Como cálido soplo que cruza las ramas de los árboles
y se interna veloz entre vidrieras y adoquines.
Como muchachas hermosísimas
que tienen los ojos de miel y almendros
con la piel tan próxima y suave.
Como poetas y bohemios
apostando al mar y a la nostalgia.
Como dilectantes que arreglan el mundo
a las cinco de la tarde, todos los días.
Como recinto letal
donde alguien ve morir ilusiones y deseos.
Como oferta y despojo
como alacrán y hormiga.
Como vuelo tibio de una llama
en que la patria se convirtió en calle,
en paisaje de alondra y llanto.
Como pisadas que se vuelven danzas,
rituales de amores paralelos,
blandos instantes, lloviznas,
honduras fugaces donde se citan los amantes.
Como farsa y asombro,
como corredor de tunantes,
lienzos de la rosa y el lobo,
ladrillos donde alguien confiesa con grafitti
su naufragio, su éxtasis,
su díscola mudanza de amor.
Oh calle El Conde,
como tú, embeleso y fortuna,
celaje de feroz dulzura,
como cielo y luna,
como nupcias del alma,
como duende de violeta grávida,
se gestó esta canción,
que en tu voz
navega la ciudad
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