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sábado, 25 de enero de 2014

Salome Ureña,poetiza dominicana





RUINAS

Memorias venerandas de otros días,
soberbios monumentos,
del pasado esplendor reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos.

Al veros ¡ay! con rapidez que pasma
por la angustiada mente
que sueña con la gloria y se entusiasma
la bella historia de otra edad luciente.

¡Oh, Quisqueya! Las ciencias agrupadas
te alzaron en sus hombros
del mundo a las atónitas miradas;
y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas
la brisa que solloza en tus escombros.

Ayer, cuando las artes florecientes
su imperio aquí fijaron
y creaciones tuviste eminentes,
fuiste pasmo y asombro de las gentes,
y la Atenas moderna te llamaron.

Águila audaz que rápida tendiste
tus alas al vacío
y por sobre las nubes te meciste:
¿por qué te miro desolada y triste?
¿dó está de tu grandeza el poderío?

Vinieron años de amarguras tantas,
de tanta servidumbre;
que hoy esa historia al recordar te espantas,
porque inerme, de un dueño ante las plantas,
humillada te vio la muchedumbre.

Y las artes entonces, inactivas,
murieron en tu suelo,
se abatieron tus cúpulas altivas,
y las ciencias tendieron, fugitivas,
a otras regiones, con dolor, su vuelo.

¡Oh, mi Antilla infeliz que el alma adora!
Doquiera que la vista
ávida gira en tu entusiasmo ahora,
una ruina denuncia acusadora
las muertas glorias de tu genio artista.

¡Patria desventurada! ¿Qué anatema
cayó sobre tu frente?
Levanta ya de tu indolencia extrema:
la hora sonó de redención suprema
y ¡ay, si desmayas en la lid presente!

Pero vano temor: ya decidida
hacia el futuro avanzas;
ya del sueño despiertas a la vista,
y a la gloria te vas engrandecida
en alas de risueñas esperanzas.

Lucha, insiste, tus títulos reclama:
que el fuego de tu zona
preste a tu genio su potente llama,
y entre el aplauso que te dé la fama
vuelve a ceñirte la triunfal corona.

Que mientras sueño para ti una palma,
y al porvenir caminas,
no más se oprimirá de angustia el alma
cuando contemple en la callada calma
la majestad solemne de tus ruinas.


EL AVE Y EL NIDO

¿Por qué te asustas, ave sencilla?
¿Por qué tus ojos fijas en mí?
Yo no pretendo, pobre avecilla,
llevar tu nido lejos de aquí.

Aquí, en el hueco de piedra dura,
tranquila y sola te vi al pasar,
y traigo flores de la llanura
para que adornes tu libre hogar.

Pero me miras y te estremeces,
y el ala bates con inquietud,
y te adelantas, resuelta, a veces,
con amorosa solicitud.

Porque no sabes hasta qué grado
yo la inocencia sé respetar,
que es, para el alma tierna, sagrado
de tus amores el libre hogar.

¡Pobre avecilla! Vuelve a tu nido
mientras del prado me alejo yo;
en él mi mano lecho mullido
de hojas y flores te preparó.

Mas si tu tierna prole futura
en duro lecho miro al pasar,
con flores y hojas de la llanura
deja que adorne tu libre hogar.


LA LLEGADA DEL INVIERNO

Llega en buen hora, mas no presumas
ser de estos valles regio señor
que en el espacio mueren tus brumas
cuando del seno de las espumas
emerge el astro de esta región.

En otros climas, a tus rigores
pierden los campos gala y matiz,
paran las aguas con sus rumores,
no hay luz ni brisas, mueren las flores,
huyen las aves a otro confín.

En mi adorada gentil Quisqueya,
cuando el otoño pasando va,
la vista en vano busca tu huella:
que en esta zona feliz descuella
perenne encanto primaveral.

Que en sus contornos el verde llano,
que en su eminencia la cumbre azul,
la gala ostentan que al suelo indiano
con rica pompa viste el verano
y un sol de fuego baña de luz.

Y en esos campos donde atesora
naturaleza tanto primor,
bajo esa lumbre que el cielo dora,
tiende el arroyo su onda sonora
y alzan las aves tierna canción.

Nunca abandonan las golondrinas
por otras playas mi hogar feliz:
que en anchas grutas al mar vecinas
su nido arrullan, de algas marinas,
rumor de espumas y auras de abril.

Aquí no hay noches aterradoras
que horror al pobre ni angustia den,
ni el fuego ansiando pasa las horas
de las estufas restauradoras
que otras regiones han menester.

Pasa ligero, llega a otros climas
donde tus brumas tiendas audaz,
donde tus huellas de muerte imprimas,
que aunque amenaces mis altas cimas
y aunque pretendas tu cetro alzar,

siempre mis aguas tendrán rumores,
blancas espumas mi mar azul,
mis tiernas aves cantos de amores,
gala mis campos, vida mis flores,
mi ambiente aromas, mi esfera luz.


EL CANTAR DE MIS CANTARES
Cuando los vientos murmuradores
llevan los ecos de mi laúd
con los acentos de mis amores
resuena un nombre, que de rumores
pasa llenando la esfera azul.

Que en ese nombre que tanto adoro
y al labio acude con dulce afán,
de aves y brisas amante coro,
rumor de espumas, eco sonoro
de ondas y palmas y bosques hay.

Y para el alma que en ese ambiente
vive y respira sin inquietud,
y las delicias del cielo siente,
guarda ese nombre puro y ferviente
todo un poema de amor y luz.

Quisqueya ¡oh, Patria! ¿Quién, si en tu suelo
le dio la suerte nacer feliz,
quién, si te adora con fiel desvelo,
cuando te nombra no oye en su anhelo
músicas gratas reproducir?

Bella y hermosa cual la esperanza,
lozana y joven, así eres tú;
a copiar nunca la mente alcanza
tus perfecciones, tu semejanza,
de sus delirios en la inquietud.

Tus bellos campos que el sol inunda,
tus altas cumbres de enhiesta sien,
de tus torrentes la voz profunda,
la palpitante savia fecunda
con que la vida bulle en tu ser,

todo seduce, todo arrebata,
todo, en conjunto fascinador,
en armoniosa corriente grata,
hace en tu suelo la dicha innata
y abre horizontes a la ilusión.

