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jueves, 6 de octubre de 2011

Domingo Moreno Jimenes




Domingo Moreno Jimenes



Poema de la hija reintegrada


Agonía
I
Hija, yo no sé qué decirte si la muerte es buena
o si la vida es amarga;
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de
                                    comprensión más que tu Padre!
II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
y tu recuerdo una estrella que frente a frente
                                          me iluminará el porvenir!
III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada de lágrimas,
que me hace auscultar el corazón de la tarde.
IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.
V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera
                                    poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,
como si fuera en sustanciación un ser increado!...
VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
el segundo de tu existir, eterno!
VII
Hija, cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre
                                    en el amanecer tu ruta!
VIII
Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;
verás envuelta el alba en la noche,
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.
IX
En este mundo donde sólo se premia la
                                    capacidad de fingir mejor,
era justo que llegaras, y después de breves instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y con la
                                    mariposa, con el carbón y con la piedra.
X
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir
                          desde que te dormiste que en mi
                                                 derredor todo es sombra!
XI
¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a la humanidad con ojo más triste!  
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría
                              de los seres mudables el ser tristes?
Triste fue la faz de la tierra cuando se
                                      desperezó el primer hombre!
Triste tiene que quedar la tierra cuando se
                              desentuma en su regazo el último hombre!
XII
¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir:
                                      boleta de la tumba
Oh, tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez,
la preferida mía.
XIII
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;
por ti no cambié
y la fortuna no me sonreirá nunca!
XIV
Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida:
una sombra entre dos crepúsculos!
XV
Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y ya ves, reincindí, sin querer, entre dos crepúsculos!
XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te
                                        debas parecer al crepúsculo?
XVII
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,
y del lenguaje, sólo debe quedar desnudo el verbo!
XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación
                                     ¿verdad, hija mía?
Ya no te puedo buscar sin parcializaciones,
                                     sin atributo contingente:
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente,
                                     el vaho de las cosas!
XIX
No te puedo asir con una palabra,
y no debe extrañarte, recónditamente,
porque estás para mí más alta que la región
                                         de las palabras!
XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones.
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!
XXI
Miserable hombre que osa creer que
                        después de la sombra la vida es vida!
XXII
De imperfecciones se forman nuestras excelencias
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido
                            hacia el turbio por qué de los enigmas!
XXIII
-Tiene el pulso demasiado débil,
pero este letargo no es la muerte-.
Su médico era mi propia almohada de cabecera
y yo quedé perplejo ante su callado
                             sufrimiento y la miseria de la vida!
XXIV
Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;
hija, iba a blasfemar por tu dolor... pero, ¡perdona!
XXV
¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos,
y ellos son más dueños de la tierra que los
                             hombres que comercian con ellos!
XXVI
¡Al través de los milenios, los hombres son
                             puñados de tierra
que se deforman a su antojo!
XXVII
Hija, ya han venido a avisarme que tus pies están fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco
                             y a que lo negro no sea negro.
XXVIII
Hija, cuán brilla el sol sobre el tamiz de los guayabos,
cómo se agiganta la nada sobre la soledad
                                             de tu aposento,
cómo nace y renace la esperanza por entre
                                       los ámbitos de la vida!
XXIX
Tibien la leche, terciada con agua,
para si mi chiquitina despierta.
Cuídemela hasta que se vuelva esperma como
                             capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi
                             pensamiento, cemento de mi alma.
XXX
(¡Eres, amada mía,
como flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la Naturaleza toda!).
XXXI
No seas padre; sé Hombre,
sencillamente.
¡Gira tu vida a tu derredor
y que tu amor a una abstracta "Humanidad"
no te haga olvidar jamás de que eres Hombre!

