
Quedarse allá resolvieron
Pero que cuando sintieron
El bajo de la tollina,
Pues, al que le dan camina,
En sus jacos se tendieron.
Entre ambos que lucharon,
Con seguridad se cuenta,
Que han pasado de sesenta
Las bajas que resultaron.
Los ‘bolos aquí dejaron
Muertos y algunos heridos
Los que fueron recogidos
Por la Cruz Roja bendita
Que con piedad inaudita
Fueron todos socorridos.
Después de la gran tollina
A los pájaros sin rabo
En los Cerros de Gurabo
Les dieron otra propina.
Teniendo aquella colina
Fuertemente atrincherada
En donde no hicieron nada
Trescientos que allí se hallaron,
Porque todos se panquearon
Para Cuesta Colorada.
Al salir de propartida
De los Cerros los zancudos
Continuaron los rabudos
Dándoles la despedida.
Y en la Cuesta referida
El derrote fué tan cruel,
Que echando cuasi la hiel
Por la boca, de cansados,
Llegaron desgaritados
A Llanos de Rafael.
Así pues, que no valieron
Las misas a San Antonio,
Ni los brujos del demonio,
Ni los judú que se dieron.
Ni mil promesas que hicieron
Porque todo fué pamplina;
La Providencia Divina
Como ella está con Morales
En vano son los cordiales
Y los caldos de gallina.
Y a quien Dios le da la jicotea que
se la bendiga San JUAN A. ALIX.
Amén Jesus.
Santiago, Mayo de 1904.
VIVA LA PAZ
La República Dominicana se encuentra
por el momento en plena paz y tranqui-
lidad. ¡ Loado sea Dios!
DEDICATORIA:
Al ilustre Caballero Mr. Tomás Cleve-
land, Ministro Americano cerca del Go-
bierno Dominicano, residente en la Ca -
pital de nuestra República. El señor
Cleveland ha sido bien obsequiado en
todas las Comarcas del Cibao que ha
visitado; que para bien sea.
Con toda satisfacción
Damos hoy publicidad
Que ya la tranquilidad
Reina en toda la Nación;
Pues la cruel revolución
Ha bajado su estandarte
En ese mismo baluarte
que de cuna le sirvió;
Y la paz enarboló
El suyo por toda parte.
Los dos Jefes principales
De la tal revolución,
Viendo ya con atención
Las consecuencias fatales
De esas luchas criminales,
Con el Gobierno pactaron,
Y fielmente celebraron
El Demetrio y Desiderio,
Un pacto bastante serio
Que en Montecristy firmaron.
La Provincia de La Vega
Se encuentra toda de gala,
Porque Perico Lasala
Tampoco quiere más brega;
Haciendo su gente entrega
De sus armas principales;
Inclusos los generales
Pimentel y otros varios,
Los que ya no son contrarios
Del Gobierno de Morales.
Y hay quien diga con afán
Que ya Perico Lasala,
Jamás tirará una bala
Por su compadre don Juan
El araña capitán,
Que después que le ofreció
La ínsula, se embarcó
A gozar a Puerto Rico,
Y al infeliz del Perico
En la estaca lo dejó. (1).
Por lo dicho se verá
Que ya todo está tranquilo,
-------------
(1) El refrán que dice: “quedó como
perico en la estaca”
.
Y por ese mismo estilo
Mucho tiempo lo estará.
Aunque nunca faltará
Algún hijuelo de perra,
Que desee otra vez la guerra;
Pero si cualquiera abusa,
Ya encontrará su tusa
Con los blancos de otra tierra.
Pues, ¿quién es el que no sabe
Que el Gobierno yanqui ha sido
Quien más ha contribuido
A que la guerra se acabe?
Y que esa gloria le cabe
A los norte-americanos,
Que alzadas tienen las manos
Para aplastar a cualquiera,
Que intente encender la hoguera
Entre los dominicanos.
Toda nación europea
Y los norte-americanos,
Entre los dominicanos
No consienten más pelea.
Que cual gobierno que sea
Ellos lo han de proteger
Y por la fuerza han de hacer
Que no se altere la paz,
Como remedio eficaz
Para el País florecer.
Ya un Ministro americano
Reside en la Capital,
Y lo que es el litoral
Del País dominicano
Nunca faltará a la mano
Muy grandes buques de guerra,
Que echarán gentes a tierra
Por millones si se ofrece;
Y el que se mueve, perece,
Y que de una vez se entierra.
