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miércoles, 5 de febrero de 2014

Ante una mujer desnuda

Sorprendí la luz en la colmena del alba,
alta cima que arde como esplendente llama,
acecho dulce del cuerpo que fosforece,
feroz cimitarra donde entigrecemos,
velluda armadura donde la eternidad nos destierra,

empeño de abismo donde se amurallan los sentidos,
claustro del semblante y del milenio dulce,
convulsiona la alondra bajo el fuego del gemido
y es hondura más sonora que el instante
donde la aurora del alma aflora.

Embiste el imán su secuencia ciega,
y la rosa reanuda su mudanza a la deriva,
una estrella de mar se hospeda en el vino
y la cabecea en la desnudez su fugaz hermosura,

nos embosca el fósforo ceniciento,
la grávida ensenada del vigía alucinado,
es omniluciente el volumen de los pechos y la loca pisada
donde el amor es un tunel fresco,
un oficio indecible que es escándalo y degüello.

Todas mis locuras caben en tu recinto
y es tu cuerpo desnudo la plenitud perdida
del milagro la ocasión festiva,
del volcán furioso y erguido que sólo por ti
se alza y se derriba
y vuélvese acero y quejido
para el desquite de su orgullo herido.


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