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martes, 22 de noviembre de 2011

Otro Muro de la Patria




Rufino de la Cruz, epicentro
 del dolor donde las trenzas
 encanecieron sus raíces de horizontes,
músculo de consignas olvidadas en muros
silentes por  tu linaje proletario

 Timonel de libertarias siluetas
 asesinado entre el cielo y el asfalto,
en una esquina  adolorida de la Patria

 Las heridas de Rufino de la Cruz Disla,
 Minerva, Patria y María
Teresa Mirabal, humillaron  el holocausto
 del crimen

enamorado en la pradera del sátrapa
así colaron  madrugadas irredentas
 donde se encunaron
aquellos versos de la muerte del
tirano quisqueyano. Fango del Gavillero

Rafael Leonidas Trujillo Molina
Monstruo de libertades,  aquel 25
de noviembre de 1960
derrámate lámparas en el
verdecido vientre del valle

Rufino de la Cruz
Ignorado en la cruz
del Sol
Tu, monumento mártir
te llevamos en silencio
los dominicanos, edificado
en un lugar de nuestra geografía humana
 para de esa manera desangrar tus huellas
y difundir como bandera, la estatura de tu ejemplo

Rufino de la Cruz, luchador
antitrujillista,
chofer de  huracanadas olas
por tu condición de pobreza
han desnudado y amordazado tu militancia patriotica,
para de esa manera beberse tus sueños y  crucificar
la aurora de tu coraje y valentía frente a la serpiente de
pólvora y algas.


Hoy destierran como siempre, tu cadáver
del crisol historico
como si tu sangre
aun podrida de libertad , no cayera
empuñando también,
el dolor de la patria


Autor:
Lic.Ramón Danilo Correa
Miembro del Colegio Dominicano
de Periodistas CDP.C3-155

Nota:
Un tributo a un mártir por la lucha contra la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo
Molina (Chapita). Rufino  de la Cruz,  también era un hombre comprometido con el movimiento por el derrocamiento del tirano,  quien muriera en el mismo instante por la misma causa que cayeron  las heroínas, Patria, Minerva y María Tereza Mirabal. La Republica Dominicana en sus lágrimas de victorias ha dejado un altar para este héroe olvidado por quienes siempre  gobiernan el Estado Dominicano, para unos apellidos….Rufino de la Cruz Disla, era un hombre del pueblo, pobre, pero militante por la democracia, y la noche de la muerte de las hermanas Mirabal, conducía el vehículo donde fueron accidentados por el plomo y el fuego,  garras de la  dictadura dominicana. Gloria eterna a nuestro héroe nacional, junto a las hermanas Mirabal…En su 51 aniversarios del dolor


***
LOS DERECHOS DE AUTOR ESTÁN PROTEGIDOS
DE MANERA INTEGRA POR LA OFICINA DE AUTOR 
SEGÚN LEYES DE LA REPÚBLICA DOMINICANA







viernes, 18 de noviembre de 2011

La piel libertaria dominicana



Patria, Minerva y
María Teresa Mirabal
donde la dignidad
cicatrizó descalza tortura
y el crimen de guitarra.

Ahí, se templó el grito
con  su sangre vertida
en  sinagogas de otoño

sin monstruos ni
 heridos cadáveres
subterráneos de infiernos

Son ustedes
mujeres, redentora del tejado 
bajo sudorosas
incandescentes lagrimas
 Si,son ustedes maternidad
de inmortales palomas                                                                           

 Y el  minusválido musgo
tembló en el ocaso
de su quepis, al rodar su escudo

de tiniebla en la falda
de Patria, Minerva  y María Teresa
Mirabal, al resplandecer su
belleza justiciera

No lloro
La sangre del ayer
Ni las trenzas de estas mártires

Solo me bebo
todas las lluvias
donde cayeron las rosas
del Yaque y el Ozama

 Rafael Leonidas Trujillo Molina
 el tirano de lámparas y rompeolas,
con su lengua de cadáveres


 anochecía  en  su traje de
sarcófago, sangres y torturas

vomitada por la Patria en su
 agonía de libertad
acrisolada en ese Otoño

Pero el asesino de gaviota
no pudo oxidar el sonido
de su sangre.

Patria Minerva y María Teresa Mirabal
fueron asesinadas el 25 de Noviembre, de  1960
por el sicópata,  cangrejo de alamedas






Autor:
Lic. Ramón Danilo Correa
Miembro del Colegio Dominicano
de Periodistas (CDP) C3-155


Viernes 17 de Otoño, 2011
Santo Domingo, Republica Dominicana

Nota:
Como homenaje al cumplirse 51 años de su cobarde asesinato
en manos del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina,
cavernario de golondrinas…Gloria eterna a las hermanas Mirabal,
 monumento de maternidad libertaria


Este poema esta protegido de manera integra
por la oficina de derecho de autor según leyes
de la Republica Dominicana











miércoles, 16 de noviembre de 2011

La hija de mi hija





 Desde el fondo de tu vida
surge una luz, en acuarelas insipientes
su rostro de Gioconda y piel vestida de aroma

Xadai, es la nomenclatura, donde giraran voces estrepitosas
que repondera, en tenues cauces y violines de entendimiento

