Mama
y su vieja máquina Singer de pedales era
una sola, en ella se cocían
fuego alto sueños de toda la
familia, las penas, las tristeza, las alegría y
oraciones que en el cielo se convertían en olor fragante; y en la tierra
en pantaloncitos multicolores de retazos de remate y arcoíris que se
vendían “en negocios de mujeres malas”,
en la histórica zona norte de Domingo.
A
caso, ?Hay un solo justo, bueno en toda la tierra?
Así
de buenos y malos eran los tiempos.
Hablaba de prostíbulos, bares (cabarets), pero lo decía con lenguaje, de
sabios, reyes y sacerdotes de un tiempo sin memoria.
Ramona fue modista autodidacta, y de ese oficio su
única práctica fue estar sentada en un desván frente al costurero de la
mismísima Herminia Posti, la modista más famosa de Bonao.
Recuerda
que antes de sus 15 junto chele a chele para hacerse en vestido, fue como si
todos los conocimientos de la experta se
le trasvasaran una tarde que soñó que
ella era la modista del pueblo
Así
las cosas, Antonielo era el mensajero del destino manifiesto recorría las
calles pregonando pantaloncitos cortos en perchas grandes como arcos de
gladiadores, pero nunca traspaso el lindero de su madre, no pasó nunca, nunca ,
nunca de la calle Moca esquina 20, donde estaba el famoso cine Ketty, frontera natural
entre los barrios de Villas Agrícolas y Villa
Juana que en tiempos pretéritos fueron potreros y fincas de la Familia
Trujillo.
Como
en una procesión las mujeres salían todas juntas, de tardesita las mujeres
todavía no había clientes, ni música alta, tenían y tiempo de recordar que eran
madres, y entonces de daba la ley del regateo en la compra y venta de
pantaloncitos. Para Antonielo el día era
perfecto cuando lograba vender dos pantaloncitos de 25 cheles y
entregarlos a su madre.
Cualquiera
que lo vía, veliz, pensaba que había
pasado de curso. Estaba trayendo el dinero de
la cena, y lo sabía, claro que lo sabía.
Ramona
nunca fue violenta, pero se acostumbro a
golpe y disparos de pedal a matar los
atardeceres, con una taza de café, biblia en mano y sus oraciones prendadas de los labios.
Autor:
Victor Elias Aquino
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