Es un espacio, cuya difusion de trabajos culturales, pero con una especial focalizacion en el marco de la poetica, como instrumento de educacion y fortalecimiento a la formacion politica, social y romantica, como seres humanos que convivimos en espacios compartdidos de dolores y preocupaciones en el desarrollo de la humanidad, sobretodo en el concepto de pais, acampado en el rostro historico de los esfuerzos por levantarnos y volver a caminar en el crisol de la libertad.Republica Dominicana
Pagina visitada hoy
125113
lunes, 29 de mayo de 2017
Estos se robaron el hambre de la patria
Bueno, me parece, según nuestra costumbre, como lo verdaderamente involucrados
son ricos representante de esta arrugada democracia,nada pasara.....Si fueran humildes campesinos y obreros explotados, ahí si, garrotazos y barrotes.
Pero, como pulcros representantes del especulados, y quienes hacen esas leyes burócratas,que históricamente han permitido el asalto en cada periodo de gobiernos al sudor de los pendejos....A los culpables los condenan, les cantan 30 años,
Y cumplirlo en una digital cárcel con aire acondicionado, televisor plasma,el mas reciente celular, aifon o samsung,para chatear y comunicarse por Whasapp,con otros ladrones y corruptos,ademas finos vinos/whisky,con visitas de damiselas ...
Como también salir a su casa, los fines de semanas y días feriados.
Y al final con el olvido, cumplir en realidad, 6 meses de reculsion. Y NAAAAAA. LA HISTORIA ESTA AHÍ, EMPOLVADA Y ENVEJECIDA DE MOHO
Seria bueno, que a los verdaderos culpables los juzguen jueces fuera de nuestro laberinto judicial, ya que esta justicia esta comprometida con todo tipo de corrupción antes y después de ser República Dominicana.Debido que quienes los juzguen estén comprometido o designado ahí, por el pulpo político de la corrupción.
Seria bueno, que se lo lleven en un avión cloaca, para una cárcel de mayor seguridad,construida en mercurio u otros planetas
viernes, 19 de mayo de 2017
miércoles, 17 de mayo de 2017
Las botas y fusiles reflejan la democracia dominicana
LOS DOMINICANOS HEMOS VIVIDOS EN NUESTRA CORRUPTAS HISTORIA, ARROPADOS ENTRE LAVAS DE GOBIERNOS GORILEZCOS. ESTE TIPO DE ACCIONES ANTIDEMOCRÁTICAS. LO EVIDENCIA.........
El que sigue es un poema que se explica por sí solo,
una muestra de la
solidaridad que debe primar entre
los ciudadanos del mundo, expresada ante la
invasión armada
de que fuera objeto la República Dominicana en el 1965.
Perdonen si les digo unas locuras,
en esta dulce tarde de febrero,
y si se va mi corazón cantando,
hacia Santo Domingo, compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado allí,
desde que don Cristóbal, el marinero,
puso los pies y descubrió la isla,
¡ay mejor no la hubiera descubierto!
porque ha sufrido tanto desde entonces,
que parece que el diablo y no Jesús,
se entendió con Colón en ese aspecto.
Esos conquistadores españoles,
que llegaron desde España, por supuesto,
buscaban oro y lo buscaron tanto,
como si les sirviese de alimento.
Enarbolando a Cristo con su cruz,
los garrotazos fueron argumentos,
tan poderosos que los indios vivos,
se convirtieron en cristianos muertos.
Aunque hace siglos de esta historia amarga,
por amarga y por vieja se la cuento,
porque las cosas no se aclaran nunca,
con el olvido ni con el silencio.
Y hay tanta inquietud sin comentario,
en la América hirsuta que me dieron,
que si hasta los poetas nos callamos,
no hablan los otros porque tienen miedo.
Ya se sabe en un día declaramos,
la independencia azul de nuestros pueblos,
una por una, América Latina,
se desgranó como un racimo negro,
de nacionalidades diminutas,
con mucha facha y con poco dinero.
( Andamos con orgullo y sin zapatos,
y nos creemos todos caballeros)
Cuando tuvimos pantalones largos,
nos escogimos pésimos gobiernos,
(rivalizamos mucho en este asunto,
Santo Domingo se sacó los premios).
En esta variedad un tanto triste,
tuvieron a Trujillo sempiterno,
que gracias a un balazo se enfermó,
después de cuarenta años de gobierno.
Podríamos decir de este Trujillo,
(a juzgar por las cosas que sabemos),
que fue el hombre más malo de este mundo,
(si no existiese Jhonson, por supuesto),
se sabrá quién ha sido más malvado),
cuando los dos estén en el infierno),
Cuando murió Trujillo respiró,
aquella pobre patria de tormentos,
y en un escalofrío de esperanzas,
subió la luna sobre el sufrimiento.
Corre por los caminos la noticia:
Santo Domingo sale del infierno,
por fin elige un presidente puro:
es Juan Bosch que regresa del destierro,
pero no les conviene un hombre honrado
ni a los gorilas ni a los usureros.
Decretaron un golpe en Nueva York,
le echan abajo con cualquier pretexto,
lo destierran con su constitución,
instalan a cualquier sepulturero,
en el tronco del mando y del castigo,
y los verdugos vuelven a sus puestos .
“La democracia representativa,
ha sido restaurada en este pueblo”
dijo El Mercurio en su “editorial” escrito,
en la Embajada que sabemos.
Pero esta vez las cosas no marcharon,
de un modo interesado aunque severo,
a norteamericanos y gorilas,
les salieron los tornillos en el queso,
y con voz de fusibles en la calle,
Salió a cantar el corazón del pueblo.
Santo Domingo con su pueblo armado ,
borró la imposición de los violentos:
tomó ciudades, campos y en el puente,
con el pecho desnudo y descubierto,
aplastó tanques, desafió cañones.
Y corría impetuoso como el viento,
hacia la libertad y la victoria,
cuando el tejano Jhonson, el funesto,
con la sangre de muchos en las manos,
hizo desembarcar los marineros.
Cuarenta y cinco mil hijos de perra,
bajaron con sus armas y sus cuentos,
con ametralladoras y napalm,
con objetivos claros y concretos:
“Poner en libertad a los ladrones,
Y a los demás hay que meterlos presos”.
Y allí están disparando cada día,
contra dominicanos indefensos.
Como en Vietnam el asesino es fuerte,
pero a la larga vencerán los pueblos.