Y ¡ay, si oprimirte con mano ruda
quiere en su saña la iniquidad!
Tu espada pronto brilla desnuda,
te alzas potente, y en la lid cruda
segando lauros triunfante vas.

Naturaleza te dio al crearte
belleza, genio, fuerza y valor;
y es mi delirio con fe cantarte
y entre lo grande siempre buscarte
con el empeño del corazón.

Por eso el alma te buscó un día
con ansia ardiente, con vivo afán,
entre las luchas y la porfía
y entre los triunfos de gallardía
con que el progreso gigante va.

Mas ¡ay! en vano pregunté ansiosa
si entre el tumulto cruzabas tú:
llevó la brisa mi voz quejosa;
silencio mudo, sombra enojosa
miré en tu puesto solo y sin luz.

Tú, la preciada, la libre Antilla,
la más hermosa perla del mar,
la que de gloria radiante brilla
¿huyes la senda que ufana trilla
con planta firme la humanidad?

A tu corona rica y luciente
falta la joya de más valor;
búscala presto, que ya presiente
para ti el alma, con gozo ardiente,
grandes victorias de bendición.

¡Patria bendita! ¡Numen sagrado!
¡Raudal perenne de amor y luz!
Tu dulce nombre siempre adorado,
que el pecho lleva con fe grabado,
vibra en los sones de mi laúd.

Y pues que mueve nombre tan puro
de mis cantares la inspiración,
y ansiando vivo tu bien seguro,
la sien levanta, mira al futuro,
y oye mis cantos, oye mi voz!


SUEÑOS
En horas gratas, cuando serena
reposa el alma libre de afán,
y el aura amena
pasa, de agrestes rumores llena,
y es todo calma, todo solaz;

cuando la Patria suspende el ruido
de las contiendas aterrador,
y confundido
quedar parece bajo el olvido
cuanto es angustias al corazón,

castas visiones vienen ligeras,
y en bullicioso giro fugaz,
cual mensajeras
de paz y dicha, nuevas esferas
al pensamiento mostrando van;

nuevas esferas donde la mente
vislumbra absorta mares de luz,
donde se siente
que extraños sones lleva el ambiente
sobre las nubes del cielo azul.

Enajenada la fantasía,
de esas visiones corriendo en pos,
mira a porfía
pueblos y pueblos buscar la vía
de esas regiones de eterno albor.

Rasga el destino su denso velo,
y a sus fulgores el porvenir
muestra a mi anhelo
como a esa altura, con libre vuelo,
Quisqueya asciende grande y feliz.

Sueños de gloria que halagadores
el ama sigue llena de fe;
bien que traidores
huyen a voces, y sus fulgores
envuelven sombras de lobreguez.

¡Ay! Es que entonces, Patria bendita,
cubre tus campos ruido fatal,
que a la infinita
región se eleva, y el alma agita
con emociones de hondo pesar.

Mas cuando calla la voz terrible
cuando sereno luce el confín,
y bonancible
pasa la brisa, con apacible
giro de blandos rumores mil,

cándidas vuelven esas visiones
arrobadoras en multitud
y esas regiones
a poblar vuelven extraños sones
y claridades de viva luz.

A esas esferas del pensamiento
quiero llevarte, Patria gentil;
si oyes mi acento,
si verte quieres en alto asiento,
dominadora del porvenir;

¡ah, quede siempre suspenso el ruido
de las contiendas aterrador;
que enternecido
desde su trono de luz ceñido
sueños de gloria te ofrece Dios!


LUZ
¿Adónde el alma incierta
pretende el vuelo remontar ahora?
¿Qué rumor de otra vida la despierta?
¿Qué luz deslumbradora
inunda los espacios y reviste
de lujoso esplendor cuanto era triste?

¿La inquieta fantasía
finge otra vez en la tiniebla oscura
los destellos vivísimos del día,
lanzándose insegura,
enajenada en su delirio vago,
de un bien engañador tras el halago?

¡Ah, no! Que ya desciende
sobre Quisqueya, a iluminar las almas,
rayo de amor que el entusiasmo enciende,
y de las tristes calmas
el espíritu en ocio, ya contento,
surge a la actividad del pensamiento.

Y surge a la existencia,
al trabajo, a la paz, la Patria mía,
a la egregia conquista de la ciencia
que en inmortal porfía
los pueblos y los pueblos arrebata
y del error las nieblas desbarata.

Ayer, meditabunda,
lloré sobre tus ruinas ¡oh, Quisqueya!
toda una historia en esplendor fecunda,
al remover la huella
del arte, de la ciencia, de la gloria
allí esculpida en perennal memoria.

Y el ánimo intranquilo
llorando pregunto si nunca al suelo
donde tuvo el saber preclaro asilo
a detener su vuelo
el genio de la luz en fausto día
con promesas de triunfos volvería.

Y de esperanzas llena
temerosa aguarde, y al viento ahora,
cuando amanece fúlgida, serena,
del bienestar la aurora,
lanzo del pecho, que enajena el gozo,
las notas de mi afán y mi alborozo.

Sí, que ensancharse veo
las aulas, del saber propagadoras,
y de fama despiértase el deseo,
brindando protectoras
las ciencias sus tesoros al talento,
que inflamado en ardor corre sediento.

Ya de la patria esfera
los horizontes dilatarse miro:
el futuro sonriendo nos espera,
que en entusiasta giro,
ceñida de laurel, a la eminencia
se levanta feliz la inteligencia.

Es esa la futura
prenda de paz, de amor y de grandeza,
la que el bien de los pueblos asegura.
la base de firmeza
donde al mundo, con timbres y blasones,
se elevan prepotentes las naciones.

¡Cuántas victorias altas
el destino te guarda, Patria mía,
si con firme valor la cumbre asaltas
Escúchame y porfía;
escucha una vez más, oye ferviente
la palabra de amor que nunca miente:

yo soy la voz que canta
del polvo removiendo tus memorias,
el himno que a tus triunfos se adelanta,
el eco de tus glorias...
No desmayes, no cejes, sigue, avanza:
¡tuya del porvenir es la esperanza!