martes, 4 de octubre de 2011

Manuel del Cabral


Compadre Mon (I) 
Manuel del Cabral

    
Tanto he pisado esta tierra,
que es ella la que anda ya.
Compadre Mon
Por una de tus venas me iré Cibao adentro.
Y lo sabrá el barbero, aquel que los domingos
te podaba las barbas
como quien poda un árbol de la patria.
Y también Domitila lo sabrá, Domitila
que mientras comadreaba tenía entre las manos
unos duendes que hacían pan sabroso hasta el lodo.
Y habló de Domitila, porque sin esa cosa...
quizá ni tu revólver fuera un poco de pueblo.
Porque ella fue tu risa, fue tu pan y tu catre.
¿Qué hubiera sido entonces de esas cosas humildes
que tocaron tus manos, tu calor, tus pisadas?
Tu caballo
hubiera sido siempre una bestia cualquiera.
Tal vez sin estas cosas los muchachos con sueño
ya hubieran enterrado tu pistola, tu espuela;
todo lo que en tu cuerpo y en tu aire
en la tierra que quiso no quedarse dormida.
Porque tú, que no fuiste nunca niño de escuela,
a la escuela te lavan en la boca los niños.Es que no quiero hablar de tus cosas mayores,
ni aún de aquella extraña madrugada en que diste
órdenes a un soldado
para que repicarán las campanas
por tu llegada al pueblo.
No
No quiero hablar ahora de tus cosas de todos.
de lo que quiero ahora
es hablar del remiendo que te hacía la tía
en aquellos no aún gloriosos pantalones.
Hablo de la ternura con que tú ya besabas
sus manos costureras, cuando aún tus bolsillos
se cargaban de piedras para romper faroles.
La gente que te vió tan pequeñito
no pensó que la tierra se iba a poner tan grande...
Ahora
cualquiera cosa tuya huele a patria.
Hasta Tico, el lechero
que llega con un poco de leche en su sonrisa,
y me dice:
aquí, Manuel, estuvo Mon un día,
¡que no rompan la silla donde lo vi sentado;
arrimado a esta puerta!
Ya ves, Compadre Mon,
no puedo hablarte ya de cosas grandes;
tu pistola, tus barbas, tu cabello,
tu nombre,
todo es pequeño junto a esa sonrisa.
¡Cómo brilla tu historia en los dientes de Tico!
Qué grandes estás; Compadre Mon en esas
cosas pequeñas. ¡Por las ventanas de Tico yo me iré Mon adentro!
El maíz no lo sabe,
ni el trueno,
ni el agua.
Pero tú estas en el maíz del niño
que piensas crecer mucho y tener tu tamaño,
y tener un caballo como el tuyo
que entró en la historia a fuerza de ser patria.
El trueno no lo sabe,
pero tú estás en al garganta ronca
de los tambores que enloquecieron
de tanto hablar de tí..., de los rugidos
del paso de tu sangre.
El agua no lo sabe,
pero eres el agua con un cuento...
tú le pusiste edad al agua de los hombres...,
al agua que más duele, la pesada
¡que siempre lleva llena venas, y con sed siempre el hombre!
Sin embargo, no quiero,
no quiero hablar, compadre Mon, de esas
cosas visibles tuyas...
Yo prefiero decirle que Cachón, un muchacho
enclenque de mi pueblo,
estuvo muchos días y demasiadas noches,
torturándose,
fabricando,
puliendo unas estrofas, y luego, sin comer,
muchas veces,
iba a mi casa, casi asustado,
casi tartamudo sorprendido,
y con quien comete sus más sagrado crimen,
me decía: - Manuel, aquí tengo una cosa
que quiero que tú veas.
Pero nunca, nunca pude leerla,
porque temblaba para darme aquello...,
y volvía a su casa con aquello en secreto
y volvía a pulir,
y a no dormir,
ni comer,
y volvía a hablar solo.
De esto, Mon, sí quiero hablarle en familia:
de aquel muchacho en huesos
que iba a la barbería
y diez veces le preguntaba al barbero
que cuánto le debía...
(Porque, Mon, es muy triste
no terminar un verso).
Aquel muchacho simple que perdió la memoria
y que yo le decía que comiera...
Aquella emoción pura que al nombrarte, parece
que se abría las venas para que se bebieran
hondo y tibio tu nombre.
Esto sí me parece que no deja que el tiempo
hasta lo más simple de tu voz:
tu sonrisa.
Y a ti, Compadre Mon, que te encontré una tarde
haciendo el hoyo puro
del futuro cadáver de tu cuerpo
(porque tenías un duelo aquella tarde).
Pero nunca supiste que tu muerte
no cabe en ningún hoyo de la tierra.
Yo mismo que de niño te conocí en el aire
que respiraba el pueblo,
iba ya repartiéndome tu vida,
iba ya haciéndote un poco de mis cosas,
iba ya no dejándote morir...
Después al campanario se ocupó de tu nombre,
de tus cosas mayores.
y era difícil ya como un hombre cualquiera,
te pegaras un tiro,
o te entregaras a menudencias,
a pequeñas manías;
porque hasta aquellas inútiles palabras a tu gato
tenían ya un sentido,
porque así son, Don Mon, todas las cosas
que pertenecen a lo que ya tiene
tamaño de destino...
Un simple canto de gallo que despierta
las cosas de la mañana,
toma de pronto la estatura de un siglo,