Eres Gioconda, perfil y  cosecha  reciente
donde la imaginación infantil rebosa de polen
la geografía familiar y las empalizadas donde el redentor
Cuida su rebaño

Hoy, apesar de estar lloviendo debajo de las pestañas de la noche,  dormiremos en la tranquilidad de tus gritos y resplandecientes raíces  matinales
hasta que en otros sueños florezcan
centenarias consignas, y el Sol salga cuando le de la gana, no obligado 
a que detrás de su luz se escondan  duendes y vampiros


Deberás acostumbrar la piel, al ronquido del áspid por donde
 desfallece la vida en hiel y miel de mariposa secuestrada por sueños perennes
de esta historia republicana, donde  payasos trafican entre piernas de Ángeles
enajenando el néctar de cada gemido por vivir

Eres la Gioconda de la Patria,  y desde tus frondosos ojos puedo ver galerías y columpios
Bohío de arcillas, colgar en la trenza   de una sala de tarea
Asi como también, el mundo girar fuera de su maldad, en el muro infantil
Trébol donde  la vida se descascara en  manos  de opresores truenos


La hija de mi hija
Gioconda, cual si fuera el pétalo de un  otoño, en su primavera
Pero quiero que sepas y jamás  olvides, la utopia de risas nublosas
 De aquellas alegrías de payasos que descarnan sus simpatías en  Orinocos y
laberintos de mentiras.

Desde el fondo de tu vida
surge una luz, en acuarelas insipientes
su rostro de Gioconda y piel vestida de aroma

Xadai, es la nomenclatura, donde giraran voces estrepitosas
que repondera, en tenues cauces y violines de entendimiento

Eres Gioconda, perfil y  cosecha  reciente
donde la imaginación infantil rebosa de polen
la geografía familiar y las empalizadas donde el redentor
Cuida su rebaño

Hoy, apesar de estar lloviendo debajo de las pestañas de la noche,  dormiremos en la tranquilidad de tus gritos y resplandecientes raíces  matinales
hasta que en otros sueños florezcan
centenarias consignas, y el Sol salga cuando le de la gana, no obligado 
a que detrás de su luz se escondan  duendes y vampiros


Deberás acostumbrar la piel, al ronquido del áspid por donde
 desfallece la vida en hiel y miel de mariposa secuestrada por sueños perennes
de esta historia republicana, donde  payasos trafican entre piernas de Ángeles
enajenando el néctar de cada gemido por vivir

Eres la Gioconda de la Patria,  y desde tus frondosos ojos puedo ver galerías y columpios
Bohío de arcillas, colgar en la trenza   de una sala de tarea
Asi como también, el mundo girar fuera de su maldad, en el muro infantil
Trébol donde  la vida se descascara en  manos  de opresores truenos


La hija de mi hija
Gioconda, cual si fuera el pétalo de un  otoño, en su primavera
Pero quiero que sepas y jamás  olvides, la utopia de risas nublosas
 de aquellas alegrías de payasos que descarnan sus simpatías en  Orinocos y
laberintos de mentiras. Pero tú eres la bondad, cristalizada  y verdecida en pesebres y crisol de infantiles mariposas

Tu has llegado en el exacto momento que esta flagela Patria  necesita
de tus caramelos y pampers, para reconstruir  alegría y esperanza que un día no creció
en el alma de este cruel invierno… 

Bienvenida al pincel del amor y el redil familiar



Autor: Lic. Ramón Danilo Correa
Viernes 21de Otoño, 2011
Hora: 8:46pm


Nota. Este trabajo poético, esta protegido de manera integra
 por la Oficina de derecho de autor, de la Republica Dominicana




Tu eres mi esmeralda





Viviente en el cristal emotivo y perenne de mi yo
quiero remar y  llegar al corazón de tu arena, hasta perderme
en la dulce fosa, lámpara inmortal del amor

Cielo, llevo en mis manos verdes corolas para enclavarla en el paladar
del inmenso volcán que llevas en tu cintura de mujer

Búscame, en el desierto y en la piel del incendio
donde acariciamos el prado del silencio
así, sembramos cataratas madrugadoras de jazmines

Quiero pasear mis manos en cada imaginación de tu deseo
y en cada esquina de tu respiración, pescar el agua descalza
vertida por tu felicidad

Amor, permite que las raíces de esta tarde, caminen en 
la llovizna de tu acantilada boca, santuario sagrado,
donde retozan nuestras antorchas vivificadoras de olas atracadas en muelles,

éxtasis de profunda paz…Pero nosotros iremos nadando sobre estas
tempestades deshojadas, hasta donde nos lleven estos versos,
construidos sobre tu cuerpo sin hojas ni temores

Yo seré la vergüenza y el sonido de campanas viajeras 
entre bosques y lagos de tus venas
eres esmeralda en cuyas grandezas habitan riachuelos
y madrugadas preñadas de golondrinas donde
guitarras se desangran de amor. Mi eterna gaviota




Autor:

Lic. Ramón Danilo Correa
Periodista
Colegio Dominicano de Periodistas
CDP.C 3-155
Viernes 18 de invierno (Febrero) ,2011