El pueblo dominicano
Será siempre independiente,
Como promete fielmente
El coloso americano;
Y no habrá poder humano
Que le toque en realidad,
Viviendo en tranquilidad
En paz, en buena armonía,
Pero, si es en anarquía,
Perderá su libertad.
Así es que desgraciado
Del que ahora se menea,
Que prontamente gotea
Y es de una vez sepultado.
Morales está apoyado
Y su Gobierno igualmente,
Con buques, dinero y gente,
y ya con revolución
Lo que es en nuestra Nación
No se tumba presidente.
Eso es bueno con batata, como dice
un refrán.
Santiago, 11 de Julio de 1904
LA OREJA DE ÑICO EL LOCO
A mi amigo Octaviano Estrella Ciudad.
El Pobre de Ñico el loco
Es un infeliz idiota,
Que solamente se bota
Cuando lo cuquean un poco.
Ni le hace daño tampoco
A nadie ese desgraciado;
Pero como es alocado,
Donde la noche le coge,
En el suelo se recoge
Y allí duerme engurruñado.
Esa infeliz criatura
Cuando no está embriagado,
Se ocupa de hacer mandado
Y adquiere su valedura;
En la plaza de verdura
Allí gana sus cuartillas,
Cargando mesas y sillas,
Cajones y otras frioleras,
A unas cuantas canasteras
Que venden en las casillas.
Pues a ese desdichado
Sin dar motivos de queja,
Le mocharon una oreja
Sin duda agún condenado,
Que viéndolo allí acostado
Durmiendo en una cazada
La oreja le fué cortada
Por algún ser inhumano,
Que rio tiene de cristiano
Ni siquiera una pulgada.
El maldito criminal
Que a Ñico lo ha señalado
Dicen que mocho y bocado
Le puso como señal,
Como de crianza animal;
Y aunque no es de juicio sano,
El Ñico no es un marrano;
Es hijo de Dios lo mismo,
Por el agua del bautismo
Que tiene como cristiano.
El que cometió por cierto
Ese crimen tan horrendo,
Que se vaya previniendo
Con Dios que vive despierto,
Con su tribunal abierto
Y su ley siempre pareja:
Y como ese Dios no deja
Sin testigo al delincuente,
Que tengan eso presente
Los corta dores de oreja.
Estas coplas las publico
Para que el mundo lo sepa,
Que aquí se vive de chepa
Tanto el pobre como el rico.
Porque cuando el pobre Ñico
Que no debe culpas viejas,
Lo han dejado sin orejas
Si a esta tierra viene el Papa,
Como ya nadie se escapa
Le arrancan hasta las cejas.
Avenuncío, satanás!; toma la cruz,
perro mataluz! y líbrenos Dios de tanta
vagabundería. Sí, señor!
Santiago, 11 de Junio de 1904.
LOS NIÑITOS
Que se oían gritando en noches pasadas
en la Iglesia de Nuestra Señora de la
Altagracia.
El caso que resultó
En la Iglesia de Altagracia,
Aunque falto soy de gracia
A contarlo vengo yo.
Tal cual como lo contó
De aquel templo una vecina,
Que se halló en la fajina,
Dizque de unos niñitos
Trancados y dando gritos
En esa mansión divina.
Los niños dizque decían
¡Ay mamá! ¡ay mamá!...
¡Ay papá! ¡ay papá!...
Y a carcajadas reían.
Pero tanta bulla hacían
Que la policía corrió,
Y el vecindario acudió
Lleno de miedo profundo;
Y así fué que todo el mundo
Por allí se alborotó.
Unos cuantos que miraban
Por el abra de una puerta.
Decian como cosa cierta
Que en el coro se encontraban.
Unos niños que cantaban
En fila todos parados;
Y a otros veían sentados
Desnuditos en los bancos;
Y que todos eran blancos
Con gorritos colorados.
El sacristán de la Ermita.
Que se apareció en chancleta.
Armado de una escopeta
Y de un revólver marmita.
Para cantar el rosario
Por aquellos angelitos
Que de los cielos benditos
Bajaron a aquel santuario.
“Que salga una comisión
dijo allí un mequetrefe—
Para darle parte al Jefe
De esta sagrada mansión”.
