Un remanso de palomas respirando en la plaza
se disputa los aciertos de tu cuerpo
el acontecimiento tierno de tus formas
la luz escurridiza de tus ojos acariciados por el verano
mientras una paz de ancianos va perdiéndose en el tumulto
en la algarabía cotidiana de autobuses y pasajeros.
Tú eres la compañera
la puerta de mis gritos abriéndose en el viento
un sueño de ángeles comunicándome con los cielos
una probabilidad del llanto y la nostalgia
un recodo del amor en la soledad de los hombres.
No todo es polvo en el corazón de la ciudad
hay pájaros donde no llegan los edificios
y dioses pequeños que van perdiendo sus magias
abandonados en el tiempo por los buitres del miedo.
Tú eres la compañera
una flor en el asfalto y el hormigón
un testigo del sol besando los flecos verdes de los árboles
de los amantes en los pasillos de la noche
y de la esperanza desprendiéndose con su olor de frutas en
el alba.
Mujer de labios carnívoros y antillanos
honda raíz de la descendencia
martillo racial
absorta piel en un horizonte de blancos
tú eres la compañera
la agonía y el silencio útil de los juegos nocturnos.
El mar parece un misterio en una ciudad sin puertos
un suscrito tratado de respeto con la tierra
para no asaltarla con el insomnio de sus aguas.
Y todo esto más todo aquello
para decir que tú eres la compañera
que estamos lejos
que somos un remordimiento de recuerdos
y que esta ciudad enorme es apenas un afiche
del Cordobés o
Sofía Loren
y no la isla aquella de fuego
que nos aflige y nos despierta por las mañanas
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