si entre las cosas que se despiertan con su canto
se levanta un caballo con la historia en el lomo.
Te estoy diciendo esto viejo Mon ahora
en que hacer unos versos y ponerse a decirlos
es un peligro... tan grande
como ponerse a hacer la patria
con sables de madera de sándalo.
Porque nosotros, lo que hacemos
estas cosas de sueño, no estamos preparados
para la fiesta del honor con precio...
Yo veo, a ratos ciegos que tocan su instrumento
por unos cuantos cobres. Muchas veces,
después de sus canciones, voy a verme al espejo,
y miro bien mi cara para ver si es la mía...
Porque, a veces, cuando cantan los ciegos,
muchas cosas del cuerpo voy dejando
no sé a donde...
Por eso,
pregunto por mi nombre cuando cantan los ciegos.
Te estoy diciendo esto porque a veces
lo que nació en tu pecho lo tienes en la mano...
Te estoy diciendo esto, viejo Mon, porque a ratos,
hablas conmigo cosas que hablando no me dices.
He caminado mucho por los ríos
que vienen de tu cuerpo cuando a oscuras te hieren;
y sé que cuando sangras
te salen por las venas los sueños más varones.
Es que desde hace tiempo,
tú construyes la patria, destruyéndote..
POEMA 1
La tierra por aquí cuando madruga,
siempre despierta con las amapolas
que nacen de repente en las pistolas.
Aquí, donde las balas se redimen.
Donde un dedo de Mon es una historia.
En esta tierra es caballero el crimen...
En esta pequeñita geografía,
en donde siempre la palabra macho
es una catedral desde muchacho.
Aquí, donde la voz está en el cinto,
entre la dentadura de las balas,
entre la dentadura del instinto..
Aquí el crimen no tiene olor a plata.
El hombre aquí, para matar es niño,
porque también para ser niño mata.
Aquí mi tierra, la que en la cintura
lleva un cuchillo, porque siempre tiene
el corazón entre la mano dura.
POEMA 2
Como frente a una carta de raíces,
para saber el mapa de la tierra
yo me puse a leer tus cicatrices.
Sólo un hombre está allí, y es tan humano
que ya puedo saber, viendo sus dedos,
a qué sabe la tierra en una mano.
A qué saben los ríos..., tu sangría...
Y a qué saben las piedras de tus callos.
Porque tu cuerpo es una geografía.
Compadre Mon, pero la tierra asciende:
tu corazón no cabe en la moneda.
Su tamaño tan grande lo defiende.
Y en el filo lo vi de la navaja;
tú lo tirabas a los desafíos
como aquel corazón de la baraja.
Pocas cosas son tuyas como aquello
que te late y lo sacas, pero el filo
que se mancha con él... está más bello.
Ni tu caballo que ganando meses
es la mitad de tu figura y sabe
ser familia de balas y de peces.
Ni tu acordeón que cuando lo exprimías,
la gente de la tarde ya miraba
por el aire los trapos de tus días.
Hasta los bueyes de los ojos llanos
tras el boyero que regresa triste
con la palabra hombre entre las manos..
Hoy ni los cerros, los que ya no veo
con sus barbas de niebla que se queman
antes que el día, con el tiroteo.
Nada tiene más tierra enfurecida,
en nada hay ya más campo, cuando sale...
cuando te sale el campo por la herida.
Es que, Compadre Mon, cuando yo quiero
saber el mapa de la tierra, miró
la carta de tu piel, cosida a tiros.
POEMA 3
Y aquí, Compadre Mon, aquí en el río
cabe el cielo, lo mismo que en tu mano
cabe la historia de tu caserío.
Nada mejor que oír hablar tu dedo,
aquel que aprieta tu gatillo y pone...
pone de pronto hasta valiente al miedo,
Tu sonrisa caía como un hacha
sobre los hombres, cuando tu botín
era sobre tu potro una muchacha.
Aquí recuerdo tus amaneceres,
cuando pasaba tu caballo tibio
con las ancas fragantes a mujeres;
cuando en la madrugada las estrellas
eran los agujeros: los que hacía
tu pistola buscando hacer el día.
Por eso aquí, frente a tu potro, callo...
¡Tanto en la noche su galope oía,
que era la madrugada tu caballo!
Pero tal vez la tierra no lo sabe:
oigo que su galope llena al tiempo,
que su galope en el presente cabe.
Tierra por ti, Compadre Mon, durando.
Tú que nunca quisiste ver el cielo
para que no te hiciera un poco blando.
POEMA 4
A cara o cruz, para saber qué ruta
tomaremos, después del aguardiente.
La moneda saltó sonoramente,
viróse cara,
y nos decidimos
por el azul de la mañana clara.
Compadre Mon, y tu primer suspiro
fue despertar al pueblo con un tiro.
Madrugaban tus balas, parecía
que un puñado de pájaros echabas
antes que los de pluma diera el día.
Nos esperaba alegre el caserío.
Llegó como un reguero de chicharras
la algarabía del muchacherio.
Muchacherío azul que ya enarbola
la bandera de un grito, la bandera
que no se puede arriar con la pistola.
Compadre Mon, y allá, por esas tierras,
qué bien reciben a los hombres machos
desde las hembras hasta los muchachos.