La moraleja de este cuento amargo,
se las voy a decir en un momento,
(no se lo vayan a contar a nadie:
soy pacifista por fuera y por dentro!) :
Ahí va:
Me gusta en Nueva York el yanqui vivo
y sus lindas muchachas, por supuesto,
pero en Santo Domingo y en Vietnam,
prefiero norteamericanos muertos.
(“Versainas de protesta por el desembarco de marines en Santo Domingo,
publicadas en hojas sueltas en Valparaíso y en Santiago de Chile, 1966”)
sábado, 29 de abril de 2017
Breve biografía de Rene del Risco y Bermudez
Nació en Sam Pedro de Macorís el 9 de mayo de 1937.Nieto del poeta Federico Bermudez.Su vida transcurrió en un ambiente de precocidad que lo hiso alcanzar en poco tiempo el bachillerato.
A temprana
edad produjo composiciones poéticas que asombraron a todos, desempeñándose
también como actor en veladas infantiles y como autor de canciones.
Más tarde
empezó en Santo Domingo, sus estudios de dercho, interrumpidos por su vocación
política que lo llevaría a luchar contra la dictadura trujillista, hasta el
extremo de ser llevado a prisión y obligado a un forzoso exilio en Puerto Rico.
Aunque
rodeado de muerte por todas partes, en estos poemas, según nos dice desea poner
sus palabras del lado de la vida. Por que el amor siempre estuvo unido a sus
preocupaciones y esta presente en sus más crudos poemas de lucha.
Sus obras:
“El viento
frió” “Del jubileo a la sangre” “En el barrio no hay banderas” “Cuentos y
poemas completos” “Ahora que vuelvo tom.”
Crítica de
“Ahora que vuelvo tom”:
Ahora que vuelvo,Ton
Rene del Risco y Bermudez
Eras realmente pintoresco, Ton; con aquella gorra de los Tigres del Licey, que ya no era azul sino berrenda, y el pantalón de kaky que te ponías planchadito los sábados por la tarde para irte a juntarte con nosotros en la glorieta del Parque Salvador a ver las paradas de los Boys Scouts en la avenida y a corretear y bromear hasta que de repente la noche oscurecía el recinto y nuestros gritos se apagaban por las calles del barrio.
Te recuerdo, porque hoy he aprendido a querer a los muchachos como tú y entonces me empeño en recordar esa tu voz cansona y timorata y aquella insistente cojera que te hacía brincar a cada paso y que sin embargo no te impedía correr de home a primera, cuando Juan se te acercaba y te decía al oído "vamos a sorprenderlos, Ton; toca por tercera y corre mucho".
Como jugabas con los muchachos del "Aurora", compartiste con nosotros muchas veces la alegría de formar aquella rueda en el box "¡rosi, rosi, sin bom-ba - Aurora - Aurora - ra- ra- ra!" y eso que tú no podías jugar todas las entradas de un partido porque había que esperar a que nos fuéramos por encima del "Miramar" o "la Barca" para darle "un chance a Ton que vino tempranito" y "no te apures, Ton que ahorita entras de emergente ".
¿Cómo llegaste al barrio? ¿Cuándo? ¿Quién te invitó a la pandilla? ¿Qué cuento de Pedro Animal hizo Toñín esa noche, Ton? ¿Serías capaz de recordar que en el radio en casa de Candelario todas las noches "Mejoral, el calmante sin rival, presenta "Cárcel de mujeres", y entonces alguien daba palmadas desde la puerta de una casa y ya era hora de irse a dormir, "se rompió la taza..."
Yo no sé si tú, con esa manera de mirar con un guiño que tenías cuando el sol te molestaba, podrías reconocerme ahora. Probablemente la pipa apretada entre los dientes me presta una apariencia demasiado extraña a ti, o esta gordura que empieza a redondear mi cara y las entradas cada vez más obvias en mi cabeza, han desdibujado ya lo que podría recordarse de aquel muchacho que se hacía la raya a un lado, y que algunas tardes te acompañó a ver los trainning de Kid Barquerito y de 22-22 en la cancha, en los tiempos en que "Barquero se va para La Habana a pelear con Acevedo" y Efraín, el entrenador, con el bigote de Joaquín Pardavé, "¡Arriba, arriba, así es, la izquierda, el jab ahora, eso es" y tú después, apoyándote en tu pie siempre empinado, "¡can-can-can-can!" golpeando el aire con tus puños, bajábamos por la calle Sánchez, "¡can-can-can! "jugabas la soga contra la pared, siempre saltando por tu cojera incorregible y yo te decía que "no jodas Ton" pero tú seguías y entonces, ya en pleno barrio, yo te quitaba la gorra, dejando al descubierto el óvalo grande de tu cabeza de zeppelin, aquella cabeza del "Ton, Melitón, cojo y cabezón!" con que el Flaco Pérez acompañaba el redoble de los tambores de los Boys Scouts para hacerte rabiar hasta el extremo de mentarle "¡Tumadrehijodelagranputa", y así llegábamos corriendo, uno detrás del otro, hasta la puerta de mi casa, donde, poniéndote la gorra, decías siempre lo mismo "¡a mí no me hables!".
Para esos tiempos el barrio no estaba tan triste Ton, no caía esa luz desteñida y polvorienta sobre las casas ni este deprimente olor a toallas viejas se le pegaba a uno en la piel como un tierno y resignado vaho de miseria, a través de las calles por donde minutos atrás yo he venido inútilmente echando de menos los ojos juntos y cejudos del "búho Pujols", las latas de carbón a la puerta de la casa amarilla, el perro blanco y negro de los Pascual, la algarabía en las fiestas de cumpleaños de Pin Báez, en las que su padre tomaba cervezas con sus amigos sentado contra la pared de ladrillos, en un rincón sombrío del patio, y nosotros, yo con mi traje blanco almidonado; ahora recuerdo el bordoneo puntual y melancólico de la guitarra de Negro Alcántara, mientras alrededor del pozo corríamos y gritábamos y entre el ruido de la heladera el diente careado de Asia salía y se escondía alternativamente en cada grito.
Era para morirse de risa, Ton, para enlodarse los zapatos; para empinarse junto al brocal y verse en el espejo negro del pozo, cara de círculos concéntricos, cabellos de helechos, salivazo en el ojo, y después "mira como te has puesto, cualquiera te revienta, perdiste dos botones, tigre, eso eres, un tigre, a este muchacho, Arturo, hay que quemarlo a golpes"; pero entonces éramos tan iguales, tan lo mismo, tan "fraile y convento, convento sin fraile, que vaya y que venga", Ton, que la vida era lo mismo, "un gustazo: un trancazo", para todos.