Tocó allí una campanita
Así fue, sin dilación,
Y reunió al vecindario
El cura al momento vino,
Y al abrir con mucho tino
De la Sacristía la puerta,
Salió a carrera abierta
Huyendo un perro barcino.
Es todo cuanto ha pasado
En la Parroquia Altagracia,
Que no ha sido una desgracia
Como ya se ha propagado;
Un pobre perro trancado
En la iglesia dando gritos;
Eran pues los angelitos
Que ¡ay mamá! dlzque decían,
Y que también los veían
Con gorros y desnuditos.
Lo que sí es cosa cierta,
Y se puede asegurar,
Que no pueden ya dejar
Iglesia ninguna abierta.
Ya es preciso andar alerta
Con los brujos hoy en día,
Pues toda esa ratería
En las iglesias divinas,
Son los brujos y adivinas
Para arreglar brujería.
Y es cierto que al Padre Armando
Le han robado del altar,
Un vaso que suele usar
Cuando él está consagrando
Y Luis Pérez predicando
Se ha quejado ya con pena.
Que alguna persona buena,
Creyendo hacerle un favor
Entró a la Iglesia Mayor
Y le robó su patena.
Los brujos y las adivinas están de
plácemes! No hay quien les llegue al
cuero.
Así memo, así!
Santiago, Octubre 19 de 1904.
LAMENTACIONES
De una dicha de 35 carnavales que está
por casarse que no ve.
A la juventud universal, porque en
todas partes se cuecen habas.
Caramba! quiero casarme,
Aunque mi mamá lo sienta;
Porque paso de los treinta
Y yo no quiero quedarme;
Yo estoy ya por colocarme
Pero de cualquier manera,
Sin andar con más espera
Ni más vuelta al pensamiento;
Yo estoy ya por casamiento
Y me caso con cualquiera.
Cansada estoy de esperar
Y me moriré de vieja,
Esperando esta pareja
Con quien me quieren casar,
Que del cielo ha de bajar;
Blanco, noble y millonario,
De un talento extraordinario,
Buen mozo, muy elegante
Que toque el piano, y que cante
Más bonito que un canario.
Mi mamá culpa ha tenido
Que llegara yo a esta edad,
Sin esa felicidad
De tener un buen marido;
Porque a ella le ha cogido
Con que debo ser casada,
Con ministro o embajada,
De Alemania o Inglaterra;
Cuando aquí en nuestra tierra
No valemos cuasi nada.
Envidia me causa ver
Miles mujeres casadas,
Que están muy bien colocadas
Por no ponerse a escoger;
Pues el mucho pretender
Y ese orgullo mal fundado,
No da ningún resultado;
Pero ni luce ni cabe,
Donde todo el mundo sabe
Del pie que uno ha cojeado.
Mi mamá siempre se pone
Con miles de sacaliñas,
Cuando de cacas y tiñas
Este mundo se compone;
El que a eso se dispone
Se olvida de ciertas cosas,
Que no son ni tan honrosas
Para que anden repingando
Y narices aventando
Como las vacas rabiosas.
Y mi mama en otra era
Nunca frecuentó un salón
Que mereciera atención
Y ni mirarlo siquiera;
Pero hoy que en la primera
De verse tanto se alegra
Le sopla su bola negra
A tantos jóvenes buenos,
Porque dízque tiene a menos
De que la tengan por suegra.
Yo me muero por bailar
Y mi mama no me deja,
Por no haber noble pareja
Con quien pueda yo danzar.
La Juventud del lugar
No puede ser más decente,
Más culta y más complaciente,
Y a mi mama le ha cogido,
Con que el mundo está perdido
Y en los bailes comen gente.
No quiere que tenga amores,
Ni quiere que al Parque vaya,
Porque no falta canalla
Entre los visitadores.
Ni por los alrededores
De casa pisa varón
Porque dizque todos son
Unas aves de rapiñas,
Que se llevan a las niñas
Como a paloma un gorrión.
Así es, que quiero casarme
Con el hombre que me cuadre,
Y no con el que mi madre
Por esposo quiera darme.
Pues yo no quiero quedarme
Como otras que están penando,
Que por estar esperando
Casarse con un Sultán,
Vistiendo santos están
Y en las iglesias cantando.