Nota:
Este poema, esta registrado y protegido según leyes de
la Republica Dominicana,
en la oficina de derecho de autor.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Patria sin pintalabios ni cirugias de tiranos

 

 

               Patria sin pintalabios ni cirugías de tiranos


          Un aullido de murciélago, arropó  el silencio en sangrantes gritos, heridos en sus muelas enclavadas en el ocaso peregrino de su historia

Patria, en tus labios se refugian hoy, estrelladas olas sin maquillajes de pólvoras, ni  coloretes compuestos de hiel y sangres verdecidas de dolor
lleva en tu vientre estelas de luceros torturados en rostros masificados de esplendor

Jamás en la vida, un dictador había desesperado tanto el alba de su muerte, como  en aquellas verdes pólvoras del 1961
Los dominicanos, enfrentaron las inundaciones de sus asqueantes salivas sin voz

Un 30 Mayo del siglo pasado, respiro la libertad por los poros del plomo y creció en borbotones, acuarelas del olvido, pincel hediondo a tumbas y féretros 
y se levanto en tus raíces la agonía de un almanaque, caminante  entre Hitler, Mussolini y el dictador español, compadre del verdugos de siluetas dominicanas

Rafael Leónidas Trujillo Molina, infecto y torturo, clorofilas de palmeras que cubrían arenas y manantiales de consignas 

Y la tierra dominicana, vomito su cadáver ultramarino de odio, donde la historia borro su nombre a fuerza de epitafios de gorilas 

Autor:

Ramón Danilo Correa

30 de primavera,2010
Homenaje al pueblo heroico de la Republica Dominicana
en el 49 aniversario del ajusticiamiento del tirano...

jueves, 13 de octubre de 2011

Republica Dominicana,sera cantera de poetas

 




Poetas de Cuba, Perú, Argentina, Chile, Italia, Uruguay, Nicaragua, España, Colombia, Haití, México, Paraguay, Guatemala, Ecuador, Venezuela, Costa Rica, Bolivia, Brasil, entre otras naciones, participarán aquí en la mayor fiesta poética del Caribe



SANTO DOMINGO.- Laureados poetas de 19 países participarán en el Tercer Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo, que se realizará desde el miércoles 19 hasta el domingo 23 de octubre.
La edición de este año, que estará dedicada al fenecido poeta Manuel Del Cabral, cuenta entre sus invitados con la reconocida poeta nicaragüense Claribel Alegría, quien realizará lecturas de poesía en la Sala Máximo Avilés Blonda del Palacio de Bellas Artes, el Fórum Pedro Mir, Librería Cuesta y en el Palacio Consistorial de Santiago, los días 19, 20 y 22, respectivamente.
En el Auditorio Manuel del Cabral de la UASD, se realizarán lectura con los poetas José Ramón Ripoll que ha ganado los premios “Rey Juan Carlos I”, “Guernica” y “Tiflos”; el brasileño Claudio Daniel y el italiano Silvio Mignano, autor numerosos cuentos y ensayos críticos en Italia, Cuba, República Dominicana, Chile, Bolivia y Suiza.
El Colegio De la Salle será escenario para el contacto vivo de la poesía con el público, entre escritores de distintos países, donde participarán el guatemalteco Alan Mills, Joaquín Morales, de Paraguay; Hugo Mujica, de Argentina; Néstor Barreto, de Puerto Rico; Zingonia Zingone, de Italia; Hernán Bravo Varela, de México; y el dominicano, Plinio Chahín.
Otros poetas caribeños que asistirán al Festival son el peruano Eduardo Chirinos, Aleyda Quevedo, de Ecuador; Alex Fleites, de Cuba; Anthony Phelps, de Haití; Carlos López, de Guatemala-México; Eleanora Requena, de Venezuela; Luis Chaves, de Costa Rica y Héctor Hernández Montesinos, de Chile; entre otros.
El Ministerio de Cultura organiza cada dos años el Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo, el cual es el mayor evento de su tipo en todo el Caribe.

sábado, 8 de octubre de 2011

El Che Guevara, Un guerrillero sin odio en la sangre






En el tropel de sirena
Se encasquillan  ideas


Y así en el tiempo un sendero
Guerrillero se refugia en el pecho
Americano.

Es la imagen del Che Guevara
Por donde el comandante Fidel Castro,


el sacerdote, Camilo Torres,
el doctor Manuel Aurelio Tavares Justo (Manolo)


el coronel Francisco Alberto Caamaño,
y otras luces de tambores americanos,
madrugaron el verso en  flores de pantanos

El Che, renace y crece sobre el cadáver
de la muerte
pisando con su sueño  el ciclope
de  maldad y corrupción de metal

Ernesto Che Guevara
danza entre versos cantarines
en las venas de Manuel del Cabral ,
en su poética, compadre Mon,

Isla Negra,de Pablo Neruda,donde su 
Canto general, folclorisa el fuego torrencial
en epopeyas de fuego y vegetal

Como si plasmara en los labios del Che,la fotografía
tradicional del amor por la humanidad
 bajo la piel de su crisol guerrillero

 En la moral y coraje  de Salvador Allende
y en  lagrimas de su fusil...