Por una falda se ensanchó tu nombre,
no es una mancha, es pantalonería
por una falda sepultar un hombre.
Tu palabra sacude al caserío.
Juegas con hembras y por hembras matas,
y va tu honor como va limpio el río.
Egloga tú, gran Mon, de piedra y clavo,
sobre tu potro, capitán del viento,
juegas la vida igual que tu centavo.
POEMA 5
Ni la aldea que cabe en el perico
llegado en la provincia de su jaula
con robados refranes en el pico.
Ni la veta del ocio con caminos
que van sacando el mar de las guitarras.
Tú tienes algo más: jefe de trinos.
Y allá, Compadre Mon, tu voz de abuelo
sale desde tus barbas como salen
de la selva los pájaros con cielo.
Allá los colibríes cimarrones
que paraban de pronto tus orejas,
porque zumbaban como municiones.
Tú que me dices que la piedra canta.
Oye crecer los árboles tu olfato,
y a los duendes que sudan en la planta.
Qué bien estás para que de repente
ni un retazo de campo se te vaya.
Metido el tiempo en tu mirada, calla...
pero con un silencio acorralado...
silencio de los ojos de los toros...
silencio de cuchillo no guardado.
POEMA 6
Y aquí la sal furiosa que rode
a tu prisionera terquedad de costas.
(Lava Dios por aquí cuando golpea).
Aquí el hombre de tierra y aire lento,
acostumbrado a recoger el cielo,
acostumbrado a cosechar el viento.
En esta tierra en donde las miradas
se alimentan del árbol y la tarde,
no siempre son los ojos las espadas.
Aquí, Compadre Mon, se tumba el cielo
sólo cuando tu voz anuncia lluvia,
(no como la llovizna de tu pelo).
Ya tus ojos se van por la ventana,
y algo dejan en tierra, pero vienen
cuando se cae del duende la mañana.
POEMA 7
Ya conoce la cáscara del ruido
este silencio que camina a ratos,
como el ladrón y el ángel, sin zapatos.
Pero un golpe de sangre desamarra
del cerro que de pie pone los llanos
tu voz que se te enreda en la guitarra.
Huye la selva hacia tu vena y huye
por la raíz que sube más que el ala.
(Destruyéndose en ti, no se destruye).
Hoy el filón de tu aventura saca
más oro de refranes que la mina
de la haraganería de la hamaca.
Compadre Mon, y en ti, buscan el día...
¡Voy a creer que de tus manos sale
más furiosa de azul la geografía!
Ya en el corral de tu guitarra siento
que muge el huracán, es que tú sueltas
de los alambres del corral el viento.
Y como si de pronto te lavaras
el corazón, o le sacaras trapos,
salen por la guitarra tus harapos.
POEMA 8
Tierra que naces de guitarra ardiendo.
Viene familia de tu carne el aire.
Tierra que estás en una voz creciendo.
Oigo tu clima y toro desatados;
el aguacero preñador de ríos;
el huracán: escoba de nublados.
Huye tu nombre en la cabalgadura
que se va de los cerros a los mares
por ver en la sal verde tu llanura.
Oigo también en tu guitarra olores
con los pasos de chivo del verano:
gobernador de venas y de amores.
Tierra que estás en la guitarra haciendo
el tumbado equilibrio de las nubes
porque ya en tu guitarra está lloviendo..
Ni en el verde sin tregua que te agarra,
ni en tu cielo huidizo de neblinas
hay más verde y azul que en tu guitarra.
Patria desenterrada a grito lento:
hoy que Compadre Mon te riega al aire,
debes saber por qué me duele el viento.
POEMA 9
Más que la frente que fabrica el miedo,
aquí, Compadre Mon, es juez la mano
que tiene puesto en el gatillo el dedo.
Aquí nomás, en donde el desafío
lava cosas de adentro... lava cosas
que no las puede ya lavar el río.
Compadre Mon, y tú me lo decías...
Compadre Mon, y aún estoy oyendo:
—tengo en la punta de un puñal mis días—
Algo sacabas tú de la canana,
algo que te alumbraba, que tenía
de repente ya un poco de mañana.
Filo con sangre tiene aquí más brillo.
Aquí, donde el cuchillo al hombre lava,
cuando también se ensucia con cuchillo.
Con cuchillo, y en tierras de ciclones,
Dios ha tenido, para ser decente...
que venir por aquí con pantalones.
POEMA 10
Compadre Mon, ya sé que por humano,
más que el fusil, tu corazón, a veces,
defiende la frontera de tu mano.
Pero hay alguien que entierra y desentierra,
y trae bajo las yerbas de tu pelo
ríos tal vez que quieren ver la tierra.
Cuando te crece el huracán sin viento,
cuando sopla los ríos de tus venas,
no va en el aire, pero en él lo siento...
Y como el viento de invisibles perros,
huye la calle de la aldea y baja
por la musculatura de los cerros.
Y hasta el viento haragán que anda sin cielo,
es Pulgarcito sin farol perdido
en el bosque mañoso de tu pelo.
Pero vengo de ti, de tu estatura
que en cada cicatriz tiene una falda,
(pequeñas muertes sobre tu piel dura).
Es que saliendo a no callar lo humano,
más que el fusil, tu corazón, a veces,
defiende la frontera de tu mano. 