SOMBRAS
Alzad del polvo inerte,
del polvo arrebatad el arpa mía,
melancólicos genios de mi suerte.
Buscad una armonía
triste como el afán que me tortura,
que me cercan doquier sombras de muerte
y rebosa en mi pecho la amargura.

Venid, que el alma siente
morir la fe que al porvenir aguarda;
venid, que se acobarda
fatigado el espíritu doliente
mirando alzar con ímpetu sañudo
su torva faz al desencanto rudo,
y al entusiasmo ardiente
plegar las alas y abatir la frente.

¿No veis? Allá a lo lejos
nube de tempestad siniestra avanza
que oscurece a su paso los reflejos
del espléndido sol de la esperanza.

Mirad cuál fugitivas
las ilusiones van, del alma orgullo;
no como ayer, altivas,
hasta el éter azul tienden el vuelo,
ni a recibirlas, con piadoso arrullo,
sus pórticos de luz entreabre el cielo.

¿Cuál será su destino?
Proscritas, desoladas, sin encanto,
en el vértigo van del torbellino,
y al divisarlas, con pavor y espanto
sobre mi pecho la cabeza inclino.

Se estremece el alcázar opulento
de bien, de gloria, de grandeza suma,
que fabrica tenaz el pensamiento;
¡bajo el peso se rinde que le abruma!

Conmuévese entre asombros,
de la suerte a los ímpetus terribles,
y se apresta a llorar en sus escombros
el ángel de los sueños imposibles.

Venid, genios, venid, y al blando halago
de vuestros himnos de inmortal tristeza,
para olvidar el porvenir aciago
se aduerma fatigada mi cabeza.

Del arpa abandonada
al viento dad la gemebunda nota,
mientras que ruge la tormenta airada,
y el infortunio azota
la ilusión por el bien acariciada,
y huye la luz de inspiración fecunda,
y la noche del alma me circunda.

Mas ¡ah! venid en tanto
y adormeced el pensamiento mío
al sonoro compás de vuestro canto.
¡Meced con vuestro arrullo el alma sola!
Dejad que pase el huracán bravío,
y que pasen del negro desencanto
las horas en empuje turbulento,
como pasa la ola,
como pasa la ráfaga del viento.

Dejad que pase, y luego
a la vida volvedme, a la esperanza,
al entusiasmo en fuego:
que es grato, tras la ruda
borrasca de la duda,
despertar a la fe y a la confianza,
y tras la noche de dolor, sombría,
cantar la luz y saludar el día.


MELANCOLÍA
Hay un ser apacible y misterioso
que en mis horas de lánguido reposo
me viene a visitar;.
yo le cuento mis penas interiores,
porque siempre, calmando mis dolores,
mitiga mi penar.

Como el ángel del bien y la constancia,
en los últimos sueños de la infancia
aparecer le vi;
contemplóme un instante con ternura,
y "Oye -dijo-: las horas de ventura
pasaron para ti.

"Yo vengo a despertar tu alma dormida,
porque un genio funesto, de la vida
te aguarda en el umbral;
y benigno jamás, siempre iracundo,
te encontrará, del agitado mundo
en el inmenso erial.

"Yo elevaré tu espíritu doliente;
disiparé las nubes que en tu frente
las penas formarán;
consagra sólo a mí tus horas largas,
y enjugaré tus lágrimas amargas
y calmaré tu afán.

"Seré de tu vivir guarda constante,
y mi pálido tinte a tu semblante
trasmitirá mi amor.
Y te daré una lira en tus pesares,
por que al eco fugaz de tus cantares
se exhale tu dolor.

"Y te daré mi lánguida armonía,
que los himnos que entona de alegría
la ardiente juventud
jamás ensayarás, pobre cantora,
porque siempre la musa inspiradora
seré de tu laúd."

Dijo, y de entonces, cual amiga estrella
alumbra siempre, misteriosa y bella,
mi noche de dolor;
y me arrulla sensible y amorosa,
como arrulla la madre cariñosa
al hijo de su amor.

Y haciendo que en sus alas me remonte
a otro mundo de luz sin horizonte,
de dicha voy en pos;
y entonces de mi lira se desprende
nota sin nombre que la brisa extiende,
y escucha sólo Dios.

Yo te bendigo, fiel Melancolía;
tú los seres que anima la alegría
no vas a adormecer;
porque eres el consuelo de las almas
que del martirio las fecundas palmas
lograron obtener.

Por ti en los aires resonó mi acento,
y para dar un generoso aliento
al pobre corazón,
alguna vez la Patria bendecida
benévola me escucha sonreída
y aplaude mi canción.

No pido más: bien pueden los dolores
destrozar sin piedad las bellas flores
de la ilusión que amé;
que jamás, bajo el peso que me oprime,
mientras un rayo de virtud me anime,
la frente inclinare.




¡PADRE MÍO!
Muda yace la alcoba solitaria
donde naciste a la existencia un día,
do, desdeñando la fortuna varia,
tu vida entre el estudio discurría.

¡Ay! De una madre en el regazo tierno
por vez primera te dormiste allí,
y allí, de hinojos, tu suspiro eterno
entre sollozos tristes recogí.

Hoy, al entrar en tu mansión doliente,
donde reina silencio sepulcral,
nadie a posar vendrá sobre mi frente
el beso del cariño paternal.

Ninguna voz halagará mi acento.
ni un eco grato halagará mi oído:
sólo memoria; de tenaz tormento
tendré a la vista de tu hogar querido.

Sí, que a la tumba descender te viera
tras largas horas do perenne afán,
horas eternas de congoja fiera
que en el alma por siempre vivirán.

Cuando de angustia desgarrado el pecho
te sostuve en mis brazos moribundo;
cuando tu cuerpo recosté en el lecho
donde el postrer adiós dijiste al mundo;

cuando, de hinojos, anegada en llanto,
llevé mis labios a tu mano fría,
y entre tanta amargura y duelo tanto
miraba palpitante tu agonía;

después, ¡oh, Dios! cuando besé tu frente
y a mi beso filial no respondiste,
de horror y espanto se turbó mi mente...
Y aun teme recordarlo el alma triste.