Como en la voz del líder, José Francisco Peña Gómez
de regreso la esperanza en banderas acribilladas
se levantaran  en el pan de cada día.

El Che
dignifica la manera de morir
en  néctar campesinos
donde su vida florece en paraguas
Sin lluvias de dolor

Eres el comandante
Libertario por donde  montañas y ciudades
Latinoamericanas evocaron su canción de paz
 Ahí no quedo el dolor que expandió el polen de tu  flor
                 Gloria eterna al Che




Autor:
Lic. Ramón Danilo Correa
Miembro del Colegio Dominicano de Periodistas
                        (CDP).C3-155


Como homenaje al 44 aniversario del cobarde asesinato
 de Ernesto Che Guevara y sus compañeros, en Valle Grande, 
comunidad campestre  de Bolivia…

                         Sábado 08 de Otoño, 2011

Poetisa dominicana, Salome Ureña de Henriquez

























Memorias venerandas de otros días,
soberbios monumentos,
del pasado esplendor reliquias frías,
donde el arte vertió sus fantasías,
donde el alma expresó sus pensamientos.

Al veros ¡ay! con rapidez que pasma
por la angustiada mente
que sueña con la gloria y se entusiasma
la bella historia de otra edad luciente.

¡Oh, Quisqueya! Las ciencias agrupadas
te alzaron en sus hombros
del mundo a las atónitas miradas;
y hoy nos cuenta tus glorias olvidadas
la brisa que solloza en tus escombros.

Ayer, cuando las artes florecientes
su imperio aquí fijaron
y creaciones tuviste eminentes,
fuiste pasmo y asombro de las gentes,
y la Atenas moderna te llamaron.

Águila audaz que rápida tendiste
tus alas al vacío
y por sobre las nubes te meciste:
¿por qué te miro desolada y triste?
¿dó está de tu grandeza el poderío?

Vinieron años de amarguras tantas,
de tanta servidumbre;
que hoy esa historia al recordar te espantas,
porque inerme, de un dueño ante las plantas,
humillada te vio la muchedumbre.

Y las artes entonces, inactivas,
murieron en tu suelo,
se abatieron tus cúpulas altivas,
y las ciencias tendieron, fugitivas,
a otras regiones, con dolor, su vuelo.

¡Oh, mi Antilla infeliz que el alma adora!
Doquiera que la vista
ávida gira en tu entusiasmo ahora,
una ruina denuncia acusadora
las muertas glorias de tu genio artista.

¡Patria desventurada! ¿Qué anatema
cayó sobre tu frente?
Levanta ya de tu indolencia extrema:
la hora sonó de redención suprema
y ¡ay, si desmayas en la lid presente!

Pero vano temor: ya decidida
hacia el futuro avanzas;
ya del sueño despiertas a la vista,
y a la gloria te vas engrandecida
en alas de risueñas esperanzas.

Lucha, insiste, tus títulos reclama:
que el fuego de tu zona
preste a tu genio su potente llama,
y entre el aplauso que te dé la fama
vuelve a ceñirte la triunfal corona.

Que mientras sueño para ti una palma,
y al porvenir caminas,
no más se oprimirá de angustia el alma
cuando contemple en la callada calma
la majestad solemne de tus ruinas.

viernes, 7 de octubre de 2011

Representantes del movimiento postumista


Franklin Mieses Burgos





Esta canción estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
la hallaron unos hombres que luego me la dieron
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.

Yo entonces ignoraba que también las canciones,
como las hojas muertas caían de los árboles;
no sabia que la luna se enredaba en las ramas
náufragas que sueñan bajo el cristal del agua,
ni que comían los peces pedacitos de estrellas
en el silencio de las noches claras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
que eran todas posibles en la tierra del viento,
en donde la leyenda no es una hierba mala
crecida en sus riberas, sino un árbol de voces
con las cuales dialogan las sombras y las piedras.

Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
cuando aún no era mía
esta canción que estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
pero ahora ya sé de las formas distintas
que preceden al ojo de la carne que mira,
y hasta puedo decir por qué caen de rodillas,
en las ojeras largas que circundan la noche,
las diluidas sombras de los pájaros.