viernes, 30 de septiembre de 2011

Hay un Pais en el mundo

Pedro Mir
( 1913-2000)





Hay un país en el mundo


Hay
un país en el mundo
colocado
en el mismo trayecto del sol,
Oriundo de la noche.
Colocado
en un inverosímil archipiélago
de azúcar y de alcohol.
Sencillamente
liviano,
como un ala de murciélago
apoyado en la brisa.
Sencillamente
claro,
como el rastro del beso en las solteras
antiguas
o el día en los tejados.
Sencillamente
Frutal. Fluvial. Y material. Y sin embargo
sencillamente tórrido y pateado
como una adolescente en las caderas.
Sencillamente triste y oprimido.
Sinceramente agreste y despoblado.

En verdad.
Con dos millones
suma de la vida
y entre tanto
cuatro cordilleras cardinales
y una inmensa bahía y otra inmensa bahía,
tres penínsulas con islas adyacentes
y un asombro de ríos verticales
y tierra bajo los árboles y tierra
bajo los ríos y en la falta del monte
y al pie de la colina y detrás del horizonte
y tierra desde el cantío de los gallos
y tierra bajo el galope de los caballos
y tierra sobre el día, bajo el mapa, alrededor
y debajo de todas las huellas y en medio el amor.
Entonces
es lo que he declarado.
Hay
un país en el mundo
sencillamente agreste y despoblado.

Algún amor creerá
que en este fluvial país en que la tierra brota,
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde el día tiene su triunfo verdadero,
irán los campesinos con asombro y apero
a cultivar
cantando
su franja propietaria.
Este amor
quebrará su inocencia solitaria.
Pero no.
Y creerá
que en medio de esta tierra recrecida,
donde quiera, donde ruedan montañas por los valles
como frescas monedas azules, donde duerme
un bosque en cada flor y en cada flor de la vida,
irán los campesinos por la loma dormida
a gozar
forcejeando
con su propia cosecha.

Este amor
doblará su luminosa flecha.
Pero no.
Y creerá
que donde el viento asalta el íntimo terrón
y lo convierte en tropas de cumbres y praderas,
donde cada colina parece un corazón,
en cada campesino irán las primaveras
cantando
entre los surcos
su propiedad.
Este amor
alcanzará su floreciente edad.
Pero no.
Hay
un país en el mundo
donde un campesino breve
seco y agrio
muere y muerde
descalzo
su polvo derruido,
y la tierra no alcanza para bronca muerte.
¡Oídlo bien! No alcanza para quedar dormido.
En un país pequeño y agredido. Sencillamente triste,
triste y torvo, triste y acre. Ya lo dije
sencillamente triste y oprimido.
No es eso solamente.
Faltan hombres
para tanta tierra. Es decir, faltan hombres
que desnuden la virgen cordillera y la hagan madre
después de unas canciones.
Madre de la hortaliza.
Madre del pan. Madre del lienzo y del techo.
Madre solícita y nocturna junto al lecho...
Faltan hombres que arrodillen los árboles y entonces
los alcen contra el sol y la distancia.
Contra las leyes de la gravedad.
Y les saquen reposo, rebeldía y claridad.
Y los hombres que se acuesten con la arcilla
y la dejen parida de paredes.
Y los hombres
que descifren los dioses de los ríos
y los suban temblando entre las redes.
Y hombres en la costa y en los fríos
desfiladeros
y en toda desolación.
Es decir, faltan hombres.
Y falta una canción.


Procedente del fondo de la noche
vengo a hablar de un país.
Precisamente
pobre de población.
Pero
no es eso solamente.
Natural de la noche soy producto de un viaje.
Dadme tiempo
coraje
para hacer la canción.


Pulmón de nido nivel de luna
salud del oro guitarra abierta
final de viaje donde una isla
los campesinos no tienen tierra.