Claro que ahora no es lo mismo. Los años han pasado. Comenzaron a pasar desde aquel día en que miré las aguas verdosas de la zanja, cuando papá cerró el candado y mamá se quedó mirando la casa por el vidrio trasero del carro y yo los saludé a ustedes, a ti, a Fremio, a Juan, a Toñín, que estaban en la esquina, y me quedé recordando esa cara que pusieron todos, un poco de tristeza y de rencor, cuando aquella mañana, (ocho y quince en la radio del carro) nos marchamos definitivamente del barrio y del pueblo.
Ustedes quedarían para siempre contra la pared grisácea de la pulpería de Ulises. La puya del trompo haciendo un hoyo en el pavimento, la gangorra lanzada al aire con violenta soltura, machacando a puyazos y cabezazos la moneda ya negra de rodar por la calle; no tendrían en lo adelante otro lugar que junto a ese muro que se iría oscureciendo con los años "a Milita se la tiró Alberto en el callejoncito del tullío" escrito con carbón allí, y los días pasando con una sorda modorra que acabaría en recuerdo, en remota y desvaída imagen de un tiempo inexplicablemente perdido para siempre.
Una mañana me dio por contarles a mis amigos de San Carlos cómo eran ustedes; les dije de Fremio, que descubrió que en el piso de los vagones, en el muelle, siempre quedaba azúcar parda cuando los barcos estaban cargando, y que se podía recoger a puñados y hasta llenar una funda y sentarnos a comerla en las escalinatas del viejo edificio de aduanas; les conté también de las zambullidas en el río y llegar hasta la goleta de tres palos, encallada en el lodo sobre uno de sus costados, y que una vez allí, con los pies en el agua, mirando el pueblo, el humo de la chimenea, las carretas que subían del puerto cargadas de mercancías, pasábamos el tiempo orinan-do, charlando, correteando de la popa al bauprés, hasta que en el reloj de la iglesia se hacía tarde y otra vez, braceando, ganamos la orilla en un escandaloso chapoteo que ahora me parece estar oyendo, aunque no lo creas, Ton.
Los muchachos quedaron fascinados con nuestro mundo de manglares, de locomotoras, de cigüas, de cuevas de cangrejos, y desde entonces me hicieron relatar historias que en el curso de los días yo fui alterando poco a poco hasta llegar a atribuir a ustedes y a mí verdaderas epopeyas que yo mismo fui creyendo y repitiendo, no sé qué día en que quizás comprendí que sería completamente inútil ese afán por mostrarnos de una imagen que, como las viejas fotos, se amarilleaba y desteñía ineludiblemente.
La vida fue cambiando, Ton; entonces yo me fui inclinando un poco a los libros y me interné en un extraño mundo mezcla de la Ciencia Natural de Fesquet, versos de Bécquer, y láminas de Billiken; me gustaba el camino al colegio cada mañana bajo los árboles de la avenida Independencia, el rostro de Rita Hayworth, en la pequeña y amarilla pantalla del "Capitolio", me hizo olvidar a Flash Gordon y a los Tres Chiflados. Ya para entonces papá ganaba buen dinero en su puesto de la Secretaría de Educación, y nos mudamos a una casa desde donde yo podía ver el mar y a Ivette, con sus shorts a rayas y sus trenzas doradas que marcaban el vivo ritmo de sus ojos y su cabeza; con ella me acostumbré a Nat King Cole, a Fernando Fernández, los viejos discos de los Modernaires, y aprendía a llevar el compás de sus golpes junto a la mesa de Ping-Pong; no le hablé nunca de ustedes, esa es la verdad, quizás porque nunca hubo la oportunidad para ello o tal vez porque los días de Ivette pasaron tan rápidos, tan llenos de "ven-mira-esta es Gretchen el Pontiac de papi dice Albertico - me voy a Canadá" que nunca tuve la necesidad ni el tiempo para recordarlos.
¿Tú sabes qué fue del Andrea Doria, Ton? Probablemente no lo sepas; yo lo recuerdo por unas fotos del "Miami Herald" y porque los muchachos latinos de la Universidad nos íbamos a un café de Coral Gables a cantar junto a jarrones de cerveza "Arrivederci Roma", balanceándonos en las sillas como si fuésemos en un bote salvavidas; yo estudiaba el inglés y me gustaba pronunciar el "good bay..." de la canción, con ese extraño gesto de la barbilla muy peculiar en las muchachas y muchachos de aquel país.
¿Y sabes, Ton, que una vez pensé en ustedes? Fue una mañana en que íbamos a lo largo de un muelle mirando los yates y vi un grupo de muchachos despeinados y sucios que sacaban sardinas de un jarro oxidado y las clavaban a la punta de sus anzuelos, yo me quedé mirando un instante aquella pandilla y vi un vivo retrato nuestro en el muelle de Macorís, sólo que nosotros no éramos rubios, ni llevábamos zapatos tennis, ni teníamos caña de pescar, ahí se deshizo mi sueño y seguí mirando los yates en compañía de mi amigo nicaragüense, muy aficionado a los deportes marinos.
Y los años van cayendo con todo su peso sobre los recuerdos, sobre la vida vivida, y el pasado comienza a enterrarse en algún desconocido lugar, en una región del corazón y de los sueños en donde permanecerán, intactos tal vez, pero cubiertos por la mugre de los días sepultados bajo los libros leídos, la impresión de otros países, los apretones de manos, las tardes de fútbol, las borracheras, los malentendidos, el amor, las indigestiones, los trabajos.
Por eso, Ton, cuando años más tarde me gradué de Médico, la fiesta no fue con ustedes sino que se celebró en varios lugares, corriendo alocadamente en aquel Triumph sin muffler que tronaba sobre el pavimento, bailando hasta el cansancio en el Country Club, descorchando botellas en la terraza, mientras mamá traía platos de bocadillos y papá me llamaba "doctor" entre las risas de los muchachos; ustedes no estuvieron allí ni yo estuve en ánimo, de reconstruir viejas y melancólicas imágenes de paredes derruidas, calles polvorientas, pitos de locomotoras y pies descalzos metidos en el agua lodosa del río, ahora los nombres eran Héctor, Fred, Américo, y hablaríamos del Mal de Parkinson, de las alergias, de los test de Jung y de Adler y también de ciertas obras de Thomas Mann y François Mauriac.