jueves, 6 de octubre de 2011

Marco de poetas y escritores dominicanos


Domingo Moreno Jimenes




Domingo Moreno Jimenes



Poema de la hija reintegrada


Agonía
I
Hija, yo no sé qué decirte si la muerte es buena
o si la vida es amarga;
sólo te aconsejo que despiertes, adulta de
                                    comprensión más que tu Padre!
II
Hija, ya no habrá oriente ni poniente para tu porvenir:
una sábana blanca serán tus días,
una sábana blanca será tu pasado
y tu recuerdo una estrella que frente a frente
                                          me iluminará el porvenir!
III
No sé por qué tu agotamiento
me trae una recóndita dicha anegada de lágrimas,
que me hace auscultar el corazón de la tarde.
IV
Tu infancia y tu silencio me parecen hermanos.
V
Hija, hazme tomar la resolución de los otros:
vuelve mi proa añicos
y mi voluntad una piragua;
que nada sea mío desde hoy, que no quiera
                                    poseer nada mañana;
desnudo de bienes y desnudo de virtudes hazme;
sin egoísmo de lealtades y sin egoísmo de pureza;
hazme entero el milagro de darme todo a los elementos,
como si fuera en sustanciación un ser increado!...
VI
Tu vida fue microscópica, pero grande;
el segundo de tu existir, eterno!
VII
Hija, cuántas nubes,
cuántos pájaros,
cuántos horizontes insospechados me abre
                                    en el amanecer tu ruta!
VIII
Hija mía, para ti la mañana no será clara ni fresca;
verás envuelta el alba en la noche,
y las cosas de mayor transparencia
tomarán ante tus ojos la actitud de un largo crepúsculo.
IX
En este mundo donde sólo se premia la
                                    capacidad de fingir mejor,
era justo que llegaras, y después de breves instantes,
ya estuvieras confundida con la cal y con la
                                    mariposa, con el carbón y con la piedra.
X
¡Cómo me alivianas la sombra, al advertir
                          desde que te dormiste que en mi
                                                 derredor todo es sombra!
XI
¡Oh tú, que me enseñaste desde que naciste
a ver la vida con ojo más sabio
y a la humanidad con ojo más triste!  
Triste, triste; ¿y no es acaso la suprema alegría
                              de los seres mudables el ser tristes?
Triste fue la faz de la tierra cuando se
                                      desperezó el primer hombre!
Triste tiene que quedar la tierra cuando se
                              desentuma en su regazo el último hombre!
XII
¡Oh, tú, que desde que naciste pude decir:
                                      boleta de la tumba
Oh, tú, que ya crecida pude decir, por tu desvalidez,
la preferida mía.
XIII
Por ti quise cambiar y que la fortuna me sonriera;
por ti no cambié
y la fortuna no me sonreirá nunca!
XIV
Hija, cada vez que examino tu vida
me doy cuenta que tú eres como mi vida:
una sombra entre dos crepúsculos!
XV
Iba a decir entre dos agotadoras auroras
y ya ves, reincindí, sin querer, entre dos crepúsculos!
XVI
¿Por qué tan pura, tan casta y tan leve, te
                                        debas parecer al crepúsculo?
XVII
Olvidaba que toda adjetivación es cruel y ruda:
Dios dio desnudo a los hombres el verbo,
y del lenguaje, sólo debe quedar desnudo el verbo!
XVIII
Toda filigrana de síntesis es una profanación
                                     ¿verdad, hija mía?
Ya no te puedo buscar sin parcializaciones,
                                     sin atributo contingente:
¡serás en mi incompleto nombrar, sencillamente,
                                     el vaho de las cosas!
XIX
No te puedo asir con una palabra,
y no debe extrañarte, recónditamente,
porque estás para mí más alta que la región
                                         de las palabras!
XX
Y vuelvo a caer en las comparaciones.
¡Oh, hija, cuán subordinado estoy a la vida!
XXI
Miserable hombre que osa creer que
                        después de la sombra la vida es vida!
XXII
De imperfecciones se forman nuestras excelencias
y es toda la existencia del hombre un brazo tendido
                            hacia el turbio por qué de los enigmas!
XXIII
-Tiene el pulso demasiado débil,
pero este letargo no es la muerte-.
Su médico era mi propia almohada de cabecera
y yo quedé perplejo ante su callado
                             sufrimiento y la miseria de la vida!
XXIV
Si fuera bizco de pensamiento
y tuviera la boca siempre llena de mentidas palabras;
hija, iba a blasfemar por tu dolor... pero, ¡perdona!
XXV
¡Compran caro el suelo donde colocan a los muertos,
y ellos son más dueños de la tierra que los
                             hombres que comercian con ellos!
XXVI
¡Al través de los milenios, los hombres son
                             puñados de tierra
que se deforman a su antojo!
XXVII
Hija, ya han venido a avisarme que tus pies están fríos.
Hija, resígnate a que lo blanco no sea blanco
                             y a que lo negro no sea negro.
XXVIII
Hija, cuán brilla el sol sobre el tamiz de los guayabos,
cómo se agiganta la nada sobre la soledad
                                             de tu aposento,
cómo nace y renace la esperanza por entre
                                       los ámbitos de la vida!
XXIX
Tibien la leche, terciada con agua,
para si mi chiquitina despierta.
Cuídemela hasta que se vuelva esperma como
                             capullo inmortal el cuidado.
Ella es carne de mi vida, flor de mi
                             pensamiento, cemento de mi alma.
XXX
(¡Eres, amada mía,
como flor del higüero joven,
como el azogue del crepúsculo,
como la diafanidad de la Naturaleza toda!).
XXXI
No seas padre; sé Hombre,
sencillamente.
¡Gira tu vida a tu derredor
y que tu amor a una abstracta "Humanidad"
no te haga olvidar jamás de que eres Hombre!