Para tanta esclavitud,
Seguro que me coloco,
Así sea con Ñico el loco,
Si no anda con prontitud
La piadosa juventud,
Pues cualquiera se condena
Viviendo con tanta pena
Y así tan mortificada,
Como una monja encerrada
Sin saber de cosa buena.
La probe! Ojalá encuentre un viejo
bobo que la saque de pena, así sea co-
mo el decímero.
Santiago, 29 de septiembre. 1904.
EL CHIVO MOTON
A los amigos Rodolfo Lithgow y
Enrique Pastoriza.
Aunque mi mamá lo sienta;
Porque paso de los treinta
Y yo no quiero quedarme;
Yo estoy ya por colocarme
Pero de cualquier manera,
Sin andar con más espera
Ni más vuelta al pensamiento;
Yo estoy ya por casamiento
Y me caso con cualquiera.
Cansada estoy de esperar
Y me moriré de vieja,
Esperando esta pareja
Con quien me quieren casar,
Que del cielo ha de bajar;
Blanco, noble y millonario,
De un talento extraordinario,
Buen mozo, muy elegante
Que toque el piano, y que cante
Más bonito que un canario.
Mi mamá culpa ha tenido
Que llegara yo a esta edad,
Sin esa felicidad
De tener un buen marido;
Porque a ella le ha cogido
Con que debo ser casada,
Con ministro o embajada,
De Alemania o Inglaterra;
Cuando aquí en nuestra tierra
No valemos cuasi nada.
Envidia me causa ver
Miles mujeres casadas,
Que están muy bien colocadas
Por no ponerse a escoger;
Pues el mucho pretender
Y ese orgullo mal fundado,
No da ningún resultado;
Pero ni luce ni cabe,
Donde todo el mundo sabe
Del pie que uno ha cojeado.
Mi mamá siempre se pone
Con miles de sacaliñas,
Cuando de cacas y tiñas
Este mundo se compone;
El que a eso se dispone
Se olvida de ciertas cosas,
Que no son ni tan honrosas
Para que anden repingando
Y narices aventando
Como las vacas rabiosas.
Y mi mama en otra era
Nunca frecuentó un salón
Que mereciera atención
Y ni mirarlo siquiera;
Pero hoy que en la primera
De verse tanto se alegra
Le sopla su bola negra
A tantos jóvenes buenos,
Porque dízque tiene a menos
De que la tengan por suegra.
Yo me muero por bailar
Y mi mama no me deja,
Por no haber noble pareja
Con quien pueda yo danzar.
La Juventud del lugar
No puede ser más decente,
Más culta y más complaciente,
Y a mi mama le ha cogido,
Con que el mundo está perdido
Y en los bailes comen gente.
No quiere que tenga amores,
Ni quiere que al Parque vaya,
Porque no falta canalla
Entre los visitadores.
Ni por los alrededores
De casa pisa varón
Porque dizque todos son
Unas aves de rapiñas,
Que se llevan a las niñas
Como a paloma un gorrión.
Así es, que quiero casarme
Con el hombre que me cuadre,
Y no con el que mi madre
Por esposo quiera darme.
Pues yo no quiero quedarme
Como otras que están penando,
Que por estar esperando
Casarse con un Sultán,
Vistiendo santos están
Y en las iglesias cantando.
Para tanta esclavitud,
Seguro que me coloco,
Así sea con Ñico el loco,
Si no anda con prontitud
La piadosa juventud,
Pues cualquiera se condena
Viviendo con tanta pena
Y así tan mortificada,
Como una monja encerrada
Sin saber de cosa buena.
La probe! Ojalá encuentre un viejo
bobo que la saque de pena, así sea co-
mo el decímero.
Santiago, 29 de septiembre. 1904.
EL CHIVO MOTON
A los amigos Rodolfo Lithgow y
Enrique Pastoriza.
Ha llegado a la Estación
Del Ferrocarril Central,
Un chivo fenomenal
Que ha causado admiración.
Es un chivato motón
De larga barba poblado
Y entre patas bien pegado,
Un talego regular,
Con el que puede probar
Que nunca ha sido capado.
El chivo de referencia
A Montecristi llegó,
Y por la Aduana pasó
Con la mayor insolencia,
Pues sin pedirle licencia
Al jefe de aquel bufete,
Se ajustó por un boquete,
Pasó por la población,
Sin ninguna interrupción
Hasta verse en Navarrete.