¡Memento aciago! Su fatal memoria
cubre mi frente de dolor sombrío.
Siempre en el alma vivirá su historia,
y vivirá tu imagen, padre mío...

Cuando las sombras con su velo denso
dejan el orbe en lobreguez sumido,
en el misterio de la noche pienso
que aun escucho doliente tu gemido;

y finge verte mi amoroso anhelo
bajo el abrigo de tu dulce hogar,
y me brindas palabras de consuelo
y mis lágrimas llegas a enjugar.

Sombra querida que incesante vagas
en torno de la huérfana errabunda,
visión perenne que mi sueño halagas,
alma del alma que mi ser inunda:

si de ese mundo que el dolor extraña
mi llanto has visto y mi amargura extrema,
sobre mi frente, que el pesar empaña,

haz descender tu bendición suprema.

A MI MADRE
Aquí, a la sombra tranquila y pura
con que nos brinda grato el hogar,
oye el acento de la ternura
que en tus oídos blanda murmura
la dulce nota de mi cantar.

La voz escucha del pecho amante
que hoy te consagra su inspiración,
a ti que aun eres tierna, incesante,
de amor sublime, de fe constante,
raudal que aliento da al corazón.

Mi voz escucha: la lira un día
un canto alzarte quiso feliz,
y en el idioma de la armonía
débil el numen ¡oh, madre mía!
no hallo un acento digno de ti.

¿Cómo tu afecto cantar al mundo,
grande, infinito, cual en sí es?
Me basta si te miro,
si la dicha y el bien sueño a tu lado,
porque tu vista calma
los agudos tormentos de mi alma.

¡Ay! Que sin ti, bien mío,
mi espíritu cansado languidece
cual planta sin rocío,
y con sombras mi frente se oscurece,
y entre congoja tanta
mi corazón herido se quebranta.

Oye mi ardiente ruego,
oye las quejas de mi angustia suma,
y generoso luego
olvida que la pena que me abruma
te reveló mi acento
en horas ¡ay! de sin igual tormento.

Escúchame y perdona:
que ya mi labio enmudeciendo calla,
y el alma se abandona
con nuevo ardor a su febril batalla,
y débil mi suspiro
se pierde de las auras en el giro.

¿Cómo pintarte mi amor profundo?
Empeño inútil, sueño infecundo
que en desaliento murió después.

De entonces, madre, buscando en prenda,
con las miradas al porvenir,
voy en mi vida, voy en mi senda,
de mis amores íntima ofrenda
Que a tu cariño pueda rendir.

Yo mis cantares lancé a los vientos,
yo di a las brisas mi inspiración;
tu amor grandeza dio a mis acentos:
fine fueron tuyos mis pensamientos
en esos himnos del corazón.

Notas dispersas que en libres vuelos
y a merced fueron del huracán,
pero llevando con mis anhelos
los mil suspiros, los mil desvelos
con que a la Patria paga mi afán.

Hoy que reunirlas plugo al destino,
quiero que abrigo y amor les des:
esa es la prenda que en mi camino
al soplo arranco del torbellino,
y a colocarla vengo a tus pies.


QUEJAS
Te vas, y el alma dejas
sumida en amargura, solitaria,
y mis ardientes quejas,
y la tímida voz de mi plegaria,
indiferente y frío
desoyes ¡ay! para tormento mío.

¿No basta que cautiva
de fiero padecer entre las redes
agonizante viva?
¡Ay, que mi angustia comprender no pueda,
que por mi mal ignoras
cuán lentas son de mi existir las horas!

Sí, que jamás supiste
cual se revuelve en su prisión estrecha,
desconsolado y triste,
el pobre corazón, que en lid deshecha
con su tormento rudo
morir se siente y permanece mudo.

Y en vano, que indiscretos
mis ojos, sin cesar, bajo el encanto
de tu mirar sujetos,
fijo en los tuyos con empeño tanto,
que el corazón desmaya
cuando esa fuerza dominar ensaya.

Deja que pueda al menos
bañándome en su luz beber la vida,
y disfrutar serenos
breves instantes en tu unión querida,
que es para mi amargura
bálsamo de purísima dulzura.

Deja que al vivo acento
que de tus labios encendidos brota,
mi corazón sediento,
que en pos va siempre de ilusión ignota,
presienta enajenado
las glorias todas de tu edén soñado.

¡Ah, si escuchar pudieras
cuanto a tu nombre mi ternura dijo!
¡Si en horas lisonjeras
me fuera dado, con afán prolijo,
contarte sin recelo
todo el delirio de mi amante anhelo!

Mas no, que mi suspiro
comprimo dentro el pecho acongojado.


AMOR Y ANHELO
Quiero contarte, dueña del alma,
las tristes horas de mi dolor;
quiero decirte que no hallo calma,
que de tu afecto quiero la palma
que ansiando vivo sólo tu amor.

Quiero decirte que a tu mirada
me siento débil estremecer,
que me enajena tu voz amada,
que en tu sonrisa vivo extasiada,
que tú dominas todo mi ser.

Por ti suspiro, por ti yo vierto
llanto de oculto, lento sufrir;
sin ti es el mundo triste desierto
donde camino sin rumbo cierto,
viendo entre sombras la fe morir.

Y con tu imagen en desvarío
vivo encantando mi soledad,
desde que absorta te vi, bien mío,
y arrebatada, sin albedrío,
rendí a tus plantas mi libertad.

Deja que el alma temblando siga
de una esperanza soñada en pos,
que enajenada su amor te diga,
mientras un rayo de luz amiga
pido al futuro para los dos.

¡Oh! ¡si a tu lado pasar la vida
me diera el cielo por todo bien!
¡Si a tu destino mi suerte unida,
sobre tu seno de amor rendida
pudiera en calma doblar la sien!

¿Qué a mi la saña del hado crudo?
¿Qué los amagos del porvenir?
Tu amor llevando por todo escudo,
yo desafiara su embate rudo
y así me fuera grato vivir.

