Es un espacio, cuya difusion de trabajos culturales, pero con una especial focalizacion en el marco de la poetica, como instrumento de educacion y fortalecimiento a la formacion politica, social y romantica, como seres humanos que convivimos en espacios compartdidos de dolores y preocupaciones en el desarrollo de la humanidad, sobretodo en el concepto de pais, acampado en el rostro historico de los esfuerzos por levantarnos y volver a caminar en el crisol de la libertad.Republica Dominicana
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domingo, 7 de diciembre de 2014
BÍO-BÍO
-Paremos que hay novedad.
¡Mira, mira el Bío-Bío!
-¡Ah! mama, párate, loca,
para, que nunca lo he visto.
¿Y para dónde es que va?
No para y habla bajito,
y no me asusta como el mar
y tiene nombre bonito.
para, que nunca lo he visto.
¿Y para dónde es que va?
No para y habla bajito,
y no me asusta como el mar
y tiene nombre bonito.
-¡No te acerques tanto, no!
Échate aquí, loco mío,
y óyelo no más.
Podemos quedar con él
una semana si quieres,
si no me asustas así.
Échate aquí, loco mío,
y óyelo no más.
Podemos quedar con él
una semana si quieres,
si no me asustas así.
-¿Cómo dices que se llama?
Repite el nombre bonito.
Repite el nombre bonito.
-Bío-Bío, Bío-Bío,
qué dulce que lo llamaron
por quererle nuestros indios.
qué dulce que lo llamaron
por quererle nuestros indios.
-Mama, ¿por qué no me dejas
aquí, por si habla conmigo?
El casi habla. Si tú paras
y si me dejas contigo,
yo sabré lo que nos dice,
por si se me vuelve amigo.
¡Qué de malo va a pasarme,
Mama! Corre tan tranquilo.
aquí, por si habla conmigo?
El casi habla. Si tú paras
y si me dejas contigo,
yo sabré lo que nos dice,
por si se me vuelve amigo.
¡Qué de malo va a pasarme,
Mama! Corre tan tranquilo.
-No, no chiquito, él ahoga,
a veces gente y ganados.
Óyelo, sí, todo el día,
loquito mío, antojero.
a veces gente y ganados.
Óyelo, sí, todo el día,
loquito mío, antojero.
Yo no quiero que me atajen
sin que vea el río lento
que cuchichea dos sílabas
como quien fía secreto.
Dice Bío-Bío, y dícelo
en dos estremecimientos.
Me he de tender a beberlo
hasta que corra en mis tuétanos.
sin que vea el río lento
que cuchichea dos sílabas
como quien fía secreto.
Dice Bío-Bío, y dícelo
en dos estremecimientos.
Me he de tender a beberlo
hasta que corra en mis tuétanos.
Poco lo tuve de viva;
ahora lo recupero
la eterna canción de cuna
abajada a balbuceo.
Agua mayor de nosotros,
red en que nos envolvemos,
nos bautizas como Juan,
y nos llevas sobre el pecho.
ahora lo recupero
la eterna canción de cuna
abajada a balbuceo.
Agua mayor de nosotros,
red en que nos envolvemos,
nos bautizas como Juan,
y nos llevas sobre el pecho.
Lava y lava piedrecillas,
cabra herida, puma enfermo.
Así Dios "dice" y responde,
a puro estremecimiento,
con suspiro susurrado
que no le levanta el pecho.
Y así los tres le miramos,
quedados como sin tiempo,
hijos amantes que beben
el tu pasar sempiterno.
Y así te oímos los tres,
tirados en pastos crespos
y en arenillas que sumen
pies de niño y pies de ciervo.
cabra herida, puma enfermo.
Así Dios "dice" y responde,
a puro estremecimiento,
con suspiro susurrado
que no le levanta el pecho.
Y así los tres le miramos,
quedados como sin tiempo,
hijos amantes que beben
el tu pasar sempiterno.
Y así te oímos los tres,
tirados en pastos crespos
y en arenillas que sumen
pies de niño y pies de ciervo.
No sabemos irnos, ¡no!
cogidos de tu silencio
de Ángel Rafael que pasa
y resta y dura asistiendo,
grave y dulce, dulce y grave,
porque es que bebe un sediento...
cogidos de tu silencio
de Ángel Rafael que pasa
y resta y dura asistiendo,
grave y dulce, dulce y grave,
porque es que bebe un sediento...
Dale de beber tu sorbo
al indio y le vas diciendo
el secreto de durar
así, quedándose y yéndose,
y en tu siseo prométele
desagravio, amor y huertos.
al indio y le vas diciendo
el secreto de durar
así, quedándose y yéndose,
y en tu siseo prométele
desagravio, amor y huertos.
Ya el Tolomí te vadea,
a braceadas de foquero;
los ojos del niño buscan
el puente que mata el miedo,
y yo pasaré sin pies
y sin barcaza de remos,
porque más me vale, ¡sí!
el alma que valió el cuerpo.
a braceadas de foquero;
los ojos del niño buscan
el puente que mata el miedo,
y yo pasaré sin pies
y sin barcaza de remos,
porque más me vale, ¡sí!
el alma que valió el cuerpo.
Bío-Bío, espaldas anchas,
con hablas de Abel pequeño:
corres tierno, gris y blando
por tierra que es duro reino.
Tal vez, estás, según Cristo,
en la tierra y en los cielos,
y volvemos a encontrarte
para beberte de nuevo...
con hablas de Abel pequeño:
corres tierno, gris y blando
por tierra que es duro reino.
Tal vez, estás, según Cristo,
en la tierra y en los cielos,
y volvemos a encontrarte
para beberte de nuevo...
-Dime tú que has visto cosas
¿hay otro más grande y lindo?
¿hay otro más grande y lindo?