Decid al viento los apellidos
de los ladrones y las cavernas
y abrid los ojos donde un desastre
los campesinos no tienen tierra.
El aire brusco de un breve puño
que se detiene junto a una piedra
abre una herida donde unos ojos
los campesinos no tienen tierra.

Los que la roban no tienen ángeles
no tiene órbita entre las piernas
no tiene sexo donde una patria
los campesinos no tienen tierra.

No tienen paz entre las pestañas
no tienen tierra no tienen tierra.

País inverosímil.
Donde la tierra brota
y se derrama y cruje como una vena rota,
donde alcanza la estatura del vértigo,
donde las aves nadan o vuelan pero en el medio
no hay más que tierra:
los campesinos no tienen tierra.
Y entonces
¿de dónde ha salido esta canción?
¿Cómo es posible?
¿Quién dice que entre la fina
salud del oro
los campesinos no tienen tierra?
Esa es otra canción. Escuchad
la canción deliciosa de los ingenios de azúcar
y de alcohol.

Miro un brusco tropel de raíles
son del ingenio
sus soportes de verde aborigen
son del ingenio
y las mansas montañas de origen
son del ingenio
y la caña y la yerba y el mimbre
son del ingenio
y los muelles y el agua y el liquen
son del ingenio
y el camino y sus dos cicatrices
son del ingenio
y los pueblos pequeños y vírgenes
son del ingenio
y los brazos del hombre más simple
son del ingenio
y sus venas de joven calibre
son del ingenio
y los guardias con voz de fusiles
son del ingenio
y las manchas del plomo en las ingles
son del ingenio
y la furia y el odio sin límites
son del ingenio
y las leyes calladas y tristes
son del ingenio
y las culpas que no se redimen
son del ingenio
veinte veces lo digo y lo dije
son del ingenio
“nuestros campos de gloria repiten”
son del ingenio
en la sombra del ancla persisten
son del ingenio
aunque arrojen la carga del crimen
lejos del puerto
con la sangre y el sudor y el salitre
son del ingenio.

Y éste es el resultado.
El día luminoso
regresando a través de los cristales
del azúcar, primero se encuentra al labrador.
En seguida al leñero y al picador
de caña
rodeado de sus hijos llenando la carreta.

Y al niño del guarapo y después al anciano sereno
con el reloj, que lo mira con su muerte secreta,
y a la joven temprana cosiéndose los párpados
en el saco cien mil y al rastro del salario
perdido entre las hojas del listero. Y al perfil
sudoroso de los cargadores envueltos en su capa
de músculos morenos. Y al albañil celeste
colocando en el cielo el último ladrillo
de la chimenea. Y al carpintero gris
clavando el ataúd para la urgente muerte,
cuando suena el silbato, blanco y definitivo,
que el reposo contiene.

El día luminoso despierta en las espaldas
de repente, corre entre los raíles,
sube por las grúas, cae en los almacenes.
En los patios, al pie de una lavandera,
mojada en las canciones, cruje y rejuvenece.
En las calles se queja en el pregón. Apenas
su pie despunta desgarra los pesebres.
Recorre las ciudades llenas de los abogados
que no son más que placas y silencio, a los poetas
que no son más que nieblas y silencio y a los jueces
silenciosos. Sube, salta, delira en las esquinas
y el día luminoso se resuelve en un dólar inminente.
¡Un dólar! He aquí el resultado. Un borbotón de sangre.
Silenciosa, terminante. Sangre herida en el viento
Sangre en el efectivo producto de amargura.
Este es un país que no merece el nombre de país.
Sino de tumba, féretro, hueco o sepultura.

Es cierto que lo beso y que me besa
y que su beso no sabe más que a sangre.
Que día vendrá, oculto en la esperanza,
con su canasta llena de iras implacables
y rostros contraídos y puños y puñales.
Pero tened cuidado. No es justo que el castigo
caiga sobre todos. Busquemos los culpables.
Y entonces caiga el peso infinito de los pueblos
sobre los hombros de los culpables.


Y así
palor de luna
pasajeros
despoblados y agrestes del rocío,
van montañas y valles por el río
camino de los puertos extranjeros.

Es verdad que en el tránsito del río,
cordilleras de miel, desfiladeros
de azúcar y cristales marineros
disfrutan de un metálico albedrío,
y que al pie del esfuerzo solidario
aparece el instinto proletario.
Pero ebrio de orégano y de anís
y mártir de los tórridos paisajes
hay un hombre de pie en los engranajes.
Desterrado en su tierra. Y un país
en el mundo,
fragante,
colocado
en el mismo trayecto de la guerra.
Traficante de tierras y sin tierra.
Material. Matinal. Y desterrado.