¡Ay! en las horas de hondo tormento
que al alma asedian con ansia cruel,
vuela en tu busca mi pensamiento,
mientras el labio trémulo al viento
tu nombre amado murmura fiel.

Ven y tu mano del pecho amante
calme amorosa las penas mil,
¡oh de mis ansias único objeto!
Ven, que a ti sólo quiero en secreto
contar mis sueños de amor febril.

Mas no, que nunca mi amante anhelo
podré decirte libre de afán,
gimiendo a solas, en desconsuelo,
cual mis suspiros, en raudo vuelo,
mis ilusiones perdidas van.

Tuya es mi vida, tuya mi suerte,
de ti mi dicha pende o mi mal
si al dolor quieres que venza fuerte,
sobre mi frente pálida vierte
de tu ternura todo el raudal.






TRISTEZAS
(A mi esposo ausente)
Nuestro dulce primogénito,
que sabe sentir y amar,
con tu recuerdo perenne
viene mi pena a aumentar.

Fijo en ti su pensamiento,
no te abandona jamás:
sueña contigo y, despierto,
habla de ti nada más.

Anoche, cuando, de hinojos,
con su voz angelical
dijo las santas palabras
de su oración nocturnal;

cuando allí junto a su lecho
sentéme amante a velar,
esperando que sus ojos
viniese el sueño a cerrar,

incorporándose inquieto,
cual presa de intenso afán,
con ese acento que al labio
las penas tan sólo dan,

exclamó como inspirado:
"!Tú no te acuerdas, mamá?
El sol ¡que bonito era
cuando estaba aquí papá!"


ANGUSTIAS

(A mi esposo, ausente en Europa)
Torna a morir el sol. Así pasando
van de tu ausencia los terribles días,
en mi semblante pálido marcando
la huella de profundas agonías.

Torna a morir el sol. El hogar mío
de arpegios infantiles está lleno;
pero rueda del párpado sombrío
una rebelde lágrima a mi seno.

¡Podré, cuando regreses a mi lado,
rico de porvenir, rico de ciencia,
presentarte el tesoro inmaculado
de este grupo de amor y de inocencia?

¡Yo no lo sé! Cuando la muerte lanza
su aliento destructor sobre este suelo,
desfallece en mi pecho la esperanza
y me finge el terror mi hogar en duelo

Yo no he visto en los círculos de Dante
más terrible ansiedad, más cruel angustia;
se rinde el corazón agonizante,
y el alma siento desolada y mustia.

¡Y tú sufres también! También los brazos
extiendes a tu hogar con el deseo,
y luchas del deber entre los lazos,
cual otro encadenado Prometeo.

¿Por qué dejé que tan prolija ausencia
así emprendieras en momento aciago,
si me siento morir sin tu presencia,
si en todo miro aterrador amago?

¿Si miramos los dos, lentas y frías,
entre duda y afán pasar las horas,
sin que calmen futuras alegrías
las nubes del pesar abrumadoras?

Imposible vivir así, llevando
la angustia en el espíritu, la muerte;
imposible vivir agonizando,
sin luz el mundo y la existencia inerte.

¡Acaba, llega! ¡Que el hogar sin calma
es de mis penas intimas remedo;
que tiemblo por los hijos de mi alma;
que la vida sin ti me causa miedo!


EN EL NACIMIENTO DE MI PEIMOGÉNITO

(A mi esposo)
¡Levántate, alma mía,
por el materno amor transfigurada,
y a los confines del espacio envía
el himno de la dicha inesperada.

Y tú, que abres conmigo
a esa ternura nueva el pecho en gozo,
tú que compartes cuanto sueño abrigo,
cuanta ilusión feliz es mi alborozo,

ven, y los dos a una
el cántico de amor juntos alcemos,
y del pequeño ser ante la cuna
el alba del futuro saludemos:

el alba de esa vida
que a iluminar nuestro horizonte alcanza,
y a cuya luz vislumbra estremecida
espacios infinitos de esperanza.

Los cielos se inclinaron,
y descendió al hogar entre armonías
el ángel que mis sueños suspiraron,
nuncio de bendiciones y alegrías.

¡Oh, cómo se estremece
engrandecida la existencia ufana
pensando de esa aurora que amanece
vivir reproducida en el mañana!

De hoy más, un sueño solo,
una sola ambición tras el destine,
a nuestras almas servirá de polo,
del tiempo al avanzar en el camino.

¡Oh, sí! Limpiar de abrojos
la senda preparada al ser que nace,
al bien y a la virtud abrir sus ojos
y el peligro desviar que le amenace.

Y así, como entre flores,
ajeno a la maldad, al vicio ajeno,
verle a lo grande tributar honores
y el alto aprecio merecer del bueno.

Y así a la Patria, al mundo,
como prenda de paz y de amor santo,
en acciones magnánimas fecundo
un miembro digno regalar en tanto.

¡Doblemos el aliento!
Vamos al porvenir, la fe en el alma,
para él a conquistar con ardimiento
de ciencia, de virtud, de bien la palma.


LAS HORAS DE ANGUSTIA

(En la enfermedad de mi segundo hijo)
Sin brillo la mirada,
bañado el rostro en palidez de muerte,
casi extinta la vida, casi inerte,
te miró con pavor el alma mía
cuando a otros brazos entregué, aterrada,
tu cuerpo que la fiebre consumía.

En ruego entonces sobre el suelo frío,
y de angustia y dolor desfalleciente,
aguardé de rodillas ¡oh, hijo mío!
que descendiese el celestial rocío,
el agua bautismal, sobre tu frente.

Después, en mi regazo
volví a tomarte, sin concierto, loca,
de cabezal sirviéndote mi brazo,
mientras en fuego vivo
se escapaba el aliento de tu boca;
y allí cerca, con treguas de momentos,
el hombre de la ciencia, pensativo,
espiaba de tu ser los movimientos.

Pasaron intranquilas
horas solemnes de esperanza y duda ;
latiendo el pecho con violencia ruda,
erraban mis pupilas
de uno en otro semblante, sin sosiego,
con delirio cercano a la demencia;
y entre el temor y el ruego
juzgaba, de mi duelo en los enojos,
escrita tu sentencia
hallar de los amigos en los ojos.