-No lo hay en tierra chilena,
pero hay unos que no he dicho,
hay más lejos unos lagos
que acompañan sin decirlo
y hacia ellos vamos llegando
y ya pronto llegaremos.
pero hay unos que no he dicho,
hay más lejos unos lagos
que acompañan sin decirlo
y hacia ellos vamos llegando
y ya pronto llegaremos.
A VECES, MAMÁ, TE DIGO...
-A veces, mama, te digo,
que me das un miedo loco.
¿Qué es eso, di, que caminas
de otra laya que nosotros
y, de pronto, ni me oyes
y hablas lo mismo que el loco
mirando y sin responder
o respondiendo a los otros?
¿Con quién hablas, dime, cuando
yo me hago el que duerme... y oigo?
Será con los animales,
la hierba o el viento loco.
-Porque todos están vivos
y a lo vivo les respondo.
También contesto a lo mudo,
por ser mis parientes todos.
y a lo vivo les respondo.
También contesto a lo mudo,
por ser mis parientes todos.
-Ja, ja, ja, mama, la mama,
calla o me lo cuentas todo.
calla o me lo cuentas todo.
-Me llamaban "cuatro añitos"
y ya tenía doce años.
Así me mentaban, pues
no hacía lo de mis años:
no cosía, no zurcía,
tenía los ojos vagos,
cuentos pedía, romances,
y no lavaba los platos...
¡Ay! y, sobre todo, a causa
de un hablar así, rimado.
y ya tenía doce años.
Así me mentaban, pues
no hacía lo de mis años:
no cosía, no zurcía,
tenía los ojos vagos,
cuentos pedía, romances,
y no lavaba los platos...
¡Ay! y, sobre todo, a causa
de un hablar así, rimado.
-¿Y qué más, qué más hacías?
¡Ve contando, ve contando!
¡Ve contando, ve contando!
-Me tenía una familia
de árboles, otra de matas,
hablaba largo y tendido
con animales hallados.
Todavía hablo con ellos
cuando te vas escapado.
de árboles, otra de matas,
hablaba largo y tendido
con animales hallados.
Todavía hablo con ellos
cuando te vas escapado.
Pero ellos contestan sólo
cuando no les hacen daño.
No lo hostigó mi Santo
Francisco y les dijo hermanos.
cuando no les hacen daño.
No lo hostigó mi Santo
Francisco y les dijo hermanos.
VIENTO NORTE El viento Norte viene levantándose, ladino, y aunque es más viejo que Abraham, así comienza de fino, y si no se apura el paso, ya nos coge el torbellino y somos, dentro del Loco, un frenético, un zarcillo, un volantín con que juega hasta que cae vencido y se devuelve a sus antros, también él roto y vencido. -Mamá, pero te has trepado a donde el viento es indino. -Porque yo me envicié en él como quien se envicia en vino, trepando por los faldeos, siguiéndolo por el grito. Yo no era más, era sólo su antojo y su manojillo y a mí me gustaba ser su jugarreta sin tino y en donde estoy, todavía le llamo, a veces, "mi niño"... ¿Sabe a qué baja el Loco? Baja a cumplir su destino. -Él no sabe nada, mama, y hace, no más, desatinos. Zamarreaba nuestra casa como si fuese un bandido. Ninguno entonces dormía y era como el Anti-Cristo. -Te tiras al suelo como si pasase el Diablo mismo, ¡ay, mi zonzo novelero! Tapa tus orejas hasta que cruce mi Loco suelto, pero déjalo que a mí me cante en Loco divino. Porque, sábelo, nosotros, poetas de él aprendimos el grito rasgado, el llanto. |
CANCIÓN DE CUNA DEL CIERVO
Duérmete con tus dos sangres, en cervato del Desierto, bien si acaso te despiertas, bien si quedas en ef sueño: bueno es vivir y morir, ser creado y ser disuelto. Duerme tú, duerme hasta que en cristiano despertemos.
Jugarreta con lomillo
y pezuñitas y vellos, duerme a mitad de la sal, la pelambre y el desuello, el belfo blanco y salobre, los lagrimales sangrientos.
No te oiga de dormido
el alma del hormiguero, ni la araña te repase las ancas de terciopelo, ni el alacrán te conozca, ni te revuele el murciélago, ni te halle la bestia hirsuta que en la noche hirió a mi Ciervo.
Pedrisco ni piedra hondeada
del Caín color de infierno, ni la flecha envenenada te den muerte que le dieron. No duermas como él dormía, fiados alma y alientos.
Blanda y morosa es la hierba,
viva como Ángel atento. Duerma la gracia tacneña, duerma con sus dos alientos, el color de la piñeta, la blandura del mansueto, con yerba buena en las astas, sin sangre sobre los belfos, cribado de las estrellas, ebrio de olores disueltos, soñando herbazal tumbado y pastal que va subiendo: ¡Duerme, chiquito, pace tu sueño!
(Y el velludito se va
como rama desprendiendo, cargado del sueño suyo, del pedregal y del médano. Ya está parado en su bien, rico de tiniebla y sueño.) |
Gabriel Mistral poetisa y sus poemas
Gabriela Mistral
(1889/04/07 - 1957/01/10)
Gabriela Mistral
Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga
Poetisa y diplomática chilena
La experiencia es un billete de lotería comprado después del
sorteo
Gabriela Mistral
Nació el 7 de abril de 1889, en la ciudad de Vicuña,
cuarta región, Chile. Hija de Juan Jerónimo Godoy y Petronila
Alcayaga, quienes la bautizaron con el nombre de Lucila. A los tres
años su padre abandona la familia.
Hija de un profesor rural y con una hermanastra de la misma
profesión que le enseñó las primeras letras, ingresó en la escuela de La Unión,
finalizando su enseñanza básica en Vicuña, donde la directora creía que padecía
"retraso mental". Casi obligada a ser autodidacta a causa de la
difícil situación económica de su familia y al aislamiento de la región.