Y así no puede ser. Desde la sierra
procederá un rumor iluminado
probablemente ronco y derramado.
Probablemente en busca de la tierra.
Traspasará los campos y el celeste

dominio desde el este hasta el oeste
conmoviendo la última raíz
y sacando los héroes de la tumba
habrá sangre de nuevo en el país
habrá sangre de nuevo en el país.

Y esta es mi última palabra.
Quiero
oírla. Quiero verla en cada puerta
de religión, donde una mano abierta
solicita un milagro del estero.
Quiero ver su amargura necesaria
donde el hombre y la res y el surco duermen
y adelgazan los sueños en el germen
de quietud que eterniza la plegaria.

Donde un ángel respira.
Donde arde
una suplica pálida y secreta
y siguiendo el carril de la carreta
un boyero se extingue con la tarde.
Después

No quiero más que paz.
Un nido
de constructiva paz en cada palma
Y quizás a propósito del alma
el enjambre de besos
y el olvido.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Canto al profesor Juan Bosch, mas alla del tiempo


En este nuevo  Golpe de Estado contra el resplandor
de las ideas del profesor Juan Bosch, se pudren oxígenos.
Sus alumnos, hoy en el poder del fuego, torturan y sacrifican discursos. Polen democrático.

Jamás volverán a desenterrar su dignidad de montañas citadinas

El pueblo Dominicano, recuerda como siempre, 
 heridas del tiempo,  garras uniformadas de silencios,  
sudor democrático vertido en  pavimentos, criminales hambrientos de murallas,libertarias campanas, secuestradas en la falda del Ozama

Pero no triunfo la jauría

Y la Republica, ahora con sus lágrimas de lutos,
Pide, a esos desobedientes muchachos, que 
 hoy gobiernan la rivera del Mar Caribe,
no  seguir  infectando la memoria ni el cadáver del Sol

Se estremece la tierra. Tiembla esta cantera de otoño,
al recordar pisoteadas imágenes en  aquel 25 de Septiembre de 1963,
enclavado en el rostro de la Patria
Juan Bosch, epicentro noble del cantor abrileño,
trasnochadas estrellas de amaneceres donde 
comunican voces, riachuelos en putrefactas
 paginas sangrientas,espigas quebrantadas 
en el alma  de la Patria  

Pero no triunfo la caverna

La Vega, provincia donde la democracia nació y hoy reposa
en su vientre, el pensamiento mas alto  de la Bandera Nacional.
 Glorifica la memoria del profesor Juan Bosch

Esos monstruos uniformados de miedos, languidecieron en sus 
pesuñas de terror

En ese orificiode pus ,  gorilas intentaron detener
  bravías olas, donde  fusiles de lodos, iniciaron 
las lluvias en brazos
y  trenzas de barrios y campiñas, ahí  renació el
coraje del polen trinitario. Viva el sacrificio del pincel democrático enmarcado en la silueta patria del escritor,  Juan Bosch.

Esos militares de rapiñas, no pudieron con su golpe, derribar el tiempo

Autor:
Lic. Ramon Danilo Correa
Miembro del Colegio Dominicano de Periodistas
CDP.C3-155
21 de Septiembre (Otoño), 2011

Nota:

Como homenaje al 48 aniversario del fatídico Golpe de Estado contra el primer gobierno democrático del profesor Juan Bosch, de la Republica Dominicana. Acción antidemocrática ejecutada, el   25 de Septiembre de 1963

Poema protegido de manera integra, por la oficina de derecho de autor, según leyes de Republica Dominicana

lunes, 12 de septiembre de 2011

Solo la voz del pueblo me hace soberano.Fidel Castro


                                         ''La historia me absolvera''. Fidel Castro

Jose Mrti, apostol de la Republica de Cuba y eje del pensamiento libertario de los pueblos latinoamericanos


      "La patria necesita sacrificio.Es ara  y no pedestal.Se le sirve,
 pero no se la toma para servirse de ella". JOSE MARTI

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Che.Tu corazon late en la cintura americana (Monologo)

                     

La humanidad conmemora, el asesinado
rostro de estas 44 raíces
surgidas en el ruido y quietud 
del asfalto que cubre la montaña
de tu dignidad.

Comandante, Ernesto Che Guevara

Eres,  centro de  luces y piel de sauce
ahí transitan muros,  alambradas y  estrellas,
trillo noble del cántico. Tu, epicentro de arboleda

Pedazo de humanidad
donde el gusano no pudre campanas
 huracanadas de libertad
Ni tus sueños hieden a tumbas
ni tus huellas en  alturas de praderas

Comandante, Ernesto Che Guevara

En estas 44 primaveras
en las sonrisas de tus heridas
en la moral de tu fusil
levantamos  monumentos

Donde tus ideas florecen, en
peseberes campestres y en
 pestañas ultra marina, rocas
 de tu pecho universal.

