Era la noche sombría,
de silencio y de calma;
era una noche de oprobio
para la gente de
Ozama.
Noche de mengua y quebranto
para la Patria
adorada.
El recordarla tan
sólo
el corazón apesara.
Ocho los míseros
eran
que mano aviesa lanzaba,
en pos de sus compañeros
hacia la extranjera playa.
Ellos que al nombre de Dios,
Patria y Libertad se alzaran;
ellos que al pueblo le dieron
la Independencia anhelada.
Lanzados fueron del suelo
por cuya dicha lucharan;
proscritos, sí, por traidores
los que de lealtad sobraban.
Se les miró
descender
a la ribera
callada,
se les oyó
despedirse,
y de su voz
apagada
yo recogí los
acentos
que por el aire vagaban.
Juan Pablo Duarte
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