En 1904 colabora en el periódico "Coquimbo",
de La Serena, utilizando los seudónimos de "Alguien", "Soledad"
y "Alma". A los quince años empieza a trabajar, en la Escuela
de La Compañía, aldea vecina a Vicuña. A los 17 años conoce a Romelio
Ureta, empleado de Ferrocarriles, "el amor de su vida". Durante
este período, da clases en la escuela de La Cantera. En 1907
escribe para los periódicos "La Voz de Elqui" y "La
Reforma". Un año después figura en la antología "Literatura
Coquimbana" de L. Carlos Soto Ayala, en la cual éste le
dedica un breve estudio y selecciona tres prosas poéticas de la autora: "Ensoñación",
"Junto al mar" y "Carta íntima". El 25 de
noviembre de 1909, a los 26 años de edad, se suicida en Coquimbo, Romelio
Ureta. Se dice que sustrajo dinero de la caja del ferrocarril para socorrer a
un amigo y al no poder restituirlo acabó con su vida. En sus bolsillos se
encontró una tarjeta con el nombre de Lucila Godoy.
Con temprana vocación por el magisterio, llegó a ser
directora de varios liceos fiscales. Su fama como poetisa llegó en 1914, tras
haber sido premiada en unos Juegos Florales por sus Sonetos de la
muerte, inspirados en el suicidio de su gran amor, el joven Romelio Ureta.
A este concurso se presentó con el seudónimo que desde entonces la acompañaría
toda su vida y que fue concebido por la escritora como homenaje a dos poetas a
los que admiraba, Gabrielle
D'Annunzio y Frédéric
Mistral. A su primer libro de poemas, Desolación (1922),
le siguieron Ternura (1924), Tala (1938), Lagar (1954)
y otros.
Inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena y destacada
educadora, visitó México, Estados Unidos y Europa estudiando las escuelas y
métodos educativos de estos países. Fue profesora invitada en las universidades
de Barnard, Middlebury y Puerto Rico. A partir de 1933, y durante un periodo de
veinte años, trabajó como cónsul de su país en ciudades como Madrid, Lisboa y
Los Ángeles, entre otras.
Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano,
alemán y sueco siendo muy influyente en la obra creativa de muchos escritores
latinoamericanos posteriores, como Pablo
Neruda y Octavio
Paz. Sus diversos poemas escritos para los niños se recitan y cantan en
muy diversos países. En 1945 fue el primer escritor latinoamericano que
consiguió el Premio Nobel de
Literatura. En 1951, le otorgaron el Premio Nacional de Literatura de
su país.
En 1928, y junto con su íntima amiga Palma Guillén adoptó
a Juan Miguel Godoy Mendoza, nacido en Barcelona en 1925, hijo de su medio
hermano Carlos Miguel Godoy y de la catalana Marta Mendoza. El niño acompañó a
Mistral en sus viajes y cuando residían en Petrópolis (Brasil), se enamoró de
una joven alemana con la que deseó contraer matrimonio. Gabriela se opuso a la
boda y el joven se suicidó ingiriendo arsénico el 14 de agosto de 1943.
Gabriela Mistral se relacionó íntimamente con Doris
Dana, a la que conoció en Nueva York en 1946. Dana era lesbiana y 31 años
más joven que ella. Tenía 27 años cuando se conocieron y a Gabriela le
recordaba físicamente a la actriz Katherine
Hepburn. Su amiga trabajó ocasionalmente en el Departamento de Estado y
a pesar de no compartir lenguaje su relación íntima duró hasta la muerte de la
poetisa. Doris Dana se convirtió en albacea de su obra y también su principal
heredera.
Tras una larga enfermedad, Gabriela Mistral fallece el 10 de
enero de 1957, a las 4,10 horas, en el Hospital General de Hempstead,
en Nueva York. No murió sola, en todo momento fue asistida por
Doris Dana. Sus restos reciben el homenaje del pueblo chileno, declarándose
tres días de duelo oficial. Los restos de Gabriela Mistral llegaron a Chile el
19 de enero de 1957 y se velaron en la Universidad de Chile, donde 400 niñas
del Liceo Nº 6, del que Gabriela fue su primera directora, hicieron guardia de
honor. Recibió sepultura en Montegrande y se le rindió homenaje en todo el
Continente y en la mayoría de los países del mundo.
Obras
Sonetos de la Muerte (1914)
Desolación (1922)
Lecturas para mujeres (1923)
Ternura (1924)
Nubes blancas y breve descripción de Chile (1934)
Tala (1938)
Todas íbamos a ser reinas (1938)
Antología (1941)
Lagar (1954)
Recados, contando a Chile (1957)
Poema de Chile (1967)
Almácigo (2008)
Niña errante (2009, epistolario)
Hijita querida (2011)
Epistolario americano (2012, correspondencia)
Desolación, 1922
La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.
El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que son míos;
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos,
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi vieja madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la "noche larga" ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que vine para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales;
¡siempre será su altura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
domingo, 30 de noviembre de 2014
Hoy cumple, Salome Ureña de Henriquez,115 años de su muerte
Salomé Ureña de Henríquez fue una poetisa, educadora y patriota dominicana. Nació el 21 de octubre de 1850 y falleció el 6 de marzo de 1897 en Santo Domingo.
Para 1850 el pueblo dominicano proclamado como Estado independiente desde febrero de 1844 y organizado como república, apenas daba sus primeros pasos. La sociedad dominicana era una verdadera expresión rural, precapitalista, autárquica, marginada del progreso y los avances técnicos que recibían otros pueblos del continente, particularmente Argentina, Chile y México y en la región del Caribe, Cuba, la más importante provincia de la monarquía española y, en esos momentos, la más grande productora de azúcar del mundo. Fue en ese año de 1850, el 21 de octubre, en la ciudad deSanto Domingo, que vino al mundo Salomé Ureña Díaz, quien sería la más fina y sensible expresión de percepción poética, maternal y pedagógica, de las mujeres dominicanas.