En tus ojos profundo, como el silencio
amanecen mariposas sedientas de sudor,
tu verde guerrilla emancipa el viento,
 preñado de  alegrias  

Dime  tú, triunfador entre dragones,
porque en el corazón  de las banderas
el horizonte resbala en los labios del sol
como para nacer en las huellas de tu memoria

Comandante, Ernesto Che Guevara

En el bosque de tu alma, habita
un nuevo siglo, donde la corrupción y el crimen
contra la hierba y el mar, dejen de latir en cadaveres
uniformados de zopilotes .

Calendarios del Otoño

Hoy
en este nuevo aniversario del dolor
caminamos entre lodos y cadáveres agonizantes de paz
seguimos tus huellas, ejemplos de amor por la dignidad
sembrada en  montañas. Crisol de la humanidad

                     Che. Comandante





Autor:
Lic. Ramón Danilo Correa
Miembro del Colegio Dominicano de Periodistas
(CDP) C3-155
Viernes 09 de Otoño, 2011

Este canto poetico esta protegido por el derecho de autor
segun las leyes de la republica dominicana

Nota:
Al conmemorarse el 9 de Octubre, el 44 aniversario del asesinato
del legendario comandante, Ernesto  Che Guevara. Fue apresado el 9 de Octubre del 19667 y luego fusilado, en un poblado campesino, de Bolivia, la higuera, luego trasladado a la comunidad de Villa grande, donde su cuerpo inerte fue exhibido. GLORIA ETERNA AL CHE











lunes, 5 de septiembre de 2011

Desesperada elegia herida



     
 

 
 
...El PRD unido jamás será vencido…

Entre nosotros
las palabras unitarias del líder
piel del pueblo (José Francisco Peña Gómez)
nos acusa hasta unificar los lati ... Leer más ▼
...El PRD unido jamás será vencido…

Entre nosotros
las palabras unitarias del líder
piel del pueblo (José Francisco Peña Gómez)
nos acusa hasta unificar los latidos del alma
democrática, ahora en bandolera

En el instante en que el mar
polvoriento, acaricia la envejecida
historia, con sus garras de papel
hiere lágrimas lastimeras.

Por la memoria del líder
Unitario, que florezca el aroma
entre nosotros

Solo con el cuerpo integro
entre nosotros, podremos
vencer un siglo misero de paz.

Entre nosotros
no puede existir
mentiras de miel

Entre nosotros
la tea de la libertad
no debe sucumbir
en manipulados votos...

Por el histórico jacho encendido
en el sendero democrático de los desamparados
del sueño. viva la unidad del PRD

Entre nosotros, el Partido Revolucionario
Dominicano (PRD), no puede morir
de hambre,ni sudor de sed
por la consecución democrática.

Entre nosotros
el doctor José Francisco Peña Gómez
se levantara, entre nosotros
como único líder del fuego y la paz

Entre nosotros
el PRD, nos llama con su lengua de paloma
Y sus gemidos de unidad
Y sus lagrimas entre ocaso
Nos reclama la victoria, entre nosotros

Para luego entre nosotros
sepultar el monstruo centenario
cazador de madrugadas, que pretende hoy,
sin el doctor José Francisco Peña Gómez
enmudecer la verdad y castrar el rostro del tiempo

Entre nosotros
Por el manto sudoroso del
doctor José Francisco Peña Gómez
empuñemos el alba de la unidad

Entre nosotros, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD),
gladiador entre energía de dolores y pólvoras
puerta de libertades y amor

Pendón democrático, cauce libertario en el polen del Sol
Jamás puede dividirse en momentos caudalosos
para la historia Patria, donde la corrupción
es sombrilla del poder,

Entre nosotros los pobres claman
Unidad, unidad…


Que viva el PRD para enfrentar el acero
el fuego, el oxido de tu ronca voz
envejecida en la alameda
enclaustrada hoy por mezquino del mañana…

Entre nosotros, los viejos robles, recortan sus canas
en las lagrimas del líder, cuando contempla la deforestación
de sus ideas unitarias

Viva la unida del PRD en la garganta del Sol


Autor:

Lic. Ramón Danilo Correa
Periodista
Colegio Dominicano de Periodistas
CDP. C3_155
Domingo,06 de Marzo,2011

Este llanto, es en honor a la unidad del Partido Revolucionario Dominicano (PRD)
Esta elegía (poema), persigue ablandar la codicia de quienes controlan
la polea del triunfo democrático del PRD. Y esta registrado en la oficina del derecho de autor, de la Republica Dominicana, de manera integra.



Poematica del tiempo