Por eso, Ton, cuando años más tarde me gradué de Médico, la fiesta no fue con ustedes sino que se celebró en varios lugares, corriendo alocadamente en aquel Triumph sin muffler que tronaba sobre el pavimento, bailando hasta el cansancio en el Country Club, descorchando botellas en la terraza, mientras mamá traía platos de bocadillos y papá me llamaba "doctor" entre las risas de los muchachos; ustedes no estuvieron allí ni yo estuve en ánimo, de reconstruir viejas y melancólicas imágenes de paredes derruidas, calles polvorientas, pitos de locomotoras y pies descalzos metidos en el agua lodosa del río, ahora los nombres eran Héctor, Fred, Américo, y hablaríamos del Mal de Parkinson, de las alergias, de los test de Jung y de Adler y también de ciertas obras de Thomas Mann y François Mauriac.
Todo esto deberá serte tan extraño, Ton; te será tan "había una vez y dos son tres, el que no tiene azúcar no toma café " que me parece verte sentado a horcajadas sobre el muro sucio de la Avenida, perdidos los ojos vagos entre las ramas rojas de los almendros, escuchando a Juan contar las fabulosas historias de su tío marinero que había naufragado en el canal de la Mona y que en tiempos de la guerra estuvo prisionero de un submarino alemán, cerca de Curazao. Siempre asumieron tus ojos esa vaguedad triste e ingenua cuando algo te hacía ver que el mundo tenía otras dimensiones que tú, durmiendo entre sacos de carbón y naranjas podridas, no alcanzarías a conocer más que en las palabras de Juan, o en las películas de la guagüita Bayer o en las láminas deportivas de "Carteles".
Yo no sé cuáles serían entonces tus sueños, Ton, o si no los tenías; yo no sé si las gentes como tú tienen sueños o si la cruda conciencia de sus realidades no se lo permiten, pero de todos modos yo no te dejaría soñar, te desvelaría contándote todo esto para de alguna forma volver a ser uno de ustedes, aunque sea por esta tarde solamente. Ahora te diría cómo, años después, mientras hacía estudios de Psiquiatría en España, conocí a Rosina, recién llegada de Italia con un grupo de excursionistas entre los que se hallaban sus dos hermanos, Piero y Francesco, que llevaban camisetas a rayas y el cabello caído sobre la frente. Nos encontramos accidentalmente, Ton, como suelen encontrarse las gentes en ciertas novelas de Françoise Sagan; tomábamos "Valdepeñas" en un mesón, después de una corrida de toros, y Rosina, que acostumbra a hablar haciendo grandes movimientos, levantaba los brazos y enseñaba el ombligo una pulgada más arriba de su pantalón blanco. Después sólo recuerdo que alguien volcó una botella de vino sobre mi chaqueta y que Piero cambiaba sonrisitas con el pianista en un oscuro lugar que nunca volví a encontrar. Meses más tarde, Rosina volvió a Madrid y nos alojamos en un pequeño piso al final de la Avenida Generalísimo; fuimos al fútbol, a los museos, al cine-club, a las ferias, al teatro, leímos, veraneamos, tocamos guitarra, escribimos versos, y una vez terminada mi especialidad, metimos los libros, los discos, la cámara fotográfica, la guitarra y la ropa en grandes maletas, y nos hicimos al mar.
"¿Cómo es Santo Domingo?", me preguntaba Rosina una semana antes, cuando decidimos casarnos, y yo me limitaba a contestarle, "algo más que las palmas y tamboras que has visto en los afiches del Consulado".
Eso pasó hace tiempo, Ton; todavía vivía papá cuando volvimos. ¿Sabes que murió papá? Debes saberlo. Lo enterra-mos aquí porque él siempre dijo que en este pueblo descansaría entre camaradas. Si vieras cómo se puso el viejo, tú que chanceabas con su rápido andar y sus ademanes vigorosos de "muñequito de cuerda", no lo hubieras reconocido; ralo el cabello grisáceo, desencajado el rostro, ronca la voz y la respiración, se fue gastando angustiosamente hasta morir una tarde en la penumbra de su habitación entre el fuerte olor de los medicamentos. Ahí mismo iba a morir mamá un año más tarde apenas; la vieja murió en sus cabales, con los ojos duros y brillantes, con la misma enérgica expresión que tanto nos asustaba Ton.
Por mi parte, con Rosina no me fue tan bien como yo esperaba; nos hicimos de un bonito apartamiento en la avenida Bolívar y yo comencé a trabajar con relativo éxito en mi consultorio. Los meses pasaron a un ritmo normal para quienes llegan del extranjero y empiezan a montar el mecanismo de sus relaciones: invitaciones a la playa los domingos, cenas, a bailar los fines de semanas, paseos por las montañas, tertulias con artistas y colegas, invitaciones a las galerías, llamadas telefónicas de amigos, en fin ese relajamiento a que tiene uno que someterse cuando llega graduado del exterior y casado con una extranjera.
Rosina asimilaba con naturalidad el ambiente y, salvo pequeñas resistencias, se mostraba feliz e interesada por todo lo que iba formando el ovillo de nuestra vida. Pero pronto las cosas comenzaron a cambiar, entré a dar cátedras a la Universidad y a la vez mi clientela crecía, con lo que mis ocupaciones y responsabilidades fueron cada vez mayores, en tanto había nacido Francesco José, y todo eso unido, dio un giro absoluto a nuestras relaciones. Rosina empezó a lamentarse de su gordura y entre el "Metrecal" y la balanza del baño dejaba a cada instante un rosario de palabras amargadas e hirientes, la vida era demasiado cara en el país, en Italia los taxis no son así, aquí no hace más que llover y cuando no el polvo se traga a la gente, el niño va a tener el pelo demasiado duro, el servicio es detestable, un matrimonio joven no debe ser un par de aburridos, Europa hace demasiada falta, uno no puede estar pegando botones a cada rato, el maldito frasco de "Sucaril" se rompió esta mañana, y así se fue amargando todo, amigo Ton, hasta que un día no fue posible oponer más sensatez ni más mesura y Rosina voló a Roma en "Alitalia" y yo no sé de mi hijo Francesco más que por dos cartas mensuales y unas cuantas fotos a colores que voy guardando aquí, en mi cartera, para sentir que crece junto a mí.
Esa es la historia.
Lo demás no será extraño, Ton. Mañana es Día de Finados y yo he venido a estar algún momento junto a la tumba de mis padres; quise venir desde hoy porque desde hace mucho tiempo me golpeaba en la mente la ilusión de este regreso. Pensé en volver a atravesar las calles del barrio, entrar en los callejones, respirar el olor de los cerezos, de los limoncillos, de la yerba de los solares, ir a aquella ventana por donde se podía ver el río y sus lanchones; encontrarlos a ustedes junto al muro gris de la pulpería de Ulises, tirar de los cabellos al "Búho Pujols", retozar con Fremio, chancear con Toñín y con Pericles, irnos a la glorieta del parque Salvador y buscar en el viento de la tarde el sonido uniforme de los redoblantes de los Boys Scouts. Pero quizás deba admitir que ya es un poco tarde, que no podré volver sobre mis pasos para buscar tal vez una parte más pura de la vida.
Por eso hace un instante he dejado el barrio, Ton, y he venido aquí, a esta mesa y me he puesto a pedir casi sin querer, botellas de cerveza que estoy tomando sin darme cuenta, porque, cuando te vi entrar con esa misma cojera que no me engaña y esa velada ingenuidad en la mirada, y esa cabeza inconfundible de "Ton Melitón cojo y cabezón" mirándome como a un extraño, sólo he tenido tiempo para comprender que tú sí que has permanecido inalterable, Ton; que tu pureza es siempre igual la misma de aquellos días, porque sólo los muchachos como tú pueden verdaderamente permanecer incorruptibles aún por debajo de ese olvido, de esa pobreza, de esa amargura que siempre te hizo mirar las rojas ramas del almendro cuando pensabas ciertas cosas.
Por eso yo soy quien ha cambiado, Ton, creo que me iré esta noche y por eso también no sé si decirte ahora quién soy y contarte todo esto, o simplemente dejar que termines de lustrarme los zapatos y marcharme para siempre.
Rene del Risco y Bermudez.
Noviembre 3, 1968, Santo Domingo, R. D.
viernes, 21 de abril de 2017
Cuando de Chile
OH Chile, largo pétalo
de mar y vino y nieve,
ay cuándo
ay cuándo y cuándo
ay cuándo
me encontraré contigo,
enrollarás tu cinta
de espuma blanca y negra en mi cintura,
desencadenaré mi poesía
sobre tu territorio.
Hay hombres
mitad pez, mitad viento,
hay otros hombres hechos de agua.
Yo estoy hecho de tierra.
Voy por el mundo
cada vez más alegre:
cada ciudad me da una nueva vida.
El mundo está naciendo.
Pero si llueve en Lota
sobre mí cae la lluvia,
si en Lonquimay la nieve
resbala de las hojas
llega la nieve donde estoy.
Crece en mí el trigo oscuro de Cautín.
Yo tengo una araucaria en Villarrica,
tengo arena en el Norte Grande,
tengo una rosa rubia en la provincia,
y el viento que derriba
la última ola de Valparaiso
me golpea en el pecho
con un ruido quebrado
como si allí tuviera
mi corazón una ventana rota.
El mes de octubre ha llegado hace
tan poco tiempo del pasado octubre
que cuando éste llegó fue como si
me estuviera mirando el tiempo inmóvil.
Aquí es otoño. Cruzo
la estepa siberiana.
Día tras día todo es amarillo,
el árbol y la usina,
la tierra y lo que en ella el hombre nuevo crea:
hay oro y llama roja,
mañana inmensidad, nieve, pureza.
En mi país la primavera
viene de norte a sur con su fragancia.
Es como una muchacha
que por las piedras negras de Coquimbo,
por la orilla solemne de la espuma
vuela con pies desnudos
hasta los archipiélagos heridos.
No sólo territorio, primavera,
llenándome, me ofreces.
No soy un hombre solo.
Nací en el sur. De la frontera
traje las soledades y el galope
del último caudillo.
Pero el Partido me bajó del caballo
y me hice hombre, y anduve
los arenales y las cordilleras
amando y descubriendo.
Pueblo mío, verdad que en primavera
suena mi nombre en tus oídos
y tú me reconoces
como si fuera un río
que pasa por tu puerta?
Soy un río. Si escuchas
pausadamente bajo los salares
de Antofagasta, o bien
al sur, de Osorno
o hacia la cordillera, en Melipilla,
o en Temuco, en la noche
de astros mojados y laurel sonoro,
pones sobre la tierra tus oídos,
escucharás que corro
sumergido, cantando.
Octubre, oh primavera,
devuélveme a mi pueblo.
Qué haré sin ver mil hombres,
mil muchachas,
qué haré sin conducir sobre mis hombros
una parte de la esperanza?
Qué haré sin caminar con la bandera
que de mano en mano en la fila
de nuestra larga lucha
llegó a las manos mías?
Ay Patria, Patria,
ay Patria, cuándo
ay cuándo y cuándo
cuándo
me encontraré contigo?
Lejos de ti
mitad de tierra tuya y hombre tuyo
he continuado siendo,
y otra vez hoy la primavera pasa.
Pero yo con tus flores me he llenado,
con tu victoria voy sobre la frente
y en ti siguen viviendo mis raíces.
Ay cuándo
encontraré tu primavera dura,
y entre todos tus hijos
andaré por tus campos y tus calles
con mis zapatos viejos.
Ay cuándo
iré con Elías Lafferte
por toda la pampa dorada.
Ay cuándo a ti te apretaré la boca,
chilena que me esperas,
con mis labios errantes?
Ay cuándo
podré entrar en la sala del Partido
a sentarme con Pedro Fogonero,
con el que no conozco y sin embargo
es más hermano mío que mi hermano.
Ay cuándo
me sacará del sueño un trueno verde
de tu manto marino.
Ay cuándo, Patria, en las elecciones
iré de casa en casa recogiendo
la libertad temerosa
para que grite en medio de la calle.
Ay cuándo, Patria,
te casarás conmigo
con ojos verdemar y vestido de nieve
y tendremos millones de hijos nuevos
que entregarán la tierra a los hambrientos.
Ay Patria, sin harapos,
ay primavera mía,
ay cuándo
ay cuándo y cuándo
despertaré en tus brazos
empapado de mar y de rocío.
Ay cuando yo esté cerca
de ti, te tomaré de la cintura,
nadie podrá tocarte,
yo podré defenderte
cantando,
cuando
vaya contigo, cuando
vayas conmigo, cuándo
ay cuándo.
miércoles, 19 de abril de 2017
NUEVO CANTO DE AMOR A STALINGRADO
Yo ESCRIBÍ sobre el tiempo y sobre el agua,
describí el
luto y su metal morado,
yo escribí
sobre el cielo y la manzana,
ahora
escribo sobre Stalingrado.
Ya la novia
guardó con su pañuelo
el rayo de
mi amor enamorado,
ahora mi
corazón está en el suelo,
en el humo
y la luz de Stalingrado.
Yo toqué
con mis manos la camisa
del
crepúsculo azul y derrotado:
ahora toco
el alba de la vida
naciendo
con el sol de Stalingrado.
Yo sé que
el viejo joven transitorio
de pluma,
como un cisne encuadernado,
desencuaderna
su dolor notorio
por mi
grito de amor a Stalingrado.
Yo pongo el
alma mía donde quiero.
Y no me
nutro de papel cansado
adobado de
tinta y de tintero.
Nací para
cantar a Stalingrado.
Mi voz
estuvo con tus grandes muertos
contra tus
propios muros machacados,
mi voz sonó
como campana y viento
mirándote
morir, Stalingrado.
Ahora
americanos combatientes
blancos y
oscuros como los granados,
matan en el
desierto a la serpiente.
Ya no estás
sola, Stalingtado.
Francia
vuelve a las viejas barricadas
con
pabellón de furia enarbolado
sobre las
lágrimas recién secadas.
Ya no estás
sola, Stalingrado.
Y los
grandes leones de Inglaterra
volando
sobre el mar huracanado
clavan las
garras en la parda tierra.
Ya no estás
sola, Stalingrado.
Hoy bajo
tus montañas de escarmiento
no sólo
están los tuyos enterrados:
temblando
está la carne de los muertos
que tocaron
tu frente, Stalingrado.
Tu acero
azul de orgullo construido,
tu pelo de
planetas coronados,
tu baluarte
de panes divididos,
tu frontera
sombría, Stalingrado.
Tu Patria
de martillos y laureles,
la sangre
sobre tu esplendor nevado,
la mirada
de Stalin a la nieve
tejida con
tu sangre, Stalingrado.
Las
condecoraciones que tus muertos
han puesto
sobre el pecho traspasado
de la
tierra, y el estremecimiento
de la
muerte y la vida, Stalingrado
La sal
profunda que de nuevo traes
al corazón
del hombre acongojado
con la rama
de rojos capitanes
salidos de tu
sangre, Stalingrado.
La
esperanza que rompe en los jardines
como la
flor del árbol esperado,
la página
grabada de fusiles,
las letras
de la luz, Stalingrado.
La torre
que concibes en la altura,
los altares
de piedra ensangrentados,
los
defensores de tu edad madura,
los hijos
de tu piel, Stalingrado.
Las águilas
ardientes de tus piedras,
los metales
por tu alma amamantados,
los adioses
de lágrimas inmensas
y las olas
de amor, Stalingrado.
Los huesos
de asesinos malheridos,
los
invasores párpados cerrados,
y los
conquistadores fugitivos
detrás de
tu centella, Stalingrado.
Los que
humillaron la curva del Arco
y las aguas
del Sena han taladrado
con el
consentimiento del esclavo,
se
detuvieron en Stalingrado.
Los que
Praga la Bella sobre lágrimas,
sobre lo
enmudecido y traicionado,
pasaron
pisoteando sus heridas,
murieron en
Stalingrado.
Los que en
la gruta griega han escupido,
la
estalactita de cristal truncado
y su
clásico azul enrarecido,
ahora dónde
están, Stalingrado?
Los que
España quemaron y rompieron
dejando el
corazón encadenado
de esa
madre de encinos y guerreros,
se pudren a
tus pies, Stalingrado.
Los que en
Holanda, tulipanes y agua
salpicaron
de lodo ensangrentado
y
esparcieron el látigo y la espada,
ahora
duermen en Stalingrado.
Los que en
la noche blanca de Noruega
con un
aullido de chacal soltado
quemaron
esa helada primavera,
enmudecieron
en Stalingrado.
Honor a ti
por lo que el aire trae,
lo que se
ha de cantar y lo cantado,
honor para
tus madres y tus hijos
y tus
nietos, Stalingrado.
Honor al
combatiente de la bruma,
honor al
Comisario y al soldado,
honor al
cielo detrás de tu luna,
honor al
sol de Stalingrado.
Guárdame un
trozo de violenta espuma,
guárdame un
rifle, guárdame un arado,
y que lo
pongan en mi sepultura
con una
espiga roja de tu estado,
para que
sepan, si hay alguna duda,
que he
muerto amándote y que me has amado,
y si no he
combatido en tu cintura
dejo en tu
honor esta granada oscura,
este canto
de amor a Stalingrado.
Autor,
PABLO NERUDA
Autor,
PABLO NERUDA
sábado, 1 de abril de 2017
Dentro de la tumba,germina tu cerebro
Por, Danilo Correa
Por su imaginación de metal
fluyen las espigas indomables
de su ira.
Pero todo envejecen en la piel del tiempo,menos
la memoria de la historia
agigantada en el atud democratico
de las hojas
Entonces, Boschse levanta
como de costumbre y se aflije del asalto a sumadruga
Y reprochando estos gusanos
corruptos de sus dias
Anquilosados en las
memorias decremadas por
anfibios adueñados de su lucha
contra el hambre y la corrupcion
que han sembrado en su tumba
miseria y distancias
El profesor Juan Bosch,amordazado y embrutecido, ahora,
detrás del altar de la impunidad.Solo respira pus y lagrimas.
Lo que gobiernan se orinan cada mañana, sobre la imagen incolumne.
de su dignidad y decoro,por lo que es fusilado a cada instante por los detractores
de la predica sobre la peña del verde olivo.
El cuerpo inmóvil del ex-presidente Juan Bosch, fue llevado a un monte,y tirado en las raíces del olvido, por gavilanes corruptos para que sus luces se asfixien en su pulcra mortaja
sábado, 25 de marzo de 2017
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes
en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!
Golpes como
del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca
de todo lo sufrido
se empozara
en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el
rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los
heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna
fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún
pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por
sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los
ojos locos, y todo lo vivido
se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes
en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
EL GOLEM
Jorge Luis Borges
Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.
Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.
Adán y las estrellas lo supieron
En el Jardín. La herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones lo perdieron.
Los artificios y el candor del hombre
No tienen fin. Sabemos que hubo un día
En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la judería.
No a la manera de otras que una vaga
Sombra insinúan en la vaga historia,
Aún está verde y viva la memoria
De Judá León, que era rabino en Praga.
Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave.
La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.
El simulacro alzó los soñolientos
Párpados y vio formas y colores
Que no entendió, perdidos en rumores
Y ensayó temerosos movimientos.
Gradualmente se vio (como nosotros)
Aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.
(El cabalista que ofició de numen
A la vasta criatura apodó Golem;
Estas verdades las refiere Scholem
En un docto lugar de su volumen.)
El rabí le explicaba el universo
"Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga."
Y logró, al cabo de años, que el perverso
Barriera bien o mal la sinagoga.
Tal vez hubo un error en la grafía
O en la articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta hechicería,
No aprendió a hablar el aprendiz de hombre,
Sus ojos, menos de hombre que de perro
Y harto menos de perro que de cosa,
Seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.
Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía. (Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino.)
Elevando a su Dios manos filiales,
Las devociones de su Dios copiaba
O, estúpido y sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas orientales.
El rabí lo miraba con ternura
Y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)
Pude engendrar este penoso hijo
Y la inacción dejé, que es la cordura?
¿Por qué di en agregar a la infinita
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?
En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?
Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.
Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.
Adán y las estrellas lo supieron
En el Jardín. La herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones lo perdieron.
Los artificios y el candor del hombre
No tienen fin. Sabemos que hubo un día
En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la judería.
No a la manera de otras que una vaga
Sombra insinúan en la vaga historia,
Aún está verde y viva la memoria
De Judá León, que era rabino en Praga.
Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave.
La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.
El simulacro alzó los soñolientos
Párpados y vio formas y colores
Que no entendió, perdidos en rumores
Y ensayó temerosos movimientos.
Gradualmente se vio (como nosotros)
Aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.
(El cabalista que ofició de numen
A la vasta criatura apodó Golem;
Estas verdades las refiere Scholem
En un docto lugar de su volumen.)
El rabí le explicaba el universo
"Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga."
Y logró, al cabo de años, que el perverso
Barriera bien o mal la sinagoga.
Tal vez hubo un error en la grafía
O en la articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta hechicería,
No aprendió a hablar el aprendiz de hombre,
Sus ojos, menos de hombre que de perro
Y harto menos de perro que de cosa,
Seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.
Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía. (Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino.)
Elevando a su Dios manos filiales,
Las devociones de su Dios copiaba
O, estúpido y sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas orientales.
El rabí lo miraba con ternura
Y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)
Pude engendrar este penoso hijo
Y la inacción dejé, que es la cordura?
¿Por qué di en agregar a la infinita
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?
En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?
A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA
¿Dónde está la memoria de los días
que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?
El río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice.
Dieron a otros gloria interminable los dioses,
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.
Entre los asfódelos de la sombra, tu vana sombra
pensará que los dioses han sido avaros.
Pero los días son una red de triviales miserias,
¿y habrá suerte mejor que la ceniza
de que está hecho el olvido?
Sobre otros arrojaron los dioses
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.
En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.
sábado, 25 de febrero de 2017
miércoles, 22 de febrero de 2017
Con Caamaño Murió la Patria
Solo han transcurridos 44 otoños en la primavera del dolor. El 16 de Febrero, 1973 en los latidos de la Cordillera Central, depredadora de lámparas, terminaron de fusilar lo que quedaba de Patria.
Nadie, absolutamente nadie, habla de redimir la moral /ética de nuestro himno nacional, ni desenterrar la imagen de nuestra Bandera tricolor putrefacta en su flor. Somos colonia, santuario de anarquistas e inversionistas de miseria
Pero,tampoco hoy se levantan de sus muros, los que han vivido de la historia de Caracoles, con miras a fortalecer el noble interés de seguir las huellas tantas veces acribilladas en la vagina educativa,y en las esquinas del malecón revolucionario
Como también en calles, roció crepuscular de Manaclas en Caracoles, de quienes como el último sudor sangriento del Coronel Francisco Alberto Caamaño Deño, diseminaron en los postulados Trinitarios, nomenclaturas contra la perenne/ férrea careta de la corrupción e impunidad, ordeñada desde las ubres de las urnas electoreras. Esta isla, sin patrias, sin montañas, y sin banderas
Entonces, con ellos se extinguió el parto de nuestra otrora nodriza nacional. Vivimos en una cueva de payasos/ladrones de primaveras
Ayer, Juan Pablo
Duarte, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez, encabezaron el
Movimiento patriótico Los Trinitarios, enfrentaron la pezuña del traidor
general Pedro Santana y sus aliados, como también el sable y la corona, mas
ahora, nos envilece a todo. Nos arrodillamos ante el altar del oro
corruptor.
Y nuestra Patria se terminó de pudrir, con las heridas en el costado de Caracoles. Viva Caamaño y los otros caracoles, asesinados en el obligo de las palmas…
Y nuestra Patria se terminó de pudrir, con las heridas en el costado de Caracoles. Viva Caamaño y los otros caracoles, asesinados en el obligo de las palmas…
Más adelante, Otros héroes y mártires caídos en el honor más alto de la Bandera, primero que Caamaño, continuaron reparando las heridas centenarias de nuestra Patria.
Aquí en este mortuorio de esperanza, no se respeta la dignidad del horizonte ni las canas de banderas. Así nuestros poetas/poetizas por las libertades ciudadanas, escribieron en la voz ultramarina:
Don Pedro Mir, poeta
nacional, grito al mundo con sus versos poéticos y empapados de patria. Hay un
País en el Mundo….
1949
Si alguien quiere saber cuál es mi patria
no la busque,
no pregunte por ella.
Siga el rastro goteante por el mapa
y su efigie de patas
imperfectas.
No pregunte si viene
del rocío
o si tiene espirales
en las piedras
o si tiene sabor
ultramarino
o si el clima le
huele en primavera.
No la busque ni
alargue las pupilas.
No pregunte por ella.
Resulta que la poética de Don Pedro Mir, hoy está vigente, continuamos con un país secuestrado en el olvido, repartido entre corsarios y filibusteros, con anteojuelos y pijamas democráticas.
Pero lo mismo formula
Don Manuel del Cabral en su gran obra Compadre Mon. 1935-1940
Te estoy diciendo esto porque a veces
lo que nació en tu
pecho lo tienes en la mano...
Te estoy diciendo
esto, viejo Mon, porque a ratos,
hablas conmigo cosas
que hablando no me dices.
He caminado mucho por los ríos
que vienen de tu
cuerpo cuando a oscuras
te hicieron; y sé que
cuando sangras
te salen por las
venas los sueños más varones.
Es que desde hace tiempo,
tú contruyes la
patria, destruyéndote.
Salomé Ureña de
Henríquez
1873….
Poema a la Patria:
Desgarra, Patria mía,
el manto que vilmente,
sobre tus hombros
puso la bárbara crueldad;
levanta ya del polvo
la ensangrentada frente,
y entona el himno
santo de unión y libertad.
Ya nadie se refiere al orgullo nacional, porque hoy no tenemos Patria, la enterraron en su odio, más allá de la raíz de la tierra. Pisoteada por cazadores sabuesos, uniformados de volcanes. Francisco Alberto Caamaño, era la última esperanza de los hornos, con que contaba la República para descolonizar la bandera de ladrones y corruptos.
El desembarco de Playa Caracoles, el 2 de Febrero, 1973, estaba compuesto de nueve hombres, cuyos criterios conformaban el pensamiento e intención de rescatar la continuidad de otros mártires y héroes/heroínas, que luego del 1844, concibieron continuar las epopeyas libertarias de nuestros forjadores de esa época, con la finalidad de mantener vivos los nobles idearios/la llama ardiente de la libertad.
Francisco Alberto Caamaño Deñó (Román), Mario Nelson Galán Duran (Juan), Alfredo Pérez Vargas (Armando), Hamlet Hermann Pérez (Freddy), Heberto Geordano Lalane José (Eugenio), Ramón Payero Ulloa (Ismael), Ramón Euclides Holguín Marte (Braulio),Toribio Peña Jaqués (Felipe) y Claudio Caamaño Grullón (Sergio).Estos heraldos de la paz, concibieron la Patria, como el corazón de los humildes. No colonia usufrutuada por peregrinos democráticos…
Al paso del fatídico tiempo, hoy contamos con 44 años del cobarde asesinato del líder militar de la Revolución del 24 de abril, 1965 y comandante del desembarco de Playa Caracoles, por la Bahía de la provincia de Ocoa.
Desde ese litoral, subió a la moral más alta de la historia republicana, el militar más impecable y patriota que ha tenido el pueblo y la jefatura democrática dominicana y más allá, de este siglo
Con su crimen, fusilaron lo que quedaba de Patria. Ahora tenemos una sinagoga dirigida por alfarero del dolo. Pero algún día se levantaran del fango y crecerán otra vez, los cerebros en los quepis uniformados de Patria.
¡Caamaño vive en el
rocío de Banderas!
Quien suscribe es
periodista
Por Danilo
Correa
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Poematica del tiempo
-
►
2008
(61)
- ► septiembre 2008 (1)
- ► noviembre 2008 (36)
- ► diciembre 2008 (24)
-
►
2009
(29)
- ► enero 2009 (6)
- ► febrero 2009 (2)
- ► julio 2009 (12)
- ► octubre 2009 (2)
- ► noviembre 2009 (7)
-
►
2010
(108)
- ► enero 2010 (2)
- ► abril 2010 (33)
- ► junio 2010 (8)
- ► julio 2010 (9)
- ► agosto 2010 (4)
- ► septiembre 2010 (6)
- ► octubre 2010 (21)
- ► noviembre 2010 (7)
- ► diciembre 2010 (8)
-
►
2011
(55)
- ► enero 2011 (3)
- ► febrero 2011 (1)
- ► marzo 2011 (6)
- ► abril 2011 (2)
- ► junio 2011 (2)
- ► agosto 2011 (5)
- ► septiembre 2011 (9)
- ► octubre 2011 (9)
- ► noviembre 2011 (9)
- ► diciembre 2011 (8)
-
►
2012
(55)
- ► enero 2012 (9)
- ► febrero 2012 (6)
- ► marzo 2012 (7)
- ► abril 2012 (12)
- ► julio 2012 (3)
- ► agosto 2012 (1)
- ► septiembre 2012 (1)
- ► octubre 2012 (5)
- ► noviembre 2012 (2)
- ► diciembre 2012 (7)
-
►
2013
(168)
- ► enero 2013 (8)
- ► febrero 2013 (2)
- ► marzo 2013 (3)
- ► abril 2013 (29)
- ► junio 2013 (27)
- ► julio 2013 (3)
- ► septiembre 2013 (8)
- ► octubre 2013 (47)
- ► noviembre 2013 (16)
- ► diciembre 2013 (24)
-
►
2014
(133)
- ► enero 2014 (8)
- ► febrero 2014 (39)
- ► marzo 2014 (16)
- ► abril 2014 (1)
- ► julio 2014 (2)
- ► agosto 2014 (16)
- ► septiembre 2014 (17)
- ► noviembre 2014 (13)
- ► diciembre 2014 (21)
-
►
2015
(69)
- ► enero 2015 (9)
- ► febrero 2015 (6)
- ► marzo 2015 (5)
- ► abril 2015 (18)
- ► junio 2015 (3)
- ► agosto 2015 (6)
- ► octubre 2015 (6)
- ► noviembre 2015 (4)
- ► diciembre 2015 (3)
-
►
2016
(25)
- ► enero 2016 (1)
- ► febrero 2016 (5)
- ► marzo 2016 (3)
- ► abril 2016 (5)
- ► junio 2016 (3)
- ► julio 2016 (2)
- ► septiembre 2016 (1)
- ► noviembre 2016 (2)
-
►
2017
(32)
- ► enero 2017 (3)
- ► febrero 2017 (4)
- ► marzo 2017 (3)
- ► abril 2017 (5)
- ► junio 2017 (3)
- ► julio 2017 (1)
- ► agosto 2017 (2)
- ► septiembre 2017 (4)
- ► octubre 2017 (1)
- ► noviembre 2017 (1)
-
►
2018
(24)
- ► enero 2018 (3)
- ► febrero 2018 (10)
- ► marzo 2018 (1)
- ► junio 2018 (2)
- ► agosto 2018 (1)
- ► septiembre 2018 (2)
- ► noviembre 2018 (1)
- ► diciembre 2018 (1)
-
►
2019
(5)
- ► junio 2019 (4)
- ► agosto 2019 (1)
-
►
2020
(11)
- ► noviembre 2020 (9)
- ► diciembre 2020 (2)
-
►
2021
(2)
- ► febrero 2021 (1)
- ► marzo 2021 (1)
-
►
2022
(4)
- ► marzo 2022 (2)
- ► abril 2022 (2)
-
►
2024
(2)
- ► marzo 2024 (2)