martes, 4 de octubre de 2011

Manuel del Cabral


Compadre Mon (I) 
Manuel del Cabral

    
Tanto he pisado esta tierra,
que es ella la que anda ya.
Compadre Mon
Por una de tus venas me iré Cibao adentro.
Y lo sabrá el barbero, aquel que los domingos
te podaba las barbas
como quien poda un árbol de la patria.
Y también Domitila lo sabrá, Domitila
que mientras comadreaba tenía entre las manos
unos duendes que hacían pan sabroso hasta el lodo.
Y habló de Domitila, porque sin esa cosa...
quizá ni tu revólver fuera un poco de pueblo.
Porque ella fue tu risa, fue tu pan y tu catre.
¿Qué hubiera sido entonces de esas cosas humildes
que tocaron tus manos, tu calor, tus pisadas?
Tu caballo
hubiera sido siempre una bestia cualquiera.
Tal vez sin estas cosas los muchachos con sueño
ya hubieran enterrado tu pistola, tu espuela;
todo lo que en tu cuerpo y en tu aire
en la tierra que quiso no quedarse dormida.
Porque tú, que no fuiste nunca niño de escuela,
a la escuela te lavan en la boca los niños.Es que no quiero hablar de tus cosas mayores,
ni aún de aquella extraña madrugada en que diste
órdenes a un soldado
para que repicarán las campanas
por tu llegada al pueblo.
No
No quiero hablar ahora de tus cosas de todos.
de lo que quiero ahora
es hablar del remiendo que te hacía la tía
en aquellos no aún gloriosos pantalones.
Hablo de la ternura con que tú ya besabas
sus manos costureras, cuando aún tus bolsillos
se cargaban de piedras para romper faroles.
La gente que te vió tan pequeñito
no pensó que la tierra se iba a poner tan grande...
Ahora
cualquiera cosa tuya huele a patria.
Hasta Tico, el lechero
que llega con un poco de leche en su sonrisa,
y me dice:
aquí, Manuel, estuvo Mon un día,
¡que no rompan la silla donde lo vi sentado;
arrimado a esta puerta!
Ya ves, Compadre Mon,
no puedo hablarte ya de cosas grandes;
tu pistola, tus barbas, tu cabello,
tu nombre,
todo es pequeño junto a esa sonrisa.
¡Cómo brilla tu historia en los dientes de Tico!
Qué grandes estás; Compadre Mon en esas
cosas pequeñas. ¡Por las ventanas de Tico yo me iré Mon adentro!
El maíz no lo sabe,
ni el trueno,
ni el agua.
Pero tú estas en el maíz del niño
que piensas crecer mucho y tener tu tamaño,
y tener un caballo como el tuyo
que entró en la historia a fuerza de ser patria.
El trueno no lo sabe,
pero tú estás en al garganta ronca
de los tambores que enloquecieron
de tanto hablar de tí..., de los rugidos
del paso de tu sangre.
El agua no lo sabe,
pero eres el agua con un cuento...
tú le pusiste edad al agua de los hombres...,
al agua que más duele, la pesada
¡que siempre lleva llena venas, y con sed siempre el hombre!
Sin embargo, no quiero,
no quiero hablar, compadre Mon, de esas
cosas visibles tuyas...
Yo prefiero decirle que Cachón, un muchacho
enclenque de mi pueblo,
estuvo muchos días y demasiadas noches,
torturándose,
fabricando,
puliendo unas estrofas, y luego, sin comer,
muchas veces,
iba a mi casa, casi asustado,
casi tartamudo sorprendido,
y con quien comete sus más sagrado crimen,
me decía: - Manuel, aquí tengo una cosa
que quiero que tú veas.
Pero nunca, nunca pude leerla,
porque temblaba para darme aquello...,
y volvía a su casa con aquello en secreto
y volvía a pulir,
y a no dormir,
ni comer,
y volvía a hablar solo.
De esto, Mon, sí quiero hablarle en familia:
de aquel muchacho en huesos
que iba a la barbería
y diez veces le preguntaba al barbero
que cuánto le debía...
(Porque, Mon, es muy triste
no terminar un verso).
Aquel muchacho simple que perdió la memoria
y que yo le decía que comiera...
Aquella emoción pura que al nombrarte, parece
que se abría las venas para que se bebieran
hondo y tibio tu nombre.
Esto sí me parece que no deja que el tiempo
hasta lo más simple de tu voz:
tu sonrisa.
Y a ti, Compadre Mon, que te encontré una tarde
haciendo el hoyo puro
del futuro cadáver de tu cuerpo
(porque tenías un duelo aquella tarde).
Pero nunca supiste que tu muerte
no cabe en ningún hoyo de la tierra.
Yo mismo que de niño te conocí en el aire
que respiraba el pueblo,
iba ya repartiéndome tu vida,
iba ya haciéndote un poco de mis cosas,
iba ya no dejándote morir...
Después al campanario se ocupó de tu nombre,
de tus cosas mayores.
y era difícil ya como un hombre cualquiera,
te pegaras un tiro,
o te entregaras a menudencias,
a pequeñas manías;
porque hasta aquellas inútiles palabras a tu gato
tenían ya un sentido,
porque así son, Don Mon, todas las cosas
que pertenecen a lo que ya tiene
tamaño de destino...
Un simple canto de gallo que despierta
las cosas de la mañana,
toma de pronto la estatura de un siglo,