Fueron los padres de Salomé, Nicolás Ureña de Mendoza y Gregoria Díaz de Ureña. Nicolás Ureña ejerció la profesión de abogado y se destacó en la vida pública. Además de juez en diferentes jurisdicciones en la ciudad capital, fue senador y maestro destacándose también como periodista y músico. “El nacimiento de Salomé Ureña ocurrió poco después de la fundación de la República, durante el primer gobierno de Báez; creció en un ambiente de discordias, entre mil luchas intestinas. Por lo mismo que vivió en una época de tanta agitación, de tan incesantes perturbaciones en el pueblo dominicano, su alma se agrandé con el dolor y se hizo fuerte.
Salomé tuvo una niñez muy precoz. Su madre la enseñó a leer: a los cuatro años leía de corrido. Su infancia discurrió en las aulas de dos pequeñas escuelas de primeras letras, únicas permitidas entonces a las mujeres. En esa época las escuelas eran muy pobres, a tal extremo que no pasaban del catecismo. Decía doña Manuela Rodríguez ‘que las madres no querían que sus hijas aprendieran para que no les mandaran papeles a los mozos’; pero el padre de Salomé, como hombre de letras, avivó en ella la llama de su espíritu y le dio la mejor educación literaria que se podía alcanzar en aquellos años”.
Dentro de los límites de una sociedad atrasada creció y vivió Salomé. La ciudad de su nacimiento era pequeña y tenía acentuado aspecto colonial; estaba rodeada de murallas con foso hacia el campo, y las puertas se cerraban como en el siglo XVI; por lo menos la Puerta del Conde de Peñalba. “Muchos edificios estaban en ruinas…”. Como los edificios, las familias estaban también arruinadas. Largos años de emigración continúa habían empobrecido la ciudad. Largos años de guerra frente a Haití habían impedido también la organización de la familia dominicana y el aprovechamiento de sus escasas fuerzas productivas. Quizás a 150 mil habitantes llegaba el país en esos momentos.
Desde niña se distinguió Salomé por su vocación a la lectura y el estudio. Guiada por su padre adquirió apreciable formación basada, fundamentalmente, en la literatura y los clásicos. El la llevó por el camino de la poesía y siendo apenas una niña recitaba largos versos de famosos poetas americanos y españoles, haciendo gala de la prodigiosa memoria de que estaba dotada. Perseverante, inquieta, emprendedora, en los primeros años de su adolescencia llamaba la atención y atraía por su carácter enérgico y firme y por su temperamento abierto, sin dobleces. Aprendió francés, idioma que dominó a la perfección y estudió literatura francesa que le proyectó un horizonte singular y único como mujer, en su medio social. A esa edad, ya, era dueña de un humor fino e irónico que profundizó cuando se interesó por la literatura inglesa. Dominaba ampliamente también el idioma inglés.
Comenzó a escribir versos a los quince años y a los dieciséis hizo sus primeras publicaciones en periódicos de la ciudad, firmados con el seudónimo de Herminia. Pero a los veinticuatro años sus versos comenzaron a aparecer con su nombre. Como el padre de Salomé, don Nicolás Ureña de Mendoza, gozaba de fama como poeta, esto dio origen a que muchos negasen a la joven poetisa el derecho de autora de sus primeros versos. Pero a la muerte de éste, quedaron convencidos de que la hija era mejor poeta que el padre. A esa edad Salomé realizaba una activa vida social. Pertenecía a diferentes organizaciones literarias entre las cuales se distinguía “Amigos del País” y en la medida que su fama traspasó los límites de su patria, fue distinguida como miembro de honor de otras organizaciones literarias y artísticas de la república y de otros pueblos de la región del Caribe. Recibió reconocimientos y emotivos homenajes y como poetisa su nombre distinguió la República.
En 1880 contrajo matrimonio con Francisco Henríquez y Carvajal a quien llevaba nueve años de edad. Se habían conocido hacía dos años en una de las tertulias literarias de la sociedad “Amigos del País”. Cuatro hijos procrearon Salomé Ureña y Francisco Henríquez, conocido por el apodo de Pancho y quien transcurrido el tiempo se haría médico, escritor y por último presidente de la república en 1916. Esos hijos fueron Francisco Noel, Pedro Nicolás, Maximiliano Adolfo y Salomé Camila. Los tres más pequeños serían en sus vidas notables maestros, escritores, ensayistas de reconocida categoría dentro y fuera del país. Pero el de más brillo intelectual y pedagógico, de proyección internacional, lo sería Pedro Nicolás. Francisco Noel, conocido por el diminutivo de Franc, fue hombre de vida tempestuosa diferente a sus hermanos.
El 3 de noviembre de 1881 bajo la orientación y guía de Eugenio María de Hostos fundó Salomé Ureña de Henríquez el “Instituto de Señoritas”. Catorce jóvenes fueron las primeras alumnas. De ellas solamente seis terminaron los estudios graduándose de maestras normales: Leonor María Feltz, Mercedes Laura Aguilar, Luisa Ozema Pellerano, Ana Josefa Puello, Altagracia Henríquez Perdomo y Catalina Pou. La investidura se celebró el 17 de abril de 1887. Otras seis se graduaron el 16 de diciembre de 1888 y las dos últimas en diciembre de 1893. El surco quedaría abierto, la semilla sembrada y el terreno abonado para que por espacio de largo tiempo, desde 1881 hasta 1954, creciera, se extendiera y multiplicara por todo el territorio dominicano, la escuela racional fundada por Eugenio María de Hostos, secundado por Salomé Ureña. Nunca fue tan notable, bienhechora y provechosa la función del magisterio para un pueblo de América, como lo fue para el dominicano la obra y la dedicación de estas dos notables figuras.