¡Oh, terrible ansiedad! ¡Dolor supremo
que nunca a describir alcanzaría!
Al cabo, de esa angustia en el extremo,
reanimando mi pecho en agonía,
con voz sin nombre ahora
que a pintar su expresión habrá que cuadre,
¡salvo! -dijo la ciencia triunfadora
¡salvo! -gritó mi corazón de madre.

¡Salvo, gran Dios! El hijo de mi vida,
tras largo padecer, de angustia lleno,
vástago tierno a quien la luz convida,
salud respira en el materno seno.

Hermoso cual tus ángeles, sonríe
de mi llamado al cariñoso arrullo,
y el alma contemplándole se engríe
de amor feliz y de inocente orgullo.

Por eso la mirada
convierto al cielo, de mi bien testigo,
y, de santa emoción arrebatada,
tu nombre ensalzo y tu poder bendigo.


IMPRESIONES

(A José J. Pérez)
Quejas del alma, vagos rumores,
lejanas brumas, rayos de luz,
fragante aroma de índicas flores,
himnos de guerra, cantos de amores
brotan al ritmo de tu laúd.

¿Quién, recorriendo tus Fantasías,
hijas del trópico abrasador,
vibrar no siente las armonías
de aquella raza que en otros días
poblar sus selvas Quisqueya vio?

Sobre la cumbre de las montañas,
de las palmeras bajo el dosel,
al grato abrigo de las cabañas,
y hasta en las grutas al hombre extrañas
haces del indio la sombra ver.

Y el aire cruza triste lamento,
y el eco suena del tamboril,
y al valle indiano, y al ave, al viento
a todo presta tu blando acento
fuego, armonía, vida y matiz.

Y el junco verde que en la onda
la tumba sola que arrulla el mar,
y el ave errante que allá suspira,
notas perennes dan a tu lira,
tristes historias llenas de afán.

Entre sus bosques afortunados
no escucho nunca la indiana grey
dulces areitos tan acordados
como tus cantos privilegiados,
vagos preludios de ignoto edén.

Parece, bardo, que el genio ardiente
de estas regiones habitador
templó tu lira suave y doliente,
y en viva lumbre bañó tu frente
dando a tus ritmos inspiración.

Que si inspirado suena tu canto
poblando aéreo la soledad,
ávida el alma te sigue, en tanto
que dulces notas de nuevo encanto
fascinadoras haces vibrar.

Cuando al transporte del numen cedes,
cuando tu mano pulsa el laúd
y en la armonía fácil excedes,
¡ay, quién pudiera, como tú puedes,
dar a sus trovas música y luz!

Pues de una fama ya merecida
tus Fantasías vuelan en pos,
mientras acepto, reconocida,
de esos cantares llenos de vida
con noble orgullo la ofrenda yo.

¡Oh, de la patria de Anacaona
cantor amante, bardo feliz!
ciñe con flores de nuestra zona
la que prepara digna corona
para tus sienes el porvenir.


CARIDAD 
Pasó la tempestad.. . ¡Emprende el vuelo
como el ave del área,
espíritu de amor y de consuelo!
Que ya el iris de paz su franja enarca,
se alegra el firmamento
y se adormece el mar y calla el viento.

De nuevo olivo la celeste rama
en horrorosa angustia
desventurada multitud reclama:
los seres ¡ay! que con el alma mustia
contemplan entre asombros
deshechos sus hogares en escombros.

Llega trayendo con amante giro
en voz conmovedora,
en la rítmica nota del suspiro,
un eco de esperanza bienhechora.
de caridad sublime
que la fe aliente y el valor reanime.

Recorre de Quisqueya las hermosas
comarcas florecientes:
escenas de amargura, lastimosas,
los ojos miran al girar dolientes,
¡y yermas, desoladas,
las campiñas del sur infortunadas!...

Sopló sobre ellas en momento aciago,
con ímpetu sin nombre,
la pavura sembrando y el estrago,
conturbando el espíritu del hombre,
indómito, furente,
el huracán del trópico rugiente...

¿No ves sobre la playa los despojos
del contrastado leño
que atestiguan del ponto los enojos?
Allá los restos del hogar sin dueño
despedazados mira
publicando el furor del viento en ira.

Y los campos también ayer cubiertos
de mieses productoras
desnudos ¡ay! aparecer desierto:
¡se encresparon las aguas, bramadoras,
y el desbordado río
sorbió feroz el bienhechor plantío!...

Todo ceder al general trastorno
en rápidos instantes
de esa bella región miróse en torno,
y haciendas pingües y riquezas de antes,
y generosas vidas,
del estrago en la ruina confundidas.

Llega buscando el óbolo bendito,
la cariñosa ofrenda
que atesora de bien precio infinito;
y así llevando la valiosa prenda,
volemos en ayuda
del desvalido, el huérfano, la viuda.

Escucha la plegaria que levantan;
en numeroso coro
ya las manos se extienden, se adelantan
a enjugar de sus párpados el lloro
a preparar abrigo
al que sin techo se encontró mendigo.

Y a más allá de do la vista alcanza,
del viento y de la nube,
¡oh, santa caridad! en tu alabanza
eco de gratitud al cielo sube,
y ufanos te bendicen
seres que al mundo tu excelencia dicen.

domingo, 19 de enero de 2014

Elegia al partido blanco, del lider negro




























El PRD unido jamás será vencido

Entre nosotros
las palabras unitarias del líder
piel  del pueblo (José Francisco Peña Gómez)
nos acusa hasta unificar los latidos del alma
 democrática, ahora en bandolera

En el instante en que el mar
 polvoriento, acaricia la envejecida
historia, con sus garras de papel
hiere lágrimas lastimeras.

Por la memoria del líder
Unitario, que florezca el aroma
entre nosotros

Solo con el cuerpo integro
entre nosotros, podremos
vencer un siglo misero de paz.

Entre nosotros
no puede existir
mentiras de miel

Entre nosotros
la tea de la libertad
no debe sucumbir
en manipulados votos...

