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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Poemario de Alfonsina Storni

.Alfonsina Storni
Argentina, 1892-1938
Poeta y escritora feminista del modernismo. Escribió obras de teatro y poesía en las que se podía notar su tendencia feminista, buscando la igualdad entre el hombre y la mujer. Su producción literaria está marcada por dos etapas, la primera Romántica y la segunda de corte más reflexivo. Entre sus obras se destacan “La inquietud del rosal” y “Mundos de siete pozos”



poesía


Soy

Soy suave y triste si idolatro, puedo 
bajar el cielo haSta mi mano cuando 
el alma de otro al alma mía enredo. 
Plumón alguno no hallarás más blando. 

Ninguna como yo las manos besa, 
ni se acurruca tanto en un ensueño, 
ni cupo en otro cuerpo, así pequeño, 
un alma humana de mayor terneza. 

Muero sobre los ojos, si los siento 
como pájaros vivos, un momento, 
aletear bajo mis dedos blancos. 

Sé la frase que encanta y que comprende 
y sé callar cuando la luna asciende 
enorme y roja sobre los barrancos.



ESTA TARDE

Ahora quiero amar algo lejano...
Algún hombre divino
Que sea como un ave por lo dulce,
Que haya habido mujeres infinitas


Y sepa de otras tierras, y florezca
La palabra en sus labios, perfumada:
Suerte de selva virgen bajo el viento...

Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
Blanda y tranquila como espeso musgo,
Tiembla mi boca y mis dedos finos,
Se deshacen mis trenzas poco a poco.

Siento un vago rumor... Toda la tierra
Está cantando dulcemente... Lejos
Los bosques se han cargado de corolas,


Desbordan los arroyos de sus cauces
Y las aguas se filtran en la tierra
Así como mis ojos en los ojos
Que estoy sonañdo embelesada...

Pero
Ya está bajando el sol de los montes,
Las aves se acurrucan en sus nidos,
La tarde ha de morir y él está lejos...
Lejos como este sol que para nunca


Se marcha y me abandona, con las manos
Hundidas en las trenzas, con la boca
Húmeda y temblorosa, con el alma
Sutilizada, ardida en la esperanza
De este amor infinito que me vuelve
Dulce y hermosa...




Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.

Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,


Porque entendía, mar, yo me fui dando:
"Piedad, piedad para el que más ofenda".
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:


Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:


Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!

Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría
Ah, yo soñaba ser como tú eres.

Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.

Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza,
¡Aire de mar! ¡Oh tempestad, oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,


Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y equivoca
Pequeña vida que dolor provoca,


¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele


La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.

Acércate, poeta; mi alma es sobria,
De amor no entiende -del amor terreno-
Su amor es más altivo y es más bueno.
No pediré los besos de tus labios.
No beberé en tu vaso de cristal,

El vaso es frágil y ama lo inmortal.
Acércate, poeta sin recelos
Ofréndame la gracia de tus manos,
No habrá en mi antojo pensamientos vanos.
¿Quieres ir a los bosques con un libro,


Un libro suave de belleza lleno?
Leer podremos algún trozo ameno.
Pondré en la voz la religión de tu alma,
Religión de piedad y de armonía

Que hermana en todo con la cuita mía.
Te pediré me cuentes tus amores
Y alguna historia que por ser añeja
Nos dé el perfume de una rosa vieja.

Yo no diré nada de mí misma
Porque no tengo flores perfumadas
Que pudieran así ser historiadas.

El cofre y una urna de mis sueños idos
No se ha de abrir, cesando su letargo,
Para mostrarte el contenido amargo.
Todo lo haré buscando tu alegría


Y seré para ti tan bondadosa
Como el perfume de la vieja rosa.
La invitación esta, sincera y noble.
¿Quieres ser mi poeta, buen amigo,
Y sólo tu dolor partir conmigo?

Me levanté temprano y anduve descalza
Por los corredores: bajé a los jardines
Y besé las plantas
Absorbí los vahos limpios de la tierra,


Tirada en la grama;
Me bañé en la fuente que verdes achiras
Circundan. Más tarde, mojados de agua
Peiné mis cabellos. Perfumé las manos
Con zumo oloroso de diamelas. Garzas


Quisquillosas, finas,
De mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve


Que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo


Mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
Fijos en la verja.

El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales:
Comedor en sombra; manos que aprestaban
Manteles.

Afuera, sol como no he visto
Sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
Fijos. Te esperaba.

Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.


Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita

Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,


Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.


Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines


Negros del engaño
Vestido de rojo
Corriste al estrago.
Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía

Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),


Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!
Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;


Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos


La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;


Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros


Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto


En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,


Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.

Mi corazón es como un dios sin lengua,
Mudo se está a la espera del milagro,
He amado mucho, todo amor fue magro,

Que todo amor lo conocí con mengua.
He amado hasta llorar, hasta morirme.
Amé hasta odiar, amé hasta la locura,

Pero yo espero algún amor natura
Capaz de renovarme y redimirme.
Amor que fructifique mi desierto
Y me haga brotar ramas sensitivas,

Soy una selva de raíces vivas,
Sólo el follaje suele estarse muerto.
¿En dónde está quien mi deseo alienta?
¿Me empobreció a sus ojos el ramaje?


Vulgar estorbo, pálido follaje
Distinto al tronco fiel que lo alimenta.
¿En dónde está el espíritu sombrío

De cuya opacidad brote la llama?
Ah, si mis mundos con su amor inflama
Yo seré incontenible como un río.

¿En dónde está el que con su amor me envuelva?
Ha de traer su gran verdad sabida
Hielo y más hielo recogí en la vida:
Yo necesito un sol que me disuelva.

Al mirar mis mejillas, que ayer estaban rojas,
He sentido el otoño; sus achaques de viejo


Me han llenado de miedo; me ha contado el espejo
Que nieva en mis cabellos mientras caen las hojas.
¡Que curioso destino! Me ha golpeado a las puertas


En plena primavera para brindarme nieve
Y mis manos se hielan bajo la presión leve
De cien rosas azules sobre sus dedos muertas.

Ya me siento invadida totalmente de hielo;
Castañean mis dientes mientras el sol, afuera,
Pone manchas de oro, tal como en primavera,
Y ríe en la ensondada profundidad del cielo.

Y lloro lentamente, con un dolor maldito
Con un dolor que pesa sobre mis fibras todas,
¡Oh, la pálida muerte que me ofrece sus bodas
Y el borroso misterio cargado de infinito!

¡Pero yo me rebelo! ¿Cómo esta forma humana
Que costó a la materia tantas transformaciones
Me mata, pecho adentro, todas las ilusiones
Y me brinda la noche casi en plena mañana?

Alfonsina storni

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