Pancho Henríquez el esposo de Salomé se trasladó a París a completar un postgrado de su carrera de médico. A su regreso, en 1891, encontró a su esposa abatida por una enfermedad mortal: tuberculosis. Don Pancho, como era llamado familiarmente por todos, quien había sido compañero solidario de su mujer, le persuadió que debía abandonar las exigentes tareas que cumplía como directora y maestra del instituto. En diciembre de 1893 cerró sus puertas la noble institución. Volvería a ser abierta en enero de 1896 por iniciativas y gestiones de las hermanas Luisa Ozema y Eva Pellerano Castro, ambas discípulas de la fundadora y del Instituto. Vivía aún la extraordinaria poetisa y maestra convertida en una leyenda de la vida cultural americana.
Rendida por mandato del destino, en las palabras pronunciadas en la tercera y última investidura del “Instituto de Señoritas”, que sería también el de su clausura, dijo Salomé, entre otras cosas: . . . “rendida por la fatiga de la lucha, sin recursos, sin medios de ninguna especie para continuar de pie sobre el palenque, solicitada por el santo deber de la educación de mis hijos, que reclamaban por entero todas las energías de mi espíritu, sello, con esta última prueba de mi trabajosa labor, la obra iniciada hace doce años…”. En ese discurso como en los anteriores no dejó de rendir honor y reconocimiento a Hostos de quien dijo que “enamorado de su belleza” (refiriéndose al país, egf) y presintiendo altos destinos para su porvenir, “quisiste lanzarla en la corriente civilizadora de las ideas. ¡Sé bendito! Yo no olvidaré el noble empeño con que te consagraste a dignificarla en su puesto de nación libre”.
Murió físicamente Salomé Ureña de Henríquez, poetisa, madre, educadora y patriota, el 6 de marzo de 1897. Su obra romántica, pedagógica y patriótica, como el recuerdo de su figura única en la historia dominicana, estará siempre presente en la memoria del pueblo.
Biografia
Forma parte del llamado círculo de Dioses Mayores de la poa. sía nacional, que se completa con Gastón F. Deligne y José Joaquín Pérez, y algunos llevan su admiración hasta proclamarla el primer poeta dominicano. Considerando su poesía a la luz de la época en la cual se produjo, no cabe duda que es preciso reconocer en ella excelencias bastantes para merecer la fama. Sin embargo, un severo juicio crítico posterior, ha podido encontrarla falta de esa virtud poética, necesaria para la supervivencia por el sólo mérito de la propia poesía. Los temas por ella tratados, —el hogar, la patria, la escuela—, circunscriben demasiado su poesía a los límites nacionales, aunque su tradicionalismo hispánico la sitúa entre los poetas peninsulares del ochocientos, sin ningún intento de dominicanización, como realizaba José Joaquín Pérez, por ejemplo. Así pudo decir, con justicia, Menéndez Pelayo, que sostenía en sus débiles manos “la robusta ¡ira de Quintana”.
(1850-1897) Obras poéticas:
- La llegada del invierno
- Ruinas
- Mi ofrenda a la Patria
Poesía
En su poesía predominan tres temas :
a) El Patriótico, donde aflora su de-seo por el bienestar de la sociedad dominicana “La fe en el porvenir”, “Mi ofrenda a la patria”, “Ruinas” y “Gloria del progreso”
b) El Sentimental, caracterizado por su apego a la naturaleza y a la familia, “En horas de angustia”, “Mi Pedro”, “La llegada del invierno”, “El ave y el nido”
c) El Indianista, corriente literaria a la cual recurre al momento de exaltar a la raza indígena quisqueyana exterminada por los conquistadores españoles desde los primero años de la colonización (Anacaona). Por su espíritu patriótico y por la sencillez, la pureza y la corrección de sus versos, Salomé Ureña ocupa un lugar de primacía en la historia de la poesía dominicana. Murio en santo domingo el 6 de abril de 1897.
Fuente
- Contin, Pedro (1943). Antologia de la Poesia Dominicana.
sábado, 29 de noviembre de 2014
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Poemario de Alfonsina Storni
.Alfonsina Storni
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Acércate, poeta; mi alma es sobria,
De amor no entiende -del amor terreno-
El vaso es frágil y ama lo inmortal.
Que hermana en todo con la cuita mía.
El cofre y una urna de mis sueños idos
No se ha de abrir, cesando su letargo,
Me levanté temprano y anduve descalza
Por los corredores: bajé a los jardines
Y besé las plantas
Absorbí los vahos limpios de la tierra,
Tirada en la grama;
El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales:
Comedor en sombra; manos que aprestaban
Manteles.
Afuera, sol como no he visto
Sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
Fijos. Te esperaba.
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.
Tú que hubiste todas
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
Mi corazón es como un dios sin lengua,
Mudo se está a la espera del milagro,
He amado mucho, todo amor fue magro,
Que todo amor lo conocí con mengua.
Pero yo espero algún amor natura
Capaz de renovarme y redimirme.
Soy una selva de raíces vivas,
Sólo el follaje suele estarse muerto.
De cuya opacidad brote la llama?
Ah, si mis mundos con su amor inflama
Yo seré incontenible como un río.
Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas,
He sentido el otoño; sus achaques de viejo
Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Ya me siento invadida totalmente de hielo;
Castañean mis dientes mientras el sol, afuera,
Pone manchas de oro, tal como en primavera,
Y lloro lentamente, con un dolor maldito
Con un dolor que pesa sobre mis fibras todas,
¡Oh, la pálida muerte que me ofrece sus bodas
¡Pero yo me rebelo! ¿Cómo esta forma humana
Que costó a la materia tantas transformaciones
Me mata, pecho adentro, todas las ilusiones
Y me brinda la noche casi en plena mañana?