Por el histórico jacho encendido
en el sendero democrático de los desamparados
del sueño. viva la unidad del PRD

Entre nosotros, el Partido Revolucionario
Dominicano (PRD), no puede morir
de hambre,ni sudor de sed
por la consecución democrática.

Entre nosotros
 el doctor José Francisco Peña Gómez
se levantara, entre nosotros
como único líder del fuego y la paz

Entre nosotros
el PRD, nos llama con su lengua de paloma
Y sus gemidos de unidad
Y sus lagrimas entre ocaso
Nos reclama  la victoria, entre nosotros

Para luego entre nosotros, sepultar el monstruo centenario
cazador de madrugadas, que pretende hoy,
sin el doctor José Francisco Peña Gómez
enmudecer la verdad y castrar el rostro del tiempo

Entre nosotros
Por el manto  sudoroso del
doctor José Francisco Peña Gómez
empuñemos el alba de la unidad

Entre nosotros, el Partido Revolucionario Dominicano
(PRD), gladiador  entre energía de  dolores y pólvoras
puerta de libertades y amor

Pendón democrático, cauce libertario en el polen del Sol
Jamás puede dividirse en momentos caudalosos para la historia
Patria, donde la corrupción
es sombrilla del poder,

Entre nosotros  los pobres claman
Unidad, unidad…

Que viva el PRD para enfrentar el acero
el fuego, el oxido de tu ronca voz
 envejecida en la alameda
enclaustrada hoy por mezquino del mañana…

Entre nosotros, los viejos robles, recortan sus canas
en las lagrimas del líder, cuando contempla la deforestación
de sus ideas unitarias

Viva la unida del PRD en la garganta del Sol


Autor:

Lic. Ramón Danilo Correa
Periodista
Colegio Dominicano de Periodistas
CDP. C3_155
Domingo,06 de Marzo,2011

Este llanto, es en honor a la unidad del
 Partido Revolucionario Dominicano (PRD)
Esta elegía (poema), persigue ablandar la codicia de quienes controlan
la polea del triunfo democrático del PRD. Y esta registrado en la oficina
del derecho de autor, de la Republica Dominicana, de manera integra.

martes, 14 de enero de 2014

Oda, al padre nuestro




Padre Nuestro,
hoy te recuerdo
con la cabeza llena de árboles,
caballos y la verde mariposa del temporal
donde las lluvias meciendo los poros
de la tierra, cosechaban tu silueta...
Papito, como nombraban
las voces de tu eco, nadando
en los minutos del barrio,
y
las espadas de tus gallos,
o en la parcela
sembrada de arroz,
por esos agoreros
músculos

Papa, así decían las canas
de tu negro sombrero
al sentir rozar tu estatura
inconmensurable y noble
de hombre perenne,
fuiste un perfil

Padre Nuestro,
buen progenitor
incomprendido,
buen hijo
y amigo
del tiempo
pero, donde están
tus manos limpias
de sombras y odios
Papa, dejate el aroma
entre nosotros de amar
la espiga de la vida
te has sembrado
para siempre
en el vientre de nuestros
pensamientos.
También seguir.
Padre Nuestro,
tu honestidad,
y
la manera
de evitar
la cicatriz que pudre
la memoria
de un caminante
Papa
tu eres
mi crepusculario
en este laberinto
asfaltado de hienas
y centuriones
coprocefalicos...

Padre Nuestro,
se que la tierra
que ocupas
se siente orgullosa
al brotar tu cerebro
en cada primavera
encendido de flores
y jazmines
José Correa
asi, nos acostumbramos
tus hijos e hijas, a continuar
nombrando el galope absurdo
del dolor
Papa
tus huellas
poblaron mi vida
Sabes....eres un follaje
un océano
el timonel de una embarcación
alejada de los arrecifes
del olvido
Por eso
Padre Nuestro,
te nombro libertad
por eso defiendo
las raíces
de aquellos días
afanados por que yo sepa
leer y escribir sobre el perfil
de aquellos tiernos versos,
una parte en
Payita (Nagua) y otras en Los Mina
con la finalidad de ser lo que
hoy
soy, un ser humano
que camina de frente
al horizonte de tu vida

Gracias:
Papa
no esta muerto
vive en mi...
Pero, jamás te perdonaran
Coño,
Padre Nuestro
que luchaste contra
la podredumbre de la carne
ahora si es bueno, incinerar el invierno
sobre tu límpida sabana de quietud...

Autor:
Lic. Ramón Danilo Correa
23de Verano/2012
Como homenaje a mi padre, José Correa, en esta ocasión
día del Padre, en la República Dominicana

NOTA:
Todos los derechos reservados en la oficina de derecho de

Autor, según leyes de la República Dominicana

Busco mi Rostro





En mi lengua cabe la mañana
Para nombrar tu nombre
y es posible apagar la sombra
que viste este enmarañado otoño

Te aseguro, que he guardado mi
rostro en los pétalos de tus labios
enamorados .
Pero aun no reconozco
sus lagrimas sanguíneas ultramarinas

Amor, te confieso en este santuario
lánguido de sed, como para que encamines
 latidos de tu alma, sobre huellas
de esperanzas enredadas en hojarascas
peregrinas

 Sabes, espero tranquilamente
 sentado
en el óleo de aroma
que pende de ti,
el anochecer de tus sueños

Deseo reconocer mi cara,
entre tantas caretas sin rostros
para pintar esta mojada madrugada
de ti. Te amo



Autor:
Ramón Danilo Correa
Miembro del Colegio Dominicano
de Periodistas
CDP.C3-155

Otoño,05 de 1994
Hora: 3 y 15 minutos, AM


Todos los derechos de autor reservado,
en la oficina de autoria
De la Republica Dominicana

