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martes, 3 de noviembre de 2015

“Te llevarán a donde no quieras”.



Caminaba despistado por los pasillos del segundo piso de Bella Vista Mall en Santo Domingo, escoltado por mis dos tenientes; mi primogénito Yofre, y la bella Samantha, de repente, frente a mis ojos marrones, “ una escena que conmovió las fibras internas de mi corazón,” otro padre, de unos 80 años, bien parecido según la cultura anglosajona, vestido impecablemente, iba del brazo de quien era “su vivo retrato”, y a viva voz lo conminaba a tomar la escalera eléctrica, a lo que el don respondía con voz firme y varonil , “ no quiero”, pero los brazos del joven eran fuertes como los de Sansón, el de la Biblia; de modo que, prácticamente lo hizo saltar hasta la escalinata en un santiamén, pero aún vencido repitió, “ no quiero”, y su rostro se tornó adusto, como de cera.
Nunca sabré que cosa no quería el caballero, lo que si conozco es lo que dice la biblia en Juan 21: 18, “de cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; más cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras”.
Mis palabras sobran, de ahora en adelante.
Para ambos, Sam y Yofre, la escena fue una más en la película real que es la vida, me vi representado en un hombre al que nunca había visto, y quizás nunca lo vuelva a ver.
Pero como dice Tío Luis, “ es que llegar a viejo es una profesión, la profesión más difícil de ejercer en el mundo”.
Esas palabras, me recordaron otras, pero en el mismo tono, un anciano ya fallecido, Monseñor Francisco Arnáiz, quien fuera obispo auxiliar de la Ciudad de Santo Domingo llegaba un día a las instalaciones de la Feria Internacional del Libro, en la Plaza de la Cultura, en una calurosa tarde, luego del sopor de las tres de la tarde; pero sus menguadas fuerzas y la edad eran como una prisión ya no le daban para salir sólo del carro, un Toyota Corolla 1998.
El anciano, fijó sus ojos verdes lilas en un joven camarógrafo,  le habló con las pupilas de sus ojos, y éste entendió que el obispo necesitaba ayuda, con paciencia, con calma logró no sólo ayudarlo a salir del auto, sino también llevarlo hasta el salón en que éste asistiría a la puesta en circulación de un libro,asistido por el fotoreportero Diego Feliz.
Finalmente, Arnaiz le dio las gracias a Williams y le dijo con voz clara y bien audible, “ es que la vejez cobra un peaje muy caro”.
Es que “Quien no se muere a viejo llega”.

Autor:
Víctor Elías Aquino


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