Argentina, 1892-1938
Poeta y escritora feminista del modernismo. Escribió obras
de teatro y poesía en las que se podía notar su tendencia feminista, buscando
la igualdad entre el hombre y la mujer. Su producción literaria está marcada
por dos etapas, la primera Romántica y la segunda de corte más reflexivo. Entre
sus obras se destacan “La inquietud del rosal” y “Mundos de siete pozos”

Soy
Soy suave y triste si idolatro, puedo
bajar el cielo haSta mi mano cuando
el alma de otro al alma mía enredo.
Plumón alguno no hallarás más blando.
Ninguna como yo las manos besa,
ni se acurruca tanto en un ensueño,
ni cupo en otro cuerpo, así pequeño,
un alma humana de mayor terneza.
Muero sobre los ojos, si los siento
como pájaros vivos, un momento,
aletear bajo mis dedos blancos.
Sé la frase que encanta y que comprende
y sé callar cuando la luna asciende
enorme y roja sobre los barrancos.
bajar el cielo haSta mi mano cuando
el alma de otro al alma mía enredo.
Plumón alguno no hallarás más blando.
Ninguna como yo las manos besa,
ni se acurruca tanto en un ensueño,
ni cupo en otro cuerpo, así pequeño,
un alma humana de mayor terneza.
Muero sobre los ojos, si los siento
como pájaros vivos, un momento,
aletear bajo mis dedos blancos.
Sé la frase que encanta y que comprende
y sé callar cuando la luna asciende
enorme y roja sobre los barrancos.
ESTA TARDE
Ahora quiero amar algo lejano...
Algún hombre divino
Que sea como un ave por lo dulce,
Que haya habido mujeres infinitas
Y sepa de otras tierras, y florezca
La palabra en sus labios, perfumada:
Suerte de selva virgen bajo el viento...
Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
Blanda y tranquila como espeso musgo,
Tiembla mi boca y mis dedos finos,
Se deshacen mis trenzas poco a poco.
Siento un vago rumor... Toda la tierra
Está cantando dulcemente... Lejos
Los bosques se han cargado de corolas,
Desbordan los arroyos de sus cauces
Y las aguas se filtran en la tierra
Así como mis ojos en los ojos
Que estoy sonañdo embelesada...
Pero
Ya está bajando el sol de los montes,
Las aves se acurrucan en sus nidos,
La tarde ha de morir y él está lejos...
Lejos como este sol que para nunca
Se marcha y me abandona, con las manos
Hundidas en las trenzas, con la boca
Húmeda y temblorosa, con el alma
Sutilizada, ardida en la esperanza
De este amor infinito que me vuelve
Dulce y hermosa...
Ahora quiero amar algo lejano...
Algún hombre divino
Que sea como un ave por lo dulce,
Que haya habido mujeres infinitas
Y sepa de otras tierras, y florezca
La palabra en sus labios, perfumada:
Suerte de selva virgen bajo el viento...
Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
Blanda y tranquila como espeso musgo,
Tiembla mi boca y mis dedos finos,
Se deshacen mis trenzas poco a poco.
Siento un vago rumor... Toda la tierra
Está cantando dulcemente... Lejos
Los bosques se han cargado de corolas,
Desbordan los arroyos de sus cauces
Y las aguas se filtran en la tierra
Así como mis ojos en los ojos
Que estoy sonañdo embelesada...
Pero
Ya está bajando el sol de los montes,
Las aves se acurrucan en sus nidos,
La tarde ha de morir y él está lejos...
Lejos como este sol que para nunca
Se marcha y me abandona, con las manos
Hundidas en las trenzas, con la boca
Húmeda y temblorosa, con el alma
Sutilizada, ardida en la esperanza
De este amor infinito que me vuelve
Dulce y hermosa...
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
"Piedad, piedad para el que más ofenda".
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
"Piedad, piedad para el que más ofenda".
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.
Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza,
¡Aire de mar! ¡Oh tempestad, oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
¡Aire de mar! ¡Oh tempestad, oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y equivoca
Ah, la ciudad la pudre y equivoca
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!
¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
Acércate, poeta; mi alma es sobria,
De amor no entiende -del amor terreno-
Su amor es más altivo y es más bueno.
No pediré los besos de tus labios.
No beberé en tu vaso de cristal,
No beberé en tu vaso de cristal,
El vaso es frágil y ama lo inmortal.
Acércate, poeta sin recelos
Ofréndame la gracia de tus manos,
No habrá en mi antojo pensamientos vanos.
No habrá en mi antojo pensamientos vanos.
¿Quieres ir a los bosques con un libro,
Un libro suave de belleza lleno?
Un libro suave de belleza lleno?
Leer podremos algún trozo ameno.
Pondré en la voz la religión de tu alma,
Religión de piedad y de armonía
Religión de piedad y de armonía
Que hermana en todo con la cuita mía.
Te pediré me cuentes tus amores
Y alguna historia que por ser añeja
Nos dé el perfume de una rosa vieja.
Nos dé el perfume de una rosa vieja.
Yo no diré nada de mí misma
Porque no tengo flores perfumadas
Porque no tengo flores perfumadas
Que pudieran así ser historiadas.
El cofre y una urna de mis sueños idos
No se ha de abrir, cesando su letargo,
Para mostrarte el contenido amargo.
Todo lo haré buscando tu alegría
Y seré para ti tan bondadosa
Y seré para ti tan bondadosa
Como el perfume de la vieja rosa.
La invitación esta, sincera y noble.
¿Quieres ser mi poeta, buen amigo,
Y sólo tu dolor partir conmigo?
¿Quieres ser mi poeta, buen amigo,
Y sólo tu dolor partir conmigo?