UNA CARTA PARA TI




Unas silabas

son suficientes para sembrarlas en el vientre

Tierno de esta espiga mínima

dentro de la sombra

de este caracol

Si

Son huecos vacíos de perfumes

que entretejen aquellos recuerdos

que una vez llevábamos en nuestro paraguas

O tal vez, letras inanimadas que afeitaron sus

acentos para

no comunicar rencores ni pasiones bajo barrotes

de estigmas

Esta carta

envejecida por el viejo dominio del lenguaje

no es quizás, entendible ni por ti ni por los demás

sepultureros de raíces y lagrimas alimentarías de

otoños ortográficos

Sabes

estas letras agonizantes, son para ti

Con la finalidad de que limpies el amarillento polvo

que adorna su cutis

Y luego mi amor

Pintar tus labios con los rayos solares quemante de mi adolorida voz

secuestrado ahí en el monologo que te envío

en esta misiva sin

fecha ni holocausto de amor……

no pondré mi nombre en el remitente, para saber

si tu recuerdas las iniciales del desierto

Y

para sacar de tu alma impresa en mi rostro

la ausencia de estos párrafos

Epitafios de un olvido

enredado en huellas de gaviotas

Surcadoras de madrigales

Te escribo este soliloquio

Con la intención de que siembre en tus sueños

Algas marinas

Y de que entiendas que debajo del sudor

en aquellos tibios besos y versos

Hay una golondrina volando hasta llegar a tu corazón

de encendido junco



En cuyo vientre en espera

se aposenta el ocaso

de este Ayer………………

Esta carta es para ti poblada de tu ayer..







Autor:

Ramón Danilo Correa

¨ Esta epístola fue concebida

en una rejuvenecida tarde

de invierno, de un siglo cualquiera……………

Oda al comandante Chavez



Comandante
Hugo Chávez,
acostado en el tiempo.
Te vi alegre,
 como de costumbre,pero ahora,
con tu traje
de madera,
mas allá
del color de las banderas,
 y  tu rostro,cargado de Patria
Hoy
en tu partida,
al centro del canto universal
donde residen los versos solidarios
esta tu alma
¡¡Oh!!
Comandante, los humildes
sin hambres de miserias, te recuerdan
como álamo perenne,
 frontera de acantilado
donde se levanto la moral
 Bolivariana y  de   violadas Patrias
cobijadas detrás del Sol
Señor presidente
Chávez
las caras sin rostros
de músculos encadenados
antes de llegar la primavera
a sus estómagos,
gritan frente a tu
estrellado féretro
Chávez  vive, en el corazón
 del himno nacional latinoamericano
tu sigues siendo el Cóndor,
los humildes

Ondearan tu memoria
en las urnas electoral,
para una vez más,
seguir el ejemplo de Simón Bolívar
y no dejar enlodar el perfil Venezolano

!!Oh!!
Comandante de límpido
uniforme,
 centinela de crepúsculos
donde Sur américa y el mundo
rompieron sus silencios
democráticos, pisoteando
  hojarascas  centenarias

Comandante
en tus pisadas,
se levantan multitudes
y se agiganta el alba de tu voz
nadie vencerá la silueta de tu
espacio , entre los pobres
y el lucero de Simón Bolívar

 Comandante, eres
alfombra
del pantano, compañero y hermano
de senderos  latinoamericanos
Chávez vive
En cada alameda por donde
Transita la sangre de  estela
solidaria
Ahí está tu obra vivificando
la memoria y el nuevo triunfo
Bolivariano

Los ojos
del dolor estarán pendientes
Y firme para derrotar la muerte
otra vez, en el próximo proceso
democrático
Venezolano, con la finalidad
de que tú no mueras
en el odio de históricos cíclopes
enemigos de  libertadores
latinoamericanos

Autor:
Lic. Ramón Danilo Correa
Miembro del Colegio Dominicano
de Periodistas (CDP)
          C3-155
Viernes 08, Marzo,   2013



Nota:
INMEMORIAN
Una forma de reconocer el valor y sacrificio del comandante
y presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, impulsor
del desarrollo democrático de los pueblos latinoamericanos

viernes, 10 de enero de 2014

***** LOS PALMEROS *****: La Chuta y Ulises Cerón murieron fusilados tras fu...

***** LOS PALMEROS *****: La Chuta y Ulises Cerón murieron fusilados tras fu...: La Chuta y Ulises Cerón murieron fusilados tras fuertes combates en gobierno de 12 anos de Balaguer, según revelaciones de un policía arr...

lunes, 6 de enero de 2014

Un canto a los Palmeros del tiempo





Los muchachos
cayeron y se levantaron
en versos de la Patria

Los Palmeros
con su sangre
cobijaron la estrella
democrática

Ellos
retozaban
a la libertad
a pesar del incendio
en el vientre de la cueva,
mientras,
la madre rezaba inclinada
bajo la cruz  de palmera

 Hace 42 inviernos
que la primavera inmortalizó
la Patria, aquel miércoles
 12 de Enero
de 1972,en momentos que,

Amaury German Aristy,
Virgilio Perdomo Pérez,
Bienvenido Leal Prandy,
y
Ulises Cerón Polanco
arrodillaron ejércitos y marines,
 tatuados de pólvoras y miedos,
nerviosos del espanto…

Ahí
también  se pudrieron,
en los charcos de la cueva
 los teóricos e  intelectuales
 del  crimen
  y
sus esclavos
 expertos asesinos
de barrancolíes

Comandante
Amaury German Aristy
carpintero, en palmera,
donde la herida del sol
inundo lagartos, pulpos
y
cucarachas
 artilladas
de microbios

Hoy en la altura del Kilómetro
14 de la Autopista Las Américas
República Dominicana, donde 
los ejércitos de la tierra
dejaron el pellejo,
enfrentando unos
muchachos enamorados
del crisol, creció la esperanza 
estrellada en el ejemplo masificado
luz



Lic. Ramón Danilo Correa
Miembro del Colegio Dominicano
de Periodistas. CDP
C3-155
Domingo 05 de Enero,2014


Nota:
Como homenaje  al cumplirse 42 años, del combate en una cueva
 del Kilometro 14
 de la Autopista Las Americas, parte Este de la Capital Dominicana,
 entre 
un puñado de valerosos jóvenes amantes de la libertad, y todas
 las tropas bélicas del ejército, calieses y/o chivatos,y demas
                        agentes policíales de la 
Republica Dominicana y otras latitudes... Con su caída retoño  
el laurel que adorna el Escudo Nacional.






Este canto poetico, esta registrado en la oficina nacional 
de autoria, de la Republica Dominicana

Poematica del tiempo