si entre las cosas que se despiertan con su canto
se levanta un caballo con la historia en el lomo.
Te estoy diciendo esto viejo Mon ahora
en que hacer unos versos y ponerse a decirlos
es un peligro... tan grande
como ponerse a hacer la patria
con sables de madera de sándalo.
Porque nosotros, lo que hacemos
estas cosas de sueño, no estamos preparados
para la fiesta del honor con precio...
Yo veo, a ratos ciegos que tocan su instrumento
por unos cuantos cobres. Muchas veces,
después de sus canciones, voy a verme al espejo,
y miro bien mi cara para ver si es la mía...
Porque, a veces, cuando cantan los ciegos,
muchas cosas del cuerpo voy dejando
no sé a donde...
Por eso,
pregunto por mi nombre cuando cantan los ciegos.
Te estoy diciendo esto porque a veces
lo que nació en tu pecho lo tienes en la mano...
Te estoy diciendo esto, viejo Mon, porque a ratos,
hablas conmigo cosas que hablando no me dices.
He caminado mucho por los ríos
que vienen de tu cuerpo cuando a oscuras te hieren;
y sé que cuando sangras
te salen por las venas los sueños más varones.
Es que desde hace tiempo,
tú construyes la patria, destruyéndote..
POEMA 1
La tierra por aquí cuando madruga,
siempre despierta con las amapolas
que nacen de repente en las pistolas.
Aquí, donde las balas se redimen.
Donde un dedo de Mon es una historia.
En esta tierra es caballero el crimen...
En esta pequeñita geografía,
en donde siempre la palabra macho
es una catedral desde muchacho.
Aquí, donde la voz está en el cinto,
entre la dentadura de las balas,
entre la dentadura del instinto..
Aquí el crimen no tiene olor a plata.
El hombre aquí, para matar es niño,
porque también para ser niño mata.
Aquí mi tierra, la que en la cintura
lleva un cuchillo, porque siempre tiene
el corazón entre la mano dura.
POEMA 2
Como frente a una carta de raíces,
para saber el mapa de la tierra
yo me puse a leer tus cicatrices.
Sólo un hombre está allí, y es tan humano
que ya puedo saber, viendo sus dedos,
a qué sabe la tierra en una mano.
A qué saben los ríos..., tu sangría...
Y a qué saben las piedras de tus callos.
Porque tu cuerpo es una geografía.
Compadre Mon, pero la tierra asciende:
tu corazón no cabe en la moneda.
Su tamaño tan grande lo defiende.
Y en el filo lo vi de la navaja;
tú lo tirabas a los desafíos
como aquel corazón de la baraja.
Pocas cosas son tuyas como aquello
que te late y lo sacas, pero el filo
que se mancha con él... está más bello.
Ni tu caballo que ganando meses
es la mitad de tu figura y sabe
ser familia de balas y de peces.
Ni tu acordeón que cuando lo exprimías,
la gente de la tarde ya miraba
por el aire los trapos de tus días.
Hasta los bueyes de los ojos llanos
tras el boyero que regresa triste
con la palabra hombre entre las manos..
Hoy ni los cerros, los que ya no veo
con sus barbas de niebla que se queman
antes que el día, con el tiroteo.
Nada tiene más tierra enfurecida,
en nada hay ya más campo, cuando sale...
cuando te sale el campo por la herida.
Es que, Compadre Mon, cuando yo quiero
saber el mapa de la tierra, miró
la carta de tu piel, cosida a tiros.
POEMA 3
Y aquí, Compadre Mon, aquí en el río
cabe el cielo, lo mismo que en tu mano
cabe la historia de tu caserío.
Nada mejor que oír hablar tu dedo,
aquel que aprieta tu gatillo y pone...
pone de pronto hasta valiente al miedo,
Tu sonrisa caía como un hacha
sobre los hombres, cuando tu botín
era sobre tu potro una muchacha.
Aquí recuerdo tus amaneceres,
cuando pasaba tu caballo tibio
con las ancas fragantes a mujeres;
cuando en la madrugada las estrellas
eran los agujeros: los que hacía
tu pistola buscando hacer el día.
Por eso aquí, frente a tu potro, callo...
¡Tanto en la noche su galope oía,
que era la madrugada tu caballo!
Pero tal vez la tierra no lo sabe:
oigo que su galope llena al tiempo,
que su galope en el presente cabe.
Tierra por ti, Compadre Mon, durando.
Tú que nunca quisiste ver el cielo
para que no te hiciera un poco blando.
POEMA 4
A cara o cruz, para saber qué ruta
tomaremos, después del aguardiente.
La moneda saltó sonoramente,
viróse cara,
y nos decidimos
por el azul de la mañana clara.
Compadre Mon, y tu primer suspiro
fue despertar al pueblo con un tiro.
Madrugaban tus balas, parecía
que un puñado de pájaros echabas
antes que los de pluma diera el día.
Nos esperaba alegre el caserío.
Llegó como un reguero de chicharras
la algarabía del muchacherio.
Muchacherío azul que ya enarbola
la bandera de un grito, la bandera
que no se puede arriar con la pistola.
Compadre Mon, y allá, por esas tierras,
qué bien reciben a los hombres machos
desde las hembras hasta los muchachos.
Por una falda se ensanchó tu nombre,