Me levanté temprano y anduve descalza
Por los corredores: bajé a los jardines
Y besé las plantas
Absorbí los vahos limpios de la tierra,
Tirada en la grama;
Me bañé en la fuente que verdes achiras
Circundan. Más tarde, mojados de agua
Circundan. Más tarde, mojados de agua
Peiné mis cabellos. Perfumé las manos
Con zumo oloroso de diamelas. Garzas
Quisquillosas, finas,
De mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
Que la misma gasa.
Con zumo oloroso de diamelas. Garzas
Quisquillosas, finas,
De mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
Que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo
Mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
Fijos en la verja.
Mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
Fijos en la verja.
El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales:
Comedor en sombra; manos que aprestaban
Manteles.
Afuera, sol como no he visto
Sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
Fijos. Te esperaba.
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.
Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del engaño
Vestido de rojo
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del engaño
Vestido de rojo
Corriste al estrago.
Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!
¡Me pretendes alba!
Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.
Mi corazón es como un dios sin lengua,
Mudo se está a la espera del milagro,
He amado mucho, todo amor fue magro,
Que todo amor lo conocí con mengua.
He amado hasta llorar, hasta morirme.
Amé hasta odiar, amé hasta la locura,
Amé hasta odiar, amé hasta la locura,
Pero yo espero algún amor natura
Capaz de renovarme y redimirme.
Amor que fructifique mi desierto
Y me haga brotar ramas sensitivas,
Y me haga brotar ramas sensitivas,
Soy una selva de raíces vivas,
Sólo el follaje suele estarse muerto.
¿En dónde está quien mi deseo alienta?
¿Me empobreció a sus ojos el ramaje?
Vulgar estorbo, pálido follaje
¿Me empobreció a sus ojos el ramaje?
Vulgar estorbo, pálido follaje
Distinto al tronco fiel que lo alimenta.
¿En dónde está el espíritu sombrío
De cuya opacidad brote la llama?
Ah, si mis mundos con su amor inflama
Yo seré incontenible como un río.
¿En dónde está el que con su amor me envuelva?
Ha de traer su gran verdad sabida
Hielo y más hielo recogí en la vida:
Yo necesito un sol que me disuelva.
Ha de traer su gran verdad sabida
Hielo y más hielo recogí en la vida:
Yo necesito un sol que me disuelva.
Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas,
He sentido el otoño; sus achaques de viejo
Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas.
¡Que curioso destino! Me ha golpeado a las puertas
En plena primavera para brindarme nieve
Y mis manos se hielan bajo la presión leve
En plena primavera para brindarme nieve
Y mis manos se hielan bajo la presión leve
De cien rosas azules sobre sus dedos muertas.
Ya me siento invadida totalmente de hielo;
Castañean mis dientes mientras el sol, afuera,
Pone manchas de oro, tal como en primavera,
Y ríe en la ensondada profundidad del cielo.
Y lloro lentamente, con un dolor maldito
Con un dolor que pesa sobre mis fibras todas,
¡Oh, la pálida muerte que me ofrece sus bodas
Y el borroso misterio cargado de infinito!
¡Pero yo me rebelo! ¿Cómo esta forma humana
Que costó a la materia tantas transformaciones
Me mata, pecho adentro, todas las ilusiones
Y me brinda la noche casi en plena mañana?
Alfonsina storni
martes, 25 de noviembre de 2014
sábado, 22 de noviembre de 2014
viernes, 21 de noviembre de 2014
Versos del Ocaso
Esta tarde
copiosa de ti,
he visto la piel
del alma,
Entonces
en el océano
de tus besos, nadan
aromas y huellas
inclinados entre labios
subterráneos de pasiones
En estos lluviosos versos
se rejuvenece la tarde
abrasada de calor
Te vi caminar
sobre los acantilados
de
mis pensamientos.
Como siempre,
girando en los latidos del alma
donde posan
girasoles
Tu,
Amor, amaneciendo
En la madrugada
de la tarde
Linda, acaricia
esta voz de miel
Y versos trilladores
de banderas
donde respiran
alboradas
Salpicada de sol
en lluviosos
silencios de pasiones
Aquí te espero
Sentado en la cintura
del deseo…
Autor:
Ramón Danilo Correa
14 de Febrero, 2013
Nota:
Todos los derechos reservados
Eres mi ancla
Estoy aprendiendo a mirarte con tus frondosos ojos
quiero besar lágrimas del desierto entre tus manos
para de esa manera peinarla
Dormiré arropado con tus pestañas alfombradas entre claveles
asi, sentir latidos de tu evangélica alma
y lamer el sonido acampado en tu crisol
Ahora soy feliz, porque puedo caminar entre tus huellas
Puedo, subir la montana del lago, y llegar hasta el pensamiento
de tus ojos
A veces acostumbro viajar en las profundas corrientes, transito al
centro de tus bosques, dime si en los poros de las estrellas encontrare
clorofilas purificadoras entre siluetas de hojarascas
Amor, nunca te alejes de mi otoño
Porque trotando yo, en la infinita carretera sembrada en pétalos de girasoles
encontrare aquellos besos humeantes. No importa, aquí te espero
en el malecón, sentado en una esquina de tus labios
Autor:
Lic. Ramón Danilo Correa
27 de Diciembre, 2011
Nota:
Este poema, esta protegido por la oficina del derecho
de autor, de la República Dominicana
miércoles, 19 de noviembre de 2014
Refugiado en el lodo de la muerte
Cuando la cara del humilde
queda maquillada por el lodo
el hambre luce tímida
tras el paso del huracán o la
tormenta que se llevó
su alegría encaramada en vientos
y sus mudas voces
en contaminadas aguas
ahogadas
en el escandaloso
silencio democrático…
Estos
huracanes y tormentas
tiranas
que nos besan
con su boca
ensangrentada
de pétalos y mar
con su manto
gris relampagueante
oscurecen
las tenues primaveras
de esta madrugada
sin abrigo….
