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miércoles, 18 de noviembre de 2015

“Dos Hermanitos y una sola bicicleta”

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En mi dedo menique de la mano derecha,  tengo una marca indeleble, una pequeña cicatriz que adquirí hace decenas de años, cuando sólo era un chiquillo en los que todavía no apuntaban los bigotes.
Siempre pensé, que el origen de la casi imperceptible marca sería la excusa perfecta para escribir una historia sobre dos pequeños hermanos de un barrio de la combativa zona norte de la Capital Dominicana,  que intentaban sin lograrlo montar al mismo tiempo, la misma bici de segunda mano, aro 16. La bicicleta era de Darío, hijo de Tía Lupe.
El tiempo ha pasado, y tengo las manos vacías, ni tengo la excusa, ni tampoco tengo la historia. Es que crecí, “bueno no crecí tanto”, pero aumenté de edad pensando que Carlos José y yo nos peleamos por la bici, y algo peor “que él me empujo deliberadamente”, porque no quería  prestármela, y que al caer me hice la pequeña cicatriz de marras.

El tiempo borra muchas cosas, casi ha borrado la pequeña herida física. El tema llegó en estos días sin ton ni son , y esto fue lo que me dijo sin  -Carlos José – “yo sabía montar bicicleta, estábamos en la calle 19 casi esquina 38 en Villas Agrícolas, en la bajada, yo te decía que tù  no sabías bien, e  insistías que sabías; y finalmente, cansado de tus quejas te solté, y como no sabias bien montar, te caíste y te cortaste”.

El tiempo ha pasado en alas de mismísima historia familiar, pensé que éramos hermanos comunes y corrientes y que peleábamos como todos los muchachos, pero me equivoqué y pensé. ¡venimos de otro planeta! y por fortuna, “ Nunca hemos peleado”.



Autor:Víctor Elías Aquino

martes, 10 de noviembre de 2015

De Noé a Papá




Victor Elias Aquino




El  alcohol ha hecho muchísimo daño a la humanidad desde aquel día en que el patriara Noé  “bebió del vino”, y se embriagó.
Fue quizás la borrachera más  tonta e inocente, pero se expuso a la vergüenza de que Can,  su hijo; a su vez padre de   los cananeos  y  que este viera su desnudez.
Parece que el alcohol  y el vino están aparejados a las tonterías. 
Noé no escapó a ello. Génesis 9: 21 dice que Noé estaba descubierto en medio de la tienda.  Triste espectáculo para el hombre que había llevado a cabo una de las empresas más importantes de la humanidad: Construir el arca  que salvar  a la humanidad de la destrucción total.
Desde  mi desván,  entre cuatro paredes, pienso que el ser humano, sea presidente de la  República, mensajero, secretaria, conserje o lo que fuera actúa como un tanto en dos  ocasiones: cuando está enamorado o cuando está borracho.
Tan es así que la cara de tonto se dibuja perfecta en el rostro de las  personas enamoradas.
Los payasos hacen payasearías; pero es un trabajo y les pagan por ello.   Los tontos hacen tonterías, y es de  gratis.
Con cada trago, con cada copa, los borrachos se van poniendo más y más impertinentes, sube el furor y se tornan molestosos.
Se exponen a  la vergüenza, y  avergüenzan a toda una familia.
Es difícil convivir con un borracho, pero se puede amar a alguien que bebe.  Mi  papa bebió y fumó   desde los 12 o 13 años.
Cuando no tomaba, era  el padre tierno, amoroso, atento, fino, delicado   que cualquier hijo quisiera tener; pero cuando bebía era  otro ser humano, pienso que a veces ni yo lo conocía.
De niño, me empinaba sobre mí mismo, para ver lo que hacía, llevaba su botella  justo al pié de  la mata de cocos del patio, y cuando el reloj marcaba las 12:00 de  la noche comenzaba por desafiar al Diablo, lo invitaba a pelear, le decían ruin;  finalmente cuando  le daba sueño acababa con toda la curia vaticana de  aquel entonces y se acostaba.
Demás está decir que papa nunca tuvo  contrincante en estos pleitos en solitario a la luz de la luna.



 Autor:
Victor Elias Aquino
   Periodista

martes, 3 de noviembre de 2015

Beso de Sal










BESOS DE SAL

Fue el mejor y el peor de los besos

Fue un beso tierno

Un beso de Novela

Sin prácticas previas

A escasos pasos de la abuela que dormitaba

 la   besaba y la besaba

Al final me quedó un mal sabor

Y un buen recuerdo

Su lengua sabía a sal

Sus besos eran salados.



Autor:

Victor Elias Aquino
4 junio del 2007

NOTA:
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
POR LA OFICINA DE DERECHO DE AUTOR
DE LA REP.DOMINICANA

“Te llevarán a donde no quieras”.



Caminaba despistado por los pasillos del segundo piso de Bella Vista Mall en Santo Domingo, escoltado por mis dos tenientes; mi primogénito Yofre, y la bella Samantha, de repente, frente a mis ojos marrones, “ una escena que conmovió las fibras internas de mi corazón,” otro padre, de unos 80 años, bien parecido según la cultura anglosajona, vestido impecablemente, iba del brazo de quien era “su vivo retrato”, y a viva voz lo conminaba a tomar la escalera eléctrica, a lo que el don respondía con voz firme y varonil , “ no quiero”, pero los brazos del joven eran fuertes como los de Sansón, el de la Biblia; de modo que, prácticamente lo hizo saltar hasta la escalinata en un santiamén, pero aún vencido repitió, “ no quiero”, y su rostro se tornó adusto, como de cera.
Nunca sabré que cosa no quería el caballero, lo que si conozco es lo que dice la biblia en Juan 21: 18, “de cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras”.
Mis palabras sobran, de ahora en adelante.
Para ambos, Sam y Yofre, la escena fue una más en la película real que es la vida, me vi representado en un hombre al que nunca había visto, y quizás nunca lo vuelva a ver.
Pero como dice Tío Luis, “ es que llegar a viejo es una profesión, la profesión más difícil de ejercer en el mundo”.
Esas palabras, me recordaron otras, pero en el mismo tono, un anciano ya fallecido, Monseñor Francisco Arnáiz, quien fuera obispo auxiliar de la Ciudad de Santo Domingo llegaba un día a las instalaciones de la Feria Internacional del Libro, en la Plaza de la Cultura, en una calurosa tarde, luego del sopor de las tres de la tarde; pero sus menguadas fuerzas y la edad eran como una prisión ya no le daban para salir sólo del carro, un Toyota Corolla 1998.
El anciano, fijó sus ojos verdes lilas en un joven camarógrafo,  le habló con las pupilas de sus ojos, y éste entendió que el obispo necesitaba ayuda, con paciencia, con calma logró no sólo ayudarlo a salir del auto, sino también llevarlo hasta el salón en que éste asistiría a la puesta en circulación de un libro,asistido por el fotoreportero Diego Feliz.
Finalmente, Arnaiz le dio las gracias a Williams y le dijo con voz clara y bien audible, “ es que la vejez cobra un peaje muy caro”.
Es que “Quien no se muere a viejo llega”.

Autor:
Víctor Elías Aquino


Poematica del tiempo