no es una mancha, es pantalonería
por una falda sepultar un hombre.
Tu palabra sacude al caserío.
Juegas con hembras y por hembras matas,
y va tu honor como va limpio el río.
Egloga tú, gran Mon, de piedra y clavo,
sobre tu potro, capitán del viento,
juegas la vida igual que tu centavo.
POEMA 5
Ni la aldea que cabe en el perico
llegado en la provincia de su jaula
con robados refranes en el pico.
Ni la veta del ocio con caminos
que van sacando el mar de las guitarras.
Tú tienes algo más: jefe de trinos.
Y allá, Compadre Mon, tu voz de abuelo
sale desde tus barbas como salen
de la selva los pájaros con cielo.
Allá los colibríes cimarrones
que paraban de pronto tus orejas,
porque zumbaban como municiones.
Tú que me dices que la piedra canta.
Oye crecer los árboles tu olfato,
y a los duendes que sudan en la planta.
Qué bien estás para que de repente
ni un retazo de campo se te vaya.
Metido el tiempo en tu mirada, calla...
pero con un silencio acorralado...
silencio de los ojos de los toros...
silencio de cuchillo no guardado.
POEMA 6
Y aquí la sal furiosa que rode
a tu prisionera terquedad de costas.
(Lava Dios por aquí cuando golpea).
Aquí el hombre de tierra y aire lento,
acostumbrado a recoger el cielo,
acostumbrado a cosechar el viento.
En esta tierra en donde las miradas
se alimentan del árbol y la tarde,
no siempre son los ojos las espadas.
Aquí, Compadre Mon, se tumba el cielo
sólo cuando tu voz anuncia lluvia,
(no como la llovizna de tu pelo).
Ya tus ojos se van por la ventana,
y algo dejan en tierra, pero vienen
cuando se cae del duende la mañana.
POEMA 7
Ya conoce la cáscara del ruido
este silencio que camina a ratos,
como el ladrón y el ángel, sin zapatos.
Pero un golpe de sangre desamarra
del cerro que de pie pone los llanos
tu voz que se te enreda en la guitarra.
Huye la selva hacia tu vena y huye
por la raíz que sube más que el ala.
(Destruyéndose en ti, no se destruye).
Hoy el filón de tu aventura saca
más oro de refranes que la mina
de la haraganería de la hamaca.
Compadre Mon, y en ti, buscan el día...
¡Voy a creer que de tus manos sale
más furiosa de azul la geografía!
Ya en el corral de tu guitarra siento
que muge el huracán, es que tú sueltas
de los alambres del corral el viento.
Y como si de pronto te lavaras
el corazón, o le sacaras trapos,
salen por la guitarra tus harapos.
POEMA 8
Tierra que naces de guitarra ardiendo.
Viene familia de tu carne el aire.
Tierra que estás en una voz creciendo.
Oigo tu clima y toro desatados;
el aguacero preñador de ríos;
el huracán: escoba de nublados.
Huye tu nombre en la cabalgadura
que se va de los cerros a los mares
por ver en la sal verde tu llanura.
Oigo también en tu guitarra olores
con los pasos de chivo del verano:
gobernador de venas y de amores.
Tierra que estás en la guitarra haciendo
el tumbado equilibrio de las nubes
porque ya en tu guitarra está lloviendo..
Ni en el verde sin tregua que te agarra,
ni en tu cielo huidizo de neblinas
hay más verde y azul que en tu guitarra.
Patria desenterrada a grito lento:
hoy que Compadre Mon te riega al aire,
debes saber por qué me duele el viento.
POEMA 9
Más que la frente que fabrica el miedo,
aquí, Compadre Mon, es juez la mano
que tiene puesto en el gatillo el dedo.
Aquí nomás, en donde el desafío
lava cosas de adentro... lava cosas
que no las puede ya lavar el río.
Compadre Mon, y tú me lo decías...
Compadre Mon, y aún estoy oyendo:
—tengo en la punta de un puñal mis días—
Algo sacabas tú de la canana,
algo que te alumbraba, que tenía
de repente ya un poco de mañana.
Filo con sangre tiene aquí más brillo.
Aquí, donde el cuchillo al hombre lava,
cuando también se ensucia con cuchillo.
Con cuchillo, y en tierras de ciclones,
Dios ha tenido, para ser decente...
que venir por aquí con pantalones.
POEMA 10
Compadre Mon, ya sé que por humano,
más que el fusil, tu corazón, a veces,
defiende la frontera de tu mano.
Pero hay alguien que entierra y desentierra,
y trae bajo las yerbas de tu pelo
ríos tal vez que quieren ver la tierra.
Cuando te crece el huracán sin viento,
cuando sopla los ríos de tus venas,
no va en el aire, pero en él lo siento...
Y como el viento de invisibles perros,
huye la calle de la aldea y baja
por la musculatura de los cerros.
Y hasta el viento haragán que anda sin cielo,
es Pulgarcito sin farol perdido
en el bosque mañoso de tu pelo.
Pero vengo de ti, de tu estatura
que en cada cicatriz tiene una falda,
(pequeñas muertes sobre tu piel dura).
Es que saliendo a no callar lo humano,
más que el fusil, tu corazón, a veces,
defiende la frontera de tu mano. 

Poematica del tiempo