Porque
Ellos
Con su cobarde furia
desalojan
los bohíos y casuchas
de los oprimidos del trueno
caribeño y latinoamericano…
Ellos
Si ellos
los residentes en el olvido
lo que en cada verano
abonan la espina del poder
con sus podridos llantos de muertes
sepultados en las cuentas bancarias
en dólares y euros de los discípulos
huracanados
lo sin rostros
carentes de históricos apellidos
comprometidos con el saqueo del Caribe
y la trenza Americana
Como en otras demacradas comunidades
enraizada en el famélico crisol
paraguas de enamoradas lluvias
rumbas de holocaustos caribeños
Estamos ubicados en el
ojo del cíclope del tiempo
y también del bloqueo injusto
que pisotea aquel faro ultramarino de
esta frondosa hermana nación
unidas formamos tropicales malecones
República Dominicana, Haití, Cuba, Puerto Rico
Jamaica, y demás islas que
conforman las Antillas Menores
Aquí
la muerte
sabe a viento
lluvia
en bocanada
de dolor
empapada
de
promesas
ladridos
huracanados
de políticos
que se enriquecen con
la solidaridad internacional
Estos temporales
ventarrones
solo
tumban famélicas caderas
de palmas, sembradas
en el alma miserable de mi tierra
Caribeña y latinoamericana…
Autor:
Ramón Danilo Correa
Lunes 08, Verano, 2008
martes, 18 de noviembre de 2014
Ojos entre lamparas
Ojos entre
lámparas
Te escribo
estos versos
para que algún día
Sean leídos por tus
Ojos despiertos en
mi cara
Mami,
preciosa lámpara,
en ellos te pido
cubrir tu cuerpo
oceánico y tenues
de letras con acentos
anaranjados
tus ojos se tragan
mis versos y vomitan
mis faltas
y
tu boca saborea
mieles crucificadas
Son párrafos
que arden. Llegan brincando
lagrimas y saltando
espinas ortográficas
Sabes linda
mujer,
espero que al leer
este mi soliloquio
puedas luego
dormir
abrazadas
a esta pagina
entre tu abecedario
de luciérnaga
En ti,
Eva
crece preñada
de vida, bajo la sombra de
estas palabras vestidas de una
noche sabatina…
Autor:
Ramón Danilo Corre
01de Enero, 2012
Nota:
Todos los derechos reservados, según leyes
de la Republica Dominicana
Gracias, a tu ayer
Déjame pensar en los corales encrespados de soledad, quiero verter mi triste océano en sudoroso estigmas, en la aurora del reloj tampoco deseo que pienses en aquellos segundos cuando nos mecíamos en la trenza del deseo que nos esclavizó sin darnos cuentas.
Que cobarde fui al dejar volar esa incendiada tarde, sin un después, con tus rabias sin filos cortaste la sed de este amor, oriundo del bosque y la esperanza de volver ati, sin almanaque de llegadas hasta tus alamedas
Linda, déjame silenciar esas lágrimas que surcaron tu ayer
Tu tan lejos, mi vida, donde viven las golondrinas, pero no importa, falta poco tiempo para llegar el ayer, sabes, espero abrir mi quimera y llenarla de tu lejanía, no me hagas caso, es que estoy pensando en nuestro barrio lluviosos en tu boca y en mi cristo sin puerto. Siento vergüenza por la MORENA ,una elegante y noble dama de la miel y el susurro….
Linda, ahora que no esta, ahora que la culpa es solo mía, ahora que las palmeras crecieron entre tu y yo, como para amurallar la alegría del ruiseñor y su plumaje de mentira. Como tu acaricias en las madrugadas esta alma vulcanizada, quiero que seas feliz aunque sea en los extranjeros brazos de un a dios sin regresos
Hoy es día sin ti, y salgo al patio del olvido y entro de repente por las lloviznas del Sol, que respiran en la piel de un sueño alegre que yo he vivido, junto ati, linda mujer, dama de la honestidad, gracias por dejar que la utopia me dejara besar las huellas de tu amor, y de esa manera acaricié la geografía de tu vanidad de mujer.
Autor:
Lic. Ramón Danilo Correa
Miércoles, 03 Otoño, 2010
Este trabajo poético, esta protegido de manera integra, por las leyes dominicanas, en la oficina del derecho de autor.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Vientos de Mariposa
Mariposa es la mujer de las miradas
rejuvenecida y anquilosada
en el mapa de la piedra
Tu eres, una dama de una sola primavera,
de un amor, acariciado por sus labios girasoles
donde tu has quedado abrasada por
mis músculos y temporales
Como no caminar
entre callejones
y lamparas
en una habitación
de tu piel, besada en jaque-mate
para bailar esas utopías reflejadas
en tus faroles
Eres una verde luciérnaga
arrodillada solo en tus versos
cuando construimos aquel silencio
sin idiomas
Dama, cuyos ojos
reflejan
siluetas,salivas y olas
rejuvenecidas de tu acantilado
Yo no seré
nunca el cantor
de otras guitarras,
usare tu garganta
para entonar el himno
de alegría que sembramos
en las pupilas de aquel
oxidado chevrolet,
abandonado
en la pradera,
donde se levantaba el Sol,
cuyos ojos dormitados
en dos siluetas
desnudas de verano
Mariposa
en tus ojos
descalzos
duermo, sin reloj
ni almohada
solo arropados con las pestañas
del viento.
Sabes, Mariposa, me gusta que siempre
me preste
tus faroles, para dormir y así soñor tus sueños
Nosotros nos amamos,
y por eso las algas marinas
van de rumba, en los pétalos
de lágrimas del mar
que hoy se visten de
Mariposa
Autor:
Ramón Danilo Correa
02 de Primavera,2011
Todos los derechos de este poema, están protegidos, por la oficina
de derecho de autor, según leyes de Republica Dominicana
martes, 30 de septiembre de 2014
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