Francamente ahí llegó
Monrado en varias carretas,
Con barriles y maletas
Que allí las depositó.
Más tarde se trasladó
Al tren de la vía Central,
Y con gran ceremonial
Tuvo en esta población,
La más bella recepción
Por la autoridad local.
Allí fué el Gobernador,
El Alcalde y el Fiscal.
Los Jueces del Tribunal,
Los de orden Superior;
También le cupo ese honor
Al Señor Juez de Instrucción,
Y de gente una porción
Lo mismo pasó en seguida,
A darle la bienvenida
Al caballero motón.
Mas después de celebrada
La recepción oficial,
Con un proceso verbal
La fiesta fué terminada.
Perú, que a la llegada.
De señor facultativo,
Que observó que dicho chivo
El vientre tenía inflamado
Al punto le fué aplicado
De emético un vomitivo.
Con ese medicamento
El motón se mejoró,
Porque al instante arrojó
Mucha bilis y excremento,
Envuelto aquello en cemento
Romano, varios barriles
Y un sin fin de proyectiles
Explosivos, igualmente,
y revólver de patente,
Pero no arrojó fusiles.
Como el Laudo en Puerto Plata
Ha puesto los mangos altos,
Van los chivos dando saltos
En busca de mejor mata;
Donde no es preciso lata
Ni otros cuantos requisitos,
Sino seguir derechitos
Y entrar por aquel boquete,
Por donde el chivo se mete
A coger mangos bajitos.
Y la Impruven (1) ¿qué dirá
Del motón y su regalo?
Dirá que por ese palo
Nunca se le pagará;
Pues si todo el mundo va
En busca de los totones,
Ya vendrán otros motones
Buscando el mismo boquete,
Y pasar a Navarrete
Francamente en carretones.
Santiago, 7 de Noviembre de 1904.
Del Ferrocarril Central,
Un chivo fenomenal
Que ha causado admiración.
Es un chivato motón
De larga barba poblado
Y entre patas bien pegado,
Un talego regular,
Con el que puede probar
Que nunca ha sido capado.
El chivo de referencia
A Montecristi llegó,
Y por la Aduana pasó
Con la mayor insolencia,
Pues sin pedirle licencia
Al jefe de aquel bufete,
Se ajustó por un boquete,
Pasó por la población,
Sin ninguna interrupción
Hasta verse en Navarrete.
Francamente ahí llegó
Monrado en varias carretas,
Con barriles y maletas
Que allí las depositó.
Más tarde se trasladó
Al tren de la vía Central,
Y con gran ceremonial
Tuvo en esta población,
La más bella recepción
Por la autoridad local.
Allí fué el Gobernador,
El Alcalde y el Fiscal.
Los Jueces del Tribunal,
Los de orden Superior;
También le cupo ese honor
Al Señor Juez de Instrucción,
Y de gente una porción
Lo mismo pasó en seguida,
A darle la bienvenida
Al caballero motón.
Mas después de celebrada
La recepción oficial,
Con un proceso verbal
La fiesta fué terminada.
Perú, que a la llegada.
De señor facultativo,
Que observó que dicho chivo
El vientre tenía inflamado
Al punto le fué aplicado
De emético un vomitivo.
Con ese medicamento
El motón se mejoró,
Porque al instante arrojó
Mucha bilis y excremento,
Envuelto aquello en cemento
Romano, varios barriles
Y un sin fin de proyectiles
Explosivos, igualmente,
y revólver de patente,
Pero no arrojó fusiles.
Como el Laudo en Puerto Plata
Ha puesto los mangos altos,
Van los chivos dando saltos
En busca de mejor mata;
Donde no es preciso lata
Ni otros cuantos requisitos,
Sino seguir derechitos
Y entrar por aquel boquete,
Por donde el chivo se mete
A coger mangos bajitos.
Y la Impruven (1) ¿qué dirá
Del motón y su regalo?
Dirá que por ese palo
Nunca se le pagará;
Pues si todo el mundo va
En busca de los totones,
Ya vendrán otros motones
Buscando el mismo boquete,
Y pasar a Navarrete
Francamente en carretones.
Santiago, 7 de Noviembre de 1904.
LOS MANGOS BAJITOS
Al simpático y popularísimo "Listín Diario",
el periódico más interesante y de más circulación
que ha tenido el País.
Vamos a ver lo que dice don Martín Garata.
Dice don Martin Garata,
Persona de alto rango,
Que le gusta mucho el mango
Porque es una fruta grata.
Pero treparse en la mata
Y verse en los cogollitos,
Y en aprietos infinitos...
Como eso es tan peligroso,
El encuentra más sabroso
Coger los mangos bajitos.
Don Martín dice también
Que le gusta la castaña,
Pero cuando mano extraña
La saca de la sartén,
Y que se la pelen bien
Con todos los requisitos;
Pero arderse los deditos
Metiéndolos en la flama.
Eso sí que no se llama
Coger Los mangos bajitos.
Por eso la suerte ingrata
De la Patria no mejora
Porque muchos son ahora
Como don Martín Garata,
Que quieren meterse en plata
Ganando cuartos mansitos
Con monopolios bonitos,
Con chivos o contrabando,
O así, de cuenta de mando,
Coger los mangos bajitos.
Cuando hay revolución
Maña es la más antigua,
Despachar a la manigua
De brutos a una porción.
Que al mandarlos algún don
Ya se marchan derechitos,
Y los dones quietecitos
Cada cual queda en su casa.
Para cuando todo pasa,
Coger los mangos bajitos.
Cuando el toro está plantado
Se verán miles toreros,
Allí en los burladeros
Con el pitirrio apretado.
Cuando el toro otro ha matado
Al punto salen toditos,
Echando vivas a gritos
Y a empuñar buenos empleos,
Que son todos sus deseos
Coger los mangos bajitos.
Dejen ya la maña vieja
De mandar al monte gente
Para tumbar presidente
Sin dar motivos de queja;
Que la prudencia aconseja,
Que vivamos tranquilitos,
Como buenos hermanitos,
Que mucha sangre ha costado
Y la ruina del Estado
Coger los mangos bajitos.
Y que vean lo que ha costado
La tumba de dos poderes,
Que han muerto miles de seres
Que la tierra se ha tragado.
Cuántas viudas no han quedado,
Y huérfanos infinitos!
Cuántas miserias y gritos!
Y cuánta sangre correr!...
Por unos cuantos querer
Coger los mangos bajitos.
Ahora lo que han de hacer
Echarlo todo al olvido,
Y al Presidente elegido
Ayudarlo a sostener.
Y evitar que vuelva a haber
Más viudas y huerfanitos,
Más crímenes y delitos,
Y lárguense a trabajar,
Los que quieren,
SIN SUDAR,
Coger los mangos bajitos.
Viva la paz! Viva la Unión!
Y abajo los cogedores de mangos bajitos!
Allé, Allé, a buscar qué hacer,
Y dejen al país tranquilo!
EL PLEITO DE PONTEZUELA
Ocurrido en dicho lugar en la
noche del día de Santa Rosa
El día de Santa Rosa
Gran pleito en la Pontezuela,
Dos muertos y dos heridos
Quedaron en la refriega.
En casa de un tal Silverio
Hubo una gran diversión,
La que fué sin dilación
Convertida en cementerio.
Pues ya se dice de serio
Que por una simple cosa,
En esa fiesta azarosa
Quedaron allí tendidos
Dos muertos y dos heridos
En el día de Santa Rosa.
Todo fué por cuatro reales
De juego en una partida,
Que allí se quitó la vida
Aquel par de irracionales.
Y más de cien criminales
Al ver el apaga vela,
Se prendieron en candela
Con los revólver, to, to, to!...
Y la fiesta se volvió
Gran pleito en la Pontezuela.
También hay que declarar
Que en medio del tiroteo,
Hubo grito y pataleo
De mujeres con el mar;
Y caballos relinchar
Se oían, despavoridos,
Y de perros los aullidos,
Las gallinas cacareando,
Y las familias gritando
Dos muertos y dos heridos.
Y los dos que parecieron
Por un castigo de Dios,
José Rodríguez, los dos
El mismo nombre tuvieron.
Y José los que salieron
Heridos en esa brega;
Así es que nadie niega
Lo que muy claro se ve,
De que allí cuatro José
Quedaron en la refriega
.
Muertos:
José Rodríguez Rosario,
José Rodríguez Rosario.
(Primos hermanos y amigos).
Heridos:
José Fernández,
José Eugenio Blanco.
Aprieta, Colasa! qué tal?
Santiago, 4 de Setiem
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