Ceremonia de los adioses
René Depestre
René Depestre
A Sophanna y Miguel Igout
He aquí su vida llevada por el flujo magnético
que regula sus días y sus viajes de poeta;
un trote de burro en camino de cabras
un vuelo espiral de aeroplano sobre
el viejo cementerio marino de infancias
un tratado de erotismo chino justo antes
de irse en los gritos de amor de las mujeres,
de la campana basilical al carillón
vaciado en el metal en fusión de la mujer.
El porvenir pereció en la frente del viajero.
El horizonte se fue, quedó solo en el mundo:
¿qué tiempo de esperanza hará en el país natal?
Un radiante otoño de sabiduría responde
al espíritu protegido contra la morriña.
Muy de mañana corre a lomos de rucio
por tortas de yuca y leche del recuerdo.
Con el cuerpo cerrado a utopías de presa toma
la senda de la vida donde todo se envida.
Un gran jardín de ensueño aporta a sus trabajos
el embeleso de un perpetuo mes de junio.
Es memoria de la vida y de la muerte.
Es el acmé adulto culmen de la madurez.
En la tarde del retorno al polvo
la poesía de un eterno sol del membrillo
abre sus exequias al adiós de las mujeres.
Brillará su sol largo tiempo en sus cenizas.
Retorna al limo loco del bien y del mal:
a su vez se extingue en el lecho de tinieblas
sobre sus islotes de sombra cae sin piedad la noche
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