Gabriela Mistral
(1889/04/07 - 1957/01/10)
Gabriela Mistral
Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga
Poetisa y diplomática chilena
La experiencia es un billete de lotería comprado después del
sorteo
Gabriela Mistral
Nació el 7 de abril de 1889, en la ciudad de Vicuña,
cuarta región, Chile. Hija de Juan Jerónimo Godoy y Petronila
Alcayaga, quienes la bautizaron con el nombre de Lucila. A los tres
años su padre abandona la familia.
Hija de un profesor rural y con una hermanastra de la misma
profesión que le enseñó las primeras letras, ingresó en la escuela de La Unión,
finalizando su enseñanza básica en Vicuña, donde la directora creía que padecía
"retraso mental". Casi obligada a ser autodidacta a causa de la
difícil situación económica de su familia y al aislamiento de la región.
En 1904 colabora en el periódico "Coquimbo",
de La Serena, utilizando los seudónimos de "Alguien", "Soledad"
y "Alma". A los quince años empieza a trabajar, en la Escuela
de La Compañía, aldea vecina a Vicuña. A los 17 años conoce a Romelio
Ureta, empleado de Ferrocarriles, "el amor de su vida". Durante
este período, da clases en la escuela de La Cantera. En 1907
escribe para los periódicos "La Voz de Elqui" y "La
Reforma". Un año después figura en la antología "Literatura
Coquimbana" de L. Carlos Soto Ayala, en la cual éste le
dedica un breve estudio y selecciona tres prosas poéticas de la autora: "Ensoñación",
"Junto al mar" y "Carta íntima". El 25 de
noviembre de 1909, a los 26 años de edad, se suicida en Coquimbo, Romelio
Ureta. Se dice que sustrajo dinero de la caja del ferrocarril para socorrer a
un amigo y al no poder restituirlo acabó con su vida. En sus bolsillos se
encontró una tarjeta con el nombre de Lucila Godoy.
Con temprana vocación por el magisterio, llegó a ser
directora de varios liceos fiscales. Su fama como poetisa llegó en 1914, tras
haber sido premiada en unos Juegos Florales por sus Sonetos de la
muerte, inspirados en el suicidio de su gran amor, el joven Romelio Ureta.
A este concurso se presentó con el seudónimo que desde entonces la acompañaría
toda su vida y que fue concebido por la escritora como homenaje a dos poetas a
los que admiraba, Gabrielle
D'Annunzio y Frédéric
Mistral. A su primer libro de poemas, Desolación (1922),
le siguieron Ternura (1924), Tala (1938), Lagar (1954)
y otros.
Inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena y destacada
educadora, visitó México, Estados Unidos y Europa estudiando las escuelas y
métodos educativos de estos países. Fue profesora invitada en las universidades
de Barnard, Middlebury y Puerto Rico. A partir de 1933, y durante un periodo de
veinte años, trabajó como cónsul de su país en ciudades como Madrid, Lisboa y
Los Ángeles, entre otras.
Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano,
alemán y sueco siendo muy influyente en la obra creativa de muchos escritores
latinoamericanos posteriores, como Pablo
Neruda y Octavio
Paz. Sus diversos poemas escritos para los niños se recitan y cantan en
muy diversos países. En 1945 fue el primer escritor latinoamericano que
consiguió el Premio Nobel de
Literatura. En 1951, le otorgaron el Premio Nacional de Literatura de
su país.
En 1928, y junto con su íntima amiga Palma Guillén adoptó
a Juan Miguel Godoy Mendoza, nacido en Barcelona en 1925, hijo de su medio
hermano Carlos Miguel Godoy y de la catalana Marta Mendoza. El niño acompañó a
Mistral en sus viajes y cuando residían en Petrópolis (Brasil), se enamoró de
una joven alemana con la que deseó contraer matrimonio. Gabriela se opuso a la
boda y el joven se suicidó ingiriendo arsénico el 14 de agosto de 1943.
Gabriela Mistral se relacionó íntimamente con Doris
Dana, a la que conoció en Nueva York en 1946. Dana era lesbiana y 31 años
más joven que ella. Tenía 27 años cuando se conocieron y a Gabriela le
recordaba físicamente a la actriz Katherine
Hepburn. Su amiga trabajó ocasionalmente en el Departamento de Estado y
a pesar de no compartir lenguaje su relación íntima duró hasta la muerte de la
poetisa. Doris Dana se convirtió en albacea de su obra y también su principal
heredera.
Tras una larga enfermedad, Gabriela Mistral fallece el 10 de
enero de 1957, a las 4,10 horas, en el Hospital General de Hempstead,
en Nueva York. No murió sola, en todo momento fue asistida por
Doris Dana. Sus restos reciben el homenaje del pueblo chileno, declarándose
tres días de duelo oficial. Los restos de Gabriela Mistral llegaron a Chile el
19 de enero de 1957 y se velaron en la Universidad de Chile, donde 400 niñas
del Liceo Nº 6, del que Gabriela fue su primera directora, hicieron guardia de
honor. Recibió sepultura en Montegrande y se le rindió homenaje en todo el
Continente y en la mayoría de los países del mundo.
Obras
Sonetos de la Muerte (1914)
Desolación (1922)
Lecturas para mujeres (1923)
Ternura (1924)
Nubes blancas y breve descripción de Chile (1934)
Tala (1938)
Todas íbamos a ser reinas (1938)
Antología (1941)
Lagar (1954)
Recados, contando a Chile (1957)
Poema de Chile (1967)
Almácigo (2008)
Niña errante (2009, epistolario)
Hijita querida (2011)
Epistolario americano (2012, correspondencia)
Desolación, 1922
La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.
El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que son míos;
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos,
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi vieja madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la "noche larga" ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que vine para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales;
¡